– Eso esta bien. Incluso tengo un par de ideas al respecto. -Dejo de acariciarla de repente, ascendio por su cuerpo y le susurro al oido aquellas palabras.

– Se supone que no han de ser palabras eroticas. -Deslizo la rodilla por el interior del muslo de Ren.

– ?Y que gracia tiene eso? -Sopeso sus pechos, sobandolos con suavidad.

Isabel se agarro a las barras del cabezal.

– Se supone que han de ser palabras como «esparrago» o «carburador». O sea, Ren… -Se le escapo un irreprimible gemido-. Si digo… «esparrago», querra decir que tu… ahh… has ido muy lejos y tienes que parar.

– Si dices «esparrago» querre parar porque no puedo pensar en algo menos excitante. -Se aparto de sus pechos-. ?No podrias decir algo como «semental» o «tigre»? O… -Una vez mas, le susurro al oido.

– Eso es erotico. -Movio el muslo ligeramente para rozarle el miembro. Estaba tan excitado que ella sintio un escalofrio. El le acaricio la axila e hizo otra sugerencia. Ella tiro de las esposas-. Eso es muy erotico.

– ?Y esto? -Su susurro se hizo un ronroneo.

– Eso es obsceno.

– Perfecto. Utilicemoslo.

– Yo voy a usar «esparrago» -se obstino ella, y arqueo las caderas.

Sin mediar palabra, el se echo hacia atras sobre los talones y sus cuerpos dejaron de tocarse. Espero.

A pesar del brillo diabolico de su mirada, a Isabel le llevo unos segundos entender su accion. ?Cuando iba a aprender a mantener la boca cerrada? Intento mostrar algo de dignidad, pero no resultaba sencillo dada su vulnerable posicion.

– Vale por esta vez -cedio.

– ?Estas segura?

?Acaso no era el don Engreido?

– Estoy segura.

– ?De verdad? Porque estas desnuda, esposada a la cama y no hay posibilidad de rescate, sin contar que estas a punto de ser violada.

– Uh-uh. -Flexiono una pierna hacia arriba.

El recorrio los suaves rizos con el pulgar, disfrutando de la vista. Ella sentia su deseo, tan fuerte como el suyo, y aprecio su tono oscuro y rasposo cuando Ren hablo.

– No solo me gano la vida violando mujeres, ya sabes. Soy una amenaza para todo aquel que represente la verdad, la justicia y el estilo de vida americano. Y no es que quiera insistir en ello, pero estas indefensa.

Ella cerro las piernas para demostrarle que no estaba del todo indefensa. Al mismo tiempo, se prometio a si misma que cuando acabase la sesion no descansaria hasta verlo esposado a el. A menos que se equivocase mucho, el no opondria demasiada resistencia.

– Ya entiendo lo que pretendes. -Deslizo un dedo en su interior-. Ahora estate quieta, porque puedo violarte.

Lo cual llevo a cabo. Con maestria. En primer lugar con los dedos, y despues con todo su cuerpo. Moviendose encima de ella y penetrandola incansablemente. Torturandola hasta hacerla suplicar que acabase. No obstante, jamas se habia sentido tan a salvo o mas valorada que entonces, presa de un exquisito cuidado.

– Aun no, carino. -La beso de nuevo, con ardor, y empujo mas fuerte-. No hasta que yo este preparado.

El estaba mas que preparado. Sus musculos estaban tensos como si el esposado fuese el. Ese salvaje placer le estaba costando mas esfuerzo a el que a ella. Isabel le rodeo con las piernas. Se movieron a un tiempo, gritaron a la vez…

Las amarras que los sujetaban a la tierra se rompieron. Al acabar, el se habia convertido en el verdadero prisionero.

Mientras Ren echaba una cabezadita, ella salio de la cama y cogio las esposas que yacian en el suelo, asi como la llave. Le miro. Sus espesas pestanas formaban medialunas rayadas sobre las mejillas, y mechones de cabello oscuro caian sobre su frente. El contraste entre su exotico tono olivaceo de piel y el blanco de las sabanas le otorgaba el aspecto de un hermoso infiel.

Fue al bano y metio las esposas y la llave bajo una toalla. Deberia aborrecer lo que el le habia hecho, pero no era asi; en absoluto. ?Que le habia ocurrido a la mujer que necesitaba tenerlo todo bajo control? En lugar de sentirse indefensa o enfadada, le habia dado a Ren todo lo que ella era.

Incluido su amor.

Se aferro al borde del lavabo. Se habia enamorado de el. Se miro en el espejo y bajo la vista. ?Quien queria mirar a una persona tan estupida? Apenas se conocian desde hacia tres semanas, y ella, la mujer mas cautelosa del mundo en lo referente a relaciones romanticas, estaba vuelta del reves.

Se mojo la cara e intento compartimentar las cosas para considerar lo tocante a la atraccion macho-hembra a un nivel biologico. Los primeros seres humanos se sentian atraidos por sus opuestos para asegurar que los mas fuertes de la especie sobreviviesen. Algo de ese instinto seguia presente en la mayoria de las personas y, obviamente, tambien en ella.

Pero ?que habia de su supervivencia como mujer moderna? ?Que habia de su supervivencia como mujer dispuesta a comprometerse con relaciones sanas, una mujer que se habia propuesto no repetir los modelos tempestuosos de conducta de sus padres? Se suponia que su aventura con Ren tenia que ser una afirmacion de su sexualidad y una liberacion. En lugar de eso, habia liberado su corazon.

Apesadumbrada, bajo la vista para posarla en la jabonera. Necesitaba un plan.

Como si alguno de sus planes hubiese funcionado.

De momento, no queria siquiera pensar en ello. Lo negaria por completo. Pero la negacion siempre era mala. Tal vez si no le prestaba atencion a sus sentimientos, desaparecerian.

O tal vez no.

19

– Que prefieres, pastel de chocolate o tarta de cerezas? -pregunto Isabel y se detuvo en el linde del jardin de la villa para observar como Brittany tendia una cazuela de porcelana hacia Ren.

El estudio el surtido de hojas y ramitas con suma atencion.

– Creo que tarta de cerezas -contesto-. Y quizas un vaso de whisky para acompanar, si no es mucha molestia.

– No puedes pedir eso -le amonesto Steffie-. Tienes que pedir te.

– O sorbete -dijo Brittany-. Podemos hacer sorbete.

– No, no podemos, Brittany. Solo te. O cafe.

– El te estara bien. -Ren tomo una taza imaginaria de manos de la nina; su pantomima fue tan habil que Isabel casi pudo ver la taza en su mano.

Se quedo absorta mirandolo. La concentracion de Ren cuando jugaba con las ninas era extranamente intensa. No era igual cuando lo hacia con los ninos. Cuando zarandeaba a Connor o metia a Jeremy en el Maserati recien reparado, lo hacia con indiferencia. Igualmente extrano era el hecho de que parecia dispuesto a participar en cualquiera de los juegos a los que las ninas le obligaban a jugar, incluso los imaginarios, como tomar el te. Isabel penso que tenia que preguntarle al respecto.

Se encamino a la casa de abajo para ver si habian hecho algun progreso con los detectores de metales. Giulia le vio venir y la saludo con la mano. Tenia una mancha en la mejilla y sombras bajo los ojos. Tras ella, tres hombres y una mujer rastreaban metodicamente el olivar. Habia otros a los lados, con palas, preparados para cavar en cuanto los detectores zumbasen, lo cual no era demasiado frecuente.

Giulia le entrego su pala a Giancarlo y se acerco a Isabel para saludarla, quien le pidio que la pusiese al corriente.

– Monedas, clavos y parte de una rueda -dijo Giulia-. Encontramos algo mas grande hace una hora, pero era solo una parte de una vieja estufa.

– Pareces cansada.

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