no podia llegar a esas conclusiones por cuenta propia, ella no lo queria a su lado.

El viento soplaba del norte, frio y desagradable, cuando Isabel regreso a la casa. Encendio la chimenea. Cuando el fuego prendio, fue a la cocina para preparar te, aunque no le apetecia. Mientras esperaba a que el agua hirviese, se entretuvo arreglando los papeles que Connor habia dejado desparramados encima de la mesa. Al nino no le gustaba dibujar mas de una figura en cada hoja, segun comprobo. Cuando acabo con eso, empezo con las cartas de los admiradores que aun no habia leido.

Se llevo el te y las cartas al salon. Siempre habia sido diligente a la hora de responder la correspondencia, pero tuvo ganas de tirar aquel fajo a la chimenea. ?Que sentido tenia responder?

Recordo el enfado de Ren cuando ella le dijo que eran pocas cartas. Salvar almas se basa en la cantidad, no en la calidad, ?no es eso? Observo las escasas cartas como otro simbolo de la enormidad de su caida, pero tambien aprecio algo mas.

Se reclino en el sofa y cerro los ojos. Las cartas eran calidas al tacto, como si estuviesen vivas. Abrio la primera y leyo. Cuando acabo, leyo la segunda y despues la tercera, hasta que las leyo todas. El te se enfrio. El fuego crepitaba. Se acurruco en el sofa y, lentamente, empezo a rezar. Sostuvo las cartas en sus manos y rezo por quienes las habian escrito.

Despues rezo por si misma.

La noche cayo sobre la casa. El fuego de la chimenea habia menguado bastante. Rezo la oracion de la perdida.

Dejame encontrar el camino.

Pero cuando abrio los ojos, todo lo que pudo ver fueron sus colosales errores.

Habia creado las Cuatro Piedras Angulares como un sistema para combatir sus propias inseguridades. En algun lugar de su interior, la nina asustada que habia crecido al amparo de unos padres inestables seguia exigiendo estabilidad, hasta el punto de que habia construido un conjunto de reglas para sentirse segura.

«Haz esto y lo otro, y todo ira bien. Tu direccion no cambiara cada mes. Tus padres no estaran tan borrachos que se olviden de darte de comer. Nadie gritara palabras malsonantes o se marchara en mitad de la noche, dejandote sola. No te sentiras mal. No te haras mayor. Nunca moriras.»

Las Cuatro Piedras Angulares le habian aportado una ilusion de seguridad. Cualquier cosa que sucediese fuera de sus limites, ella simplemente lo arrastraba a otro edificio para intentar apuntalarlo. Finalmente, la estructura habia crecido tan rigida que cayo sobre su cabeza. Habia vivido una vida de desesperacion, y todo por intentar controlar lo incontrolable.

Se levanto del sofa y contemplo la oscuridad al otro lado de la ventana. Las Cuatro Piedras Angulares combinaban la psicologia, el sentido comun y la sabiduria espiritual de los maestros. Habia escuchado demasiados testimonios para ignorar lo utiles que eran. Pero ella queria creer que eran mas que eso. Queria creer que eran una especie de patas de conejo que ofrecian proteccion de los peligros que entrana la vida. Si sigues estas reglas siempre estaras a salvo.

Pero la vida se negaba a seguir regla alguna. Todos los objetivos, estrategias y reglas del mundo no podrian meter la vida al completo en una caja. Ni siquiera Mil Piedras Angulares, por muy bien concebidas que estuviesen.

Fue entonces cuando lo oyo. Un hilo de voz que surgia de su interior. Cerro los ojos y aguzo el oido, pero no discernia las palabras. Frustrada, se quedo inmovil con los ojos cerrados y la mejilla apoyada en el marco de la ventana, pero no funciono. La voz se habia desvanecido.

Aunque el ambiente en la habitacion era calido, los dientes empezaron a castanetearle. Se sintio perdida, sola y muy enfadada. Todo lo habia hecho bien. Bueno, casi todo, teniendo en cuenta que se habia enamorado de un cobarde sin agallas. Lo habia hecho todo demasiado bien. Habia estado tan ocupada poniendo orden en su vida que no habia tenido tiempo para vivir. No hasta que llego a Italia. Y en menudo lio se habia convertido todo desde entonces.

Una vez mas, la voz susurro en su interior, pero tampoco en esta ocasion discernio las palabras, solo el latido de su corazon.

– ?Ren?

El volvio a prestar atencion.

– Si. Estara bien. Lo que tu creas mejor.

– ?Estas seguro? -Howard Jenks acomodo su fornido cuerpo en el sillon, con la expresion de alguien que sopesa si ha elegido bien al hombre que tiene delante. Y Ren no podia culparle. Sufria perdidas de atencion. Podia estar metido en la conversacion y al minuto siguiente estaba ausente.

Tambien sabia que tenia mal aspecto. Tenia los ojos enrojecidos, y solo un maquillador de primera podria haberle borrado las ojeras. Pero ?que aspecto podia tener si no dormia bien desde hacia varias noches? «Maldita sea, Isabel, dejame en paz de una vez.»

Larry fruncio el ceno en un sillon de la suite de Jenks en el hotel St. Regis de Roma.

– ?Estas seguro, Ren? Crei que no querias un doble para las escenas en el Golden Gate.

– Asi es -replico Ren, como si hubiese estado diciendo lo mismo todo el rato-. Eso solo complicaria las cosas, y me siento comodo en las alturas. -Tendria que haberlo dejado ahi, pero anadio-: Por cierto, ?sera muy dificil llevar a cuestas a una nina de seis anos?

Un incomodo silencio se adueno de la habitacion. Oliver Craig, el actor que interpretaria a Nathan, alzo una ceja.

Craig parecia un nino del coro parroquial, pero tenia las maneras interpretativas de un profesional. Habia estudiado en la Royal Academy y habia trabajado en obras de repertorio en el Old Vic. Su intervencion en una comedia romantica de bajo presupuesto habia llamado la atencion de Jenks.

– La escena del puente implica mucho mas que acarrear una nina -dijo Jenks con rigidez-. Estoy seguro de que lo sabes.

Craig acudio en su rescate.

– Ren y yo hablamos anoche acerca del equilibrio entre las escenas de accion y los momentos de calma. Resulta extraordinario.

Larry tercio en la conversacion: lo contento que estaba Ren de poder interpretar finalmente un papel en el que pudiese emplear todo su talento, lo magnifico que iba a ser que Ren y Oliver trabajasen juntos… bla, bla, bla. Ren se disculpo y fue al lavabo. Una vez alli, se inclino sobre la pica y se mojo la cara con agua fria. Tenia que concentrarse. La noche anterior, Jenks habia hablado a solas con Larry para preguntarle si Ren estaba en condiciones.

Ren cogio una toalla. Ese iba a ser el mayor exito de su carrera, y el estaba tirandolo por la borda, y todo por no poder concentrarse. Necesitaba con tal intensidad oir la voz de Isabel que estuvo a punto de llamarla una docena de veces. Pero ?que le habria dicho?, ?que la echaba tanto de menos que no podia dormir?, ?que la necesitaba tanto que le dolia de un modo insoportable? Si no hubiese prometido su asistencia a la fiesta de la vendimia, podria haberse escabullido en la noche como el reptil que sin duda era. En lugar de eso, tendria que echarle arrestos al asunto otra vez.

El dia anterior se habia topado con un periodista estadounidense que queria saber si era cierto el rumor que habia oido.

– Se dice que tu e Isabel Favor teneis un romance. ?Tienes alguna declaracion al respecto?

Savannah y su enorme bocaza habia empezado a hacer de las suyas. Ren lo habia negado todo, fingiendo no saber quien era Isabel. Su fragil reputacion no podria sobrevivir a que la relacionasen publicamente con el.

Se dijo lo mismo que habia estado diciendose durante dias. Llegada a cierto punto, una aventura tiene que acabar o dar el siguiente paso hacia adelante, pero no habia paso adelante posible para dos personas tan diferentes. Tendria que haberse desligado de ella desde el principio, pero la atraccion habia sido demasiado fuerte. Y ahora, cuando habia llegado el momento de separarse, una necesitada parte de si mismo seguia queriendo que ella tuviese un buen concepto de el. Quiza por eso estaba intentando con tanto ahinco dejarle un

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