La unica luz del calabozo provenia de un fluorescente en el techo. Eran mas de las nueve de la noche, e Isabel no habia vuelto a ver a nadie desde su llegada, cuando habia aparecido Harry con ropa seca que Tracy le habia preparado. Oyo pasos aproximandose, y alzo la vista para ver como se abria la puerta.

Era Ren. Su presencia lleno el pequeno calabozo. Incluso alli se las arreglo para colocarse en el centro del escenario. Ella no intento siquiera entender la expresion de su rostro. Era actor, y podia mostrar la emocion que le viniese en gana.

La puerta se cerro a su espalda y se oyo el sonido de la llave.

– Ha sido todo bastante frenetico -comento Ren.

No parecia fuera de si. Parecia bien dispuesto, aunque tenso. Ella aparto los papeles que tenia sobre las rodillas, los que le habia pedido a Bernardo que le trajese.

– Tal vez por eso has tardado tres horas en venir.

– Tenia que hacer unas llamadas telefonicas.

– Bueno, eso lo explica todo.

Ren se acerco y la estudio con detenimiento; parecia incomoda.

– La locura de alli arriba, en la montana… -dijo el-. Ha sido bastante escabroso. ?Te encuentras bien?

– Estoy bien. ?Por que, te hice dano?

El apreto los labios. Una sonrisa o una mueca, Isabel no lo supo con certeza. Metio una mano en el bolsillo y volvio a sacarla de inmediato.

– ?Que querias decir con que habias estado pensando a lo grande?

Ella conocia el lugar que ocupaba en el mundo, y no habia razon para no explicarlo.

– Mi vida ha sido asi. Siempre le he dicho a las personas que pensasen a lo grande, pero finalmente he comprendido que a veces pensamos demasiado a lo grande. -Se movio para sentarse en el borde del catre.

– No te entiendo.

– He pensado tan a lo grande que he perdido de vista lo que queria para mi vida.

– Tu vida consiste en ayudar a la gente -repuso el-. Nunca, ni por un segundo, has perdido eso de vista.

– Me refiero a las dimensiones. -Entrelazo las manos sobre el regazo-. No necesito llenar auditorios. No necesito una casa de piedra roja cerca de Central Park o un armario lleno de ropa de diseno. Al final, todo eso me ahogaba. Mi carrera, mis posesiones… Todas esas cosas me robaban el regalo del tiempo, y perdi mi capacidad de vision.

– Ahora la has recuperado. -Era una afirmacion, no una pregunta. Ren comprendio que algo importante habia cambiado en su interior.

– Si, la he recuperado. -Habia sido mas satisfactorio para ella ayudar a Tracy y Harry que su ultima conferencia en el Carnagie Hall. No queria volver a ser una especie de guru mediatico-. Abrire un pequeno consultorio. Nada de barrios caros: en un vecindario de clase media trabajadora. Si la gente no puede pagar, no me importara. Si puede, mucho mejor. Voy a vivir de una manera mas sencilla.

Ren entrecerro los ojos y la miro con su estilo mortifero.

– Me temo que tengo ciertas noticias que alteraran un poco tus sencillos planes.

Ella habia aceptado la idea del caos, asi que espero.

El se acerco lo bastante como para abalanzarse sobre ella, algo que Isabel sintio en ese instante como mas interesante que amenazador.

– Te las arreglaste para fastidiar a todo el mundo cuando te llevaste la estatua.

– No la robe. La tome prestada.

– Nadie lo sabia, y ahora los del pueblo quieren encerrarte durante diez anos.

– ?Diez anos?

– Mas o menos. He pensado que podriamos hablar con el consulado estadounidense, pero me parece arriesgado.

– Podrias decirles la cantidad de dinero que pague a Hacienda este ano.

– No creo que sea buena idea mencionar tu pasado delictivo. -Apoyo el hombro contra una pared cubierta de grafitis, con un aspecto mas sosegado del que tenia cuando llego.

– Si fueses ciudadana italiana, probablemente no habrias sido arrestada, pero el hecho de que seas extranjera lo complica todo.

– Suena como si necesitase un abogado.

– Los abogados italianos tienden a liar las cosas.

– ?Se supone que he de quedarme en la carcel?

– No, si seguimos mi plan. Es un poco drastico, pero tengo razones para creer que te sacara de aqui con bastante rapidez.

– Me temo que no tengo demasiadas ganas de escuchar tu plan.

– Tengo doble nacionalidad. Sabes que mi madre era italiana, pero no se si te dije que habia nacido en Italia.

– No, no me lo dijiste.

– Estaban dando una fiesta en casa, en Roma, cuando naci. Soy ciudadano italiano, y me temo que eso significa que tendremos que casarnos.

Ella se puso en pie de un brinco.

– ?De que estas hablando?

– He hablado con la policia y, a su manera, me han hecho saber que no te mantendrian encerrada si fueses esposa de un italiano. Y dado que estas embarazada…

– No estoy embarazada.

El la miro con mucha calma por debajo de sus angulosas cejas.

– Al parecer, has olvidado lo que hicimos hace unas horas y donde estaba exactamente la estatua mientras lo haciamos.

– Tu no crees en la estatua.

– ?Desde cuando? -Alzo una mano-. No puedo imaginar que especie de demonio habremos concebido alli arriba. Cuando pienso en esa tormenta… -Se estremecio y luego se inclino hacia ella-. ?Tienes idea de lo que vamos a necesitar para criar a un nino asi? En primer lugar, paciencia. Por suerte, tu dispones de grandes cantidades. Firmeza. Dios sabe que tu eres firme. Y sabiduria. Bueno, no es necesario hablar de eso. Punto por punto, estas preparada para el reto.

Ella le miro fijamente.

– Intentare cumplir con mi parte, no creas -anadio Ren-. Soy condenadamente bueno si se trata de ensenar a utilizar el orinal.

Eso era lo que sucedia cuando uno le daba la bienvenida al caos en su vida. No quiso pestanear.

– ?Se supone que tengo que olvidar que huiste como un cobarde cuando empece a ser demasiado para ti?

– Me gustaria que lo hicieses. -El la miro de un modo que podria denominarse suplicante-. Los dos sabemos que todavia estoy en proceso de formacion. Y te he traido un regalo para ayudarte a olvidar.

– ?Me has comprado un regalo?

– No lo he comprado exactamente. Una de las llamadas que hice mientras estabas aqui fue a Howard Jenks.

A ella se le encogio el estomago.

– No me digas que no vas a trabajar en la pelicula…

– Oh, si, voy a trabajar en la pelicula. Pero Oliver Craig y yo intercambiaremos los papeles.

– No lo entiendo.

– Yo hare de Nathan.

– Nathan es el heroe.

– Eso es.

– Es un memo.

– Digamos que le daremos una oportunidad a su testosterona.

Ella se dejo caer en el catre e intento visualizar a Ren como el amanerado, estudioso y torpe Nathan. Muy despacio, empezo a asentir.

– Seras el Nathan perfecto.

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