—Solo es otra forma de fumar —repuso Fats apagando el cigarrillo.

Saco un paquetito de Rizla del bolsillo, extrajo tres fragiles papeles y los pego entre si.

—?Te la ha pasado Kirby? —pregunto Andrew, oliendo el contenido del sobre.

Todo el mundo sabia que Skye Kirby era el tio al que habia que acudir si se queria droga. Estaba en sexto, un curso por encima de ellos. Su abuelo era un viejo hippy varias veces procesado por tener su propia plantacion.

—Si —contesto Fats mientras rompia cigarrillos para verter el tabaco en el papel—. Pero hay un tio que se llama Obbo, en los Prados, que te consigue cualquier cosa. Puto caballo, si quieres.

—Pero tu no quieres caballo —repuso Andrew mirandolo a la cara.

—No, que va.

Fats cogio el sobre y mezclo un poco de marihuana con el tabaco. Lio el porro, lamio el papel para pegarlo, metiendo bien el filtro, y retorcio la punta.

—Genial —dijo alegremente.

Tenia planeado contarle la noticia despues del canuto de maria, como si este fuera un numero de calentamiento. Tendio la mano para que Andrew le pasara el encendedor, encendio el petardo, dio una calada profunda, contemplativa, exhalo un chorro de humo azul y luego repitio el proceso.

—Hum —murmuro, reteniendo el humo e imitando a Cuby, a quien Tessa le habia regalado un cursillo de cata de vinos una Navidad—. Notas de hierba. Un paladar intenso. Un final en boca de… Hostia. —Experimento un colocon repentino, alli sentado, y exhalo el humo, riendo—. Prueba esto, tio.

Andrew se inclino para coger el porro soltando una risita de expectacion al ver la beatifica sonrisa de Fats, que no cuadraba con su estrenido cejo de siempre.

Andrew dio una calada y sintio como se irradiaba la droga desde los pulmones, relajandolo poco a poco. Dio otra mas y tuvo la sensacion de que le sacudian la mente como un edredon, que volvia a posarse sin arrugas. Todo se volvia facil, sencillo y placentero.

—Genial —emulo a Fats, y sonrio ante el sonido de su propia voz.

Volvio a pasarle el porro a su amigo, que lo estaba esperando, y saboreo la sensacion de bienestar.

—Bueno, ?quieres oir algo interesante? —dijo Fats, sonriendo de oreja a oreja sin poder evitarlo.

—Sueltalo.

—Anoche me la folle.

Andrew estuvo a punto de preguntar «?a quien?» antes de que su embotado cerebro lo recordara: a Krystal Weedon, por supuesto; a Krystal Weedon, ?a quien si no?

—?Donde? —solto como un idiota. No era eso lo que queria saber.

Fats se tendio boca arriba enfundado en su traje de luto, los pies hacia el rio. Andrew se tumbo a su lado en direccion contraria. Solian dormir asi, cabeza con pies, cuando de ninos pasaban la noche en casa del otro. Andrew contemplo el techo de roca, donde el humo azul pendia formando lentos zarcillos, y espero, todo oidos.

—Les dije a Cuby y a Tessa que me quedaba a dormir en tu casa, asi que ya sabes —prosiguio Fats. Acerco el porro a los dedos que le tendia Andrew, y luego entrelazo las largas manos sobre el pecho y se oyo decir—: Cogi el autobus hasta los Prados. Me encontre con ella en la salida de Oddbins.

—?Al lado del supermercado Tesco? —Seguia haciendo preguntas estupidas, no sabia por que.

—Aja. Fuimos al parque infantil. Hay arboles en el rincon, detras de los meaderos publicos. Un sitio estupendo y privado. Estaba haciendose de noche.

Cambio de postura y Andrew volvio a pasarle el canuto.

—Meterla es mas dificil de lo que creia —declaro, y Andrew lo escucho fascinado, casi con ganas de reir, pero temiendo perderse los crudos detalles que su amigo iba a darle—: Estaba mas humeda cuando le metia los dedos.

Una risita burbujeo como gas atrapado en el pecho de Andrew, pero la ahogo.

—Mucho trajin para meterla hasta el fondo. Es mas estrecho de lo que creia.

Andrew vio elevarse un chorro de humo desde donde debia de estar la cabeza de Fats.

—Tarde unos diez segundos en correrme. Una vez dentro, la sensacion es de puta madre.

Andrew contuvo la risa, por si habia algo mas.

—Me puse una goma. Sin goma tiene que ser mejor.

Volvio a pasarle el canuto a Andrew, que le dio una calada, pensativo. Meterla era mas dificil de lo que uno creia; diez segundos y se acabo. No parecia nada del otro mundo, y sin embargo, lo que daria por eso… Imagino a Gaia Bawden tendida boca arriba para el y, sin querer, dejo escapar un debil gemido que Fats por lo visto no oyo. Perdido en una niebla de imagenes eroticas, dandole al canuto, Andrew siguio tendido con su ereccion sobre el trozo de tierra que su cuerpo calentaba y escucho el suave gorgoteo del rio a unos metros de su cabeza.

—?Que es lo importante, Arf? —pregunto Fats al cabo de una larga y amodorrada pausa.

Con la cabeza dandole placidas vueltas, Andrew contesto:

—El sexo.

—Eso es —repuso Fats, encantado—. Follar. Eso es lo importante. Propegar… propagar la especie. A la mierda los condones. Multipliquemonos.

—Aja —dijo Andrew, riendo.

—Y la muerte —anadio Fats. Lo habia desconcertado la realidad de aquel feretro, y que hubiese tan poca cosa entre el cadaver y la bandada de buitres. No lamentaba haberse ido antes de verlo desaparecer en la fosa—. Tiene que serlo, ?no? La muerte.

—Si —dijo Andrew pensando en guerras y accidentes de trafico, en morir en arrebatos de velocidad y gloria.

—Si. Follar y morir. De eso se trata, ?no? De follar y morir. La vida es eso.

—Consiste en intentar follar e intentar no morirte.

—O en intentar morirte. Hay gente que lo hace, que se juega la vida.

—Si. Se juegan la vida.

Se hizo otro silencio en el fresco y brumoso escondite.

—Y la musica —anadio Andrew en voz baja, observando el humo azulado que pendia bajo la roca oscura.

—Aja —dijo la voz de Fats desde muy lejos—. Y la musica.

El rio corria inagotable ante el Cubiculo.

SEGUNDA PARTE

Comentarios de buena fe

7.33 Los comentarios de buena fe sobre una cuestion de interes publico no son enjuiciables.

Charles Arnold-Baker La administracion local, 7.? edicion

I

La lluvia arrecio sobre la tumba de Barry Fairbrother. La tinta se emborrono en las tarjetas. El enorme girasol de Siobhan desafio al aguacero, pero las fresias y los lirios de Mary se encogieron hasta caerse a pedazos. El remo de crisantemos fue oscureciendose a medida que se pudria. La lluvia hizo crecer el rio, formo corrientes

Вы читаете Una vacante imprevista
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату