suelo de madera negra, recien barnizado.

Rodeo el extremo del mostrador y paso junto a Maureen, que accionaba la maquina de cortar, brindandole la oportunidad de soltar una risa aspera y procaz, y se agacho entonces para cruzar la puerta que daba a la pequena y sombria trastienda. Sobre una mesa de formica reposaba el Daily Mail de Maureen, doblado; los abrigos de ella y Howard colgaban de ganchos, y una puerta daba al lavabo, del que emanaba un aroma artificial a lavanda. Miles colgo el abrigo y acerco una vieja silla a la mesa.

Howard aparecio al cabo de un par de minutos, cargado con dos platos de bocados exquisitos.

—?O sea que os habeis decidido por La Tetera de Cobre? —pregunto Miles.

—Bueno, a Mo le gusta —contesto Howard, dejando un plato delante de su hijo.

Salio otra vez, volvio con dos cervezas y cerro la puerta con el pie, de modo que la habitacion sin ventanas se sumio en una penumbra solo atenuada por la mortecina luz de la lampara de techo. Howard se sento soltando un profundo grunido. A media manana, cuando habia llamado a Miles por telefono, su tono habia sido de complicidad, y ahora lo tuvo esperando un poco mas mientras abria una cerveza.

—Wall ya ha enviado los formularios —dijo por fin, tendiendole una botella.

—Ah —contesto Miles.

—Voy a fijar una fecha tope. Dos semanas a partir de hoy para que todo el mundo anuncie su candidatura.

—Me parece justo.

—Mama cree que ese tal Price sigue interesado. ?Le has preguntado a Sam si sabe quien es?

—No —contesto Miles.

Howard, sentado en una silla que no paraba de crujir, se rasco un pliegue de la barriga, que descansaba casi en sus rodillas.

—?Va todo bien entre Sam y tu?

Como siempre, Miles sintio admiracion ante la intuicion casi telepatica de su padre.

—No mucho.

A su madre no se lo habria confesado, porque intentaba no echar mas lena al fuego de la guerra fria constante que libraban Shirley y Samantha, en la que el era rehen y trofeo a un tiempo.

—No le hace gracia que me presente al cargo —explico. Howard arqueo las rubias cejas y los carrillos se le estremecieron al masticar—. No se que mosca le ha picado. Le ha dado uno de esos ataques anti-Pagford que tiene a veces.

Su padre se tomo su tiempo para tragar. Se limpio la boca con una servilleta de papel y solto un eructo.

—Se le pasara en cuanto te hayan elegido, ya lo veras —dijo—. Tiene su vertiente social: montones de cosas para las esposas, actos en la mansion Sweetlove. Estara en su elemento. —Tomo otro sorbo de cerveza y volvio a rascarse la barriga.

—Aun no se quien es exactamente ese Price —dijo Miles volviendo al punto esencial—, pero me suena que tenia un hijo en la clase de Lexie en el St. Thomas.

—Pero es oriundo de los Prados, he ahi la cuestion —explico Howard—. Que haya nacido en los Prados podria suponer una ventaja para nosotros. Dividira el voto de los partidarios de los Prados entre el y Wall.

—Ya. Tiene sentido. —No se le habia ocurrido. Lo maravillaba la forma en que funcionaba la mente de su padre.

—Mama ha llamado ya a su mujer para que se descargue los formularios que ha de rellenar. Supongo que hare que esta noche la llame otra vez para decirle que tiene dos semanas, asi le apretamos las tuercas.

—Asi pues, somos tres candidatos, ?no? —dijo Miles—. Contando a Colin Wall.

—No he sabido de nadie mas. Cuando se publiquen los detalles en la web, es posible que se presente algun otro. Pero tengo confianza en nuestras posibilidades. Plena confianza. Me ha llamado Aubrey —anadio Howard. Siempre habia un apice mas de solemnidad en su tono cuando pronunciaba el nombre de pila de Fawley—. Te apoya totalmente, huelga decirlo. Vuelve esta noche. Ha estado en la ciudad.

Normalmente, cuando un pagfordiano decia «en la ciudad», se referia a Yarvil, pero, imitando a Aubrey Fawley, Howard y Shirley utilizaban esa expresion para referirse a Londres.

—Ha mencionado que deberiamos reunirnos todos para charlar un poco. Quiza manana. A lo mejor hasta nos invita a su casa. A Sam le gustaria.

Miles acababa de meterse en la boca un buen pedazo de pan con pate, pero se mostro de acuerdo asintiendo con energia. Le gustaba la idea de contar con el apoyo incondicional de Aubrey Fawley. Samantha podia burlarse diciendo que sus padres eran perritos falderos de los Fawley, pero el habia advertido que, en las raras ocasiones en que veia a Aubrey o Julia en persona, su acento cambiaba sutilmente y se comportaba de forma mucho mas recatada.

—Hay algo mas —anadio Howard rascandose otra vez la barriga—. Esta manana me ha llegado un correo del Yarvil and District Gazette. Me piden mi opinion sobre los Prados, como presidente del concejo parroquial.

—?Estas de broma? Pensaba que Fairbrother se habia apuntado ya ese tanto con…

—Pues le salio el tiro por la culata, ?no crees? —lo interrumpio Howard con visible satisfaccion—. Van a publicar su articulo y quieren que alguien escriba la semana siguiente desde la perspectiva contraria. Demosles la otra version de la historia. Me iria bien que me echaras una mano, con los giros que usa un abogado y esas cosas.

—Claro. Podriamos hablar de esa punetera clinica para drogodependientes. Quedara muy convincente.

—Si, buena idea… Excelente.

Presa del entusiasmo, Howard trago demasiado de golpe, y Miles tuvo que darle palmadas en la espalda para que le remitiera el acceso de tos. Por fin, secandose los ojos con la servilleta, Howard dijo casi sin aliento:

—Aubrey va a recomendarle al municipio que deje de financiarla, y yo me ocupare de plantearles a los de aqui que ya va siendo hora de rescindir el contrato de alquiler del edificio. No estaria de mas que lo sacaramos en la prensa. Que se sepa el tiempo y el dinero que se han invertido en ese punetero sitio sin el mas minimo resultado. Tengo todas las cifras. —Solto un sonoro eructo—. Una jodida verguenza. Con perdon.

III

Esa noche, Gavin cocino para Kay en casa de el, abriendo latas y triturando ajo con una marcada sensacion de malestar.

Despues de una pelea, habia que decir ciertas cosas para conseguir una tregua: la cosa funcionaba asi, todo el mundo lo sabia. Gavin habia llamado a Kay desde el coche cuando volvia del entierro para decirle que le habria gustado que estuviese alli con el, que el dia habia sido espantoso y que esperaba poder verla esa noche. Considero que esas humildes admisiones no eran ni mas ni menos que el precio por una noche de compania sin exigencias.

Pero Kay parecio considerarlas mas bien como el primer pago de un contrato renegociado. «Me has echado de menos. Me has necesitado cuando estabas mal. Te arrepientes de que no hayamos ido los dos, como pareja. Bueno, pues no volvamos a cometer ese error.» Y, a partir de ese momento, Kay lo habia tratado con cierta autocomplacencia; se la veia mas energica, como animada por renovadas expectativas.

Gavin estaba preparando unos espaguetis a la bolonesa; no habia comprado postre ni puesto la mesa, a proposito; hacia cuanto podia por demostrarle a Kay que no se estaba esforzando demasiado. Ella no parecia advertirlo; hasta se diria que estaba dispuesta a tomarse la indolencia de Gavin como un cumplido. Se sento a la mesita de la cocina y se puso a hablar por encima del repiqueteo de la lluvia en el tragaluz, paseando la vista por los muebles y la decoracion. Habia estado alli pocas veces.

—Supongo que este amarillo lo escogio Lisa, ?no?

Ya estaba otra vez: rompiendo tabus, como si acabaran de pasar a otro nivel de intimidad. Gavin preferia no hablar de Lisa si no era estrictamente necesario; Kay tenia que saberlo a esas alturas, ?no? Le echo oregano a

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