– Muy bien -Emily retiro algunas letras para formar una palabra mas corta-, ?asi estas contenta?
– Lo estare si gano -bromeo Rachel.
Ben se estiro en el suelo y le sonrio. A su lado, Emily estaba resplandeciente y mas feliz de lo que Rachel la habia visto en mucho tiempo.
Era un momento tan bueno que le habria gustado enmarcarlo. Una instantanea perfecta en el tiempo, llena de ternura y felicidad.
Ben inclino la cabeza, se sento, poso la mano en el brazo de Rachel y la miro a los ojos.
– ?Estas bien?
– Si -contesto, y jamas habia sido mas cierto-. Estoy bien, de verdad.
Ben le sonrio y continuo jugando.
Pero dejo la mano en su brazo.
Al final de la semana, Ben continuaba en la casa y Rachel no sabia si sentirlo o alegrarse. Tomaban el cafe juntos todas las mananas y, si Rachel no tenia que ir al fisioterapeuta o al medico, comian tambien juntos. Compartian las cenas con Emily y siempre encontraban algun tema para hablar.
O para discutir.
Pero jamas se aburrian. Rachel estaba comenzando a acostumbrarse a su presencia. A oirle reir, hablar, a observarlo jugar al baloncesto como si fuera pura poesia en movimiento, a oirlo hablar consigo mismo cuando estaba en el cuarto de revelado y a verlo con Emily. Y todo lo que implicaba el hecho de compartir con el aquella casa era al mismo tiempo un consuelo y una pesadilla.
Cuando Ben se fuera, su vida volveria a la normalidad que habia construido para su hija y para ella, una vida magnifica. Tenia a su hija, su casa, su trabajo… bueno, lo del trabajo no estaba del todo claro, pero aun asi, no tenia nada de lo que arrepentirse.
Y en cuanto a las relaciones personales… se quedaria sola.
En realidad, ya estaba sola. Pero con la presencia de Ben, casi podia imaginarse como seria su vida si el decidiera instalarse definitivamente en un lugar.
Llego el fin de semana, y, siguiendo la rutina habitual de las mananas de los sabados, Rachel estaba sentada a la mesa de la cocina con una taza de te y el periodico.
Se decia a si misma que estaba disfrutando de la paz y la tranquilidad de sentir la casa vacia, pero la verdad era que habria disfrutado mucho mas yendose a pasear con Emily y con Ben.
Aunque no habria tenido fuerzas para ello.
Pero tampoco le habia pedido nadie que fuera. Sostuvo la taza de te entre los dedos y miro a su alrededor. Como siempre le ocurria en momentos como aquel, experimento cierta inquietud al pensar en Asada. Odiaba tener que mirar por encima del hombro de vez en cuando y se reganaba a si misma por aquellas paranoias.
El FBI les habia asegurado una y otra vez que a medida que iban pasando los dias, aumentaban las posibilidades de que Asada decidiera no moverse de donde estaba. Y eso significaba que Ben estaba cada vez mas libre de obligaciones.
Una buena noticia, decidio. Una muy buena noticia.
De pronto, la puerta se abrio y entro Melanie con una energia impropia de ella para ser un sabado por la manana. Sorprendida, Rachel se la quedo mirando fijamente.
– Hola.
– Hola -Mel dejo las llaves encima de la mesa y se dejo caer en una silla. Estaba maquillada y vestida para matar con una falda de cuero, un top y unos enormes tacones-, se me ha ocurrido venir a hacerte una visita.
– Si no recuerdo mal, hoy es sabado, un dia que tradicionalmente reservas para levantarte despues de las doce, hacerte la manicura y ver una pelicula.
– Oh, bueno, a lo mejor estoy cambiando.
Rachel la miro con los ojos entrecerrados.
– ?Que es lo que de verdad pretendes, Mel?
– ?Yo? -Mel se echo tres cucharadas de azucar en el te y, tras un segundo de vacilacion, se echo una mas-. Solo queria ver lo que estabas haciendo, eso es todo.
– Ya me viste la semana pasada, y esta semana me has llamado tres veces. Mel, no tienes que renunciar a tu vida por mi. Las cosas me van estupendamente.
Mel se encogio de hombros.
– A lo mejor es que no te creo.
– ?Por que? -Rachel sonrio mientras alzaba los brazos-. ?No me ves fabulosa?
– No. Tienes un aspecto terrible. Como si estuvieras sufriendo, y no fisicamente.
– Eso es ridiculo -mintio Rachel, bajando la mirada hacia la taza de te-. No se de que estas hablando.
– Si, ese es el motivo por el que estamos discutiendo. Si estuvieramos criticando mi vida, algo que hemos hecho suficientemente a menudo, entonces sabrias exactamente de que estabamos hablando.
– Mel.
– Mira, se que yo soy un desastre, pero no esperaba eso de ti.
– ?Y en que se supone que estoy siendo yo un desastre?
– ?Has visto mucho a Adam ultimamente?
– No, lo he visto poco.
– ?Porque esta muy ocupado?
– No.
– ?Porque lo estas ignorando?
Rachel bajo la mirada hacia sus dedos. Mas especificamente, hacia sus unas, que no habian visto una lima desde hacia meses.
– ?Sabes? Antes del accidente habria jurado que estabas a punto de acostarte con el. Quiza incluso considerando la posibilidad de casarte con el.
– El accidente lo ha cambiado todo.
– ?El accidente… o Ben?
Rachel alzo la mirada hacia Mel sin poder evitarlo.
– No seas ridicula.
– ?Es ridiculo que nunca te acuestes con nadie? ?Es ridiculo que cuando lo hagas tengas que fingir los orgasmos para no decirles que no tienen la menor idea sobre anatomia… o que no seas capaz de renunciar a controlar en todo momento la situacion?
– Mel…
– Admitelo, hermanita. No sabes como dejar que alguien se acerque tanto a ti.
– ?Tu si que lo sabes, claro!
– Eh, yo se como llegar al climax -asomo a sus labios una sonrisa-, y ademas lo hago a menudo.
Le dirigio una fugaz mirada al hombre que acababa de entrar en la cocina y que en aquel momento estaba apoyandose perezosamente en el marco de la puerta, escuchando su conversacion. Deseaba meterse en un agujero y morir… despues de haber asesinado a Melanie.
– ?Donde esta Emily? -pregunto Rachel con fria calma.
– Banando a Parches, que parece tener una especial predileccion por los charcos -con una ironica sonrisa, Ben levanto la pierna para mirar el extremo de sus vaqueros, que estaban tambien salpicados de barro. Despues le dirigio a Rachel una de aquellas miradas que hacian que se le acelerara el pulso.
– No quiero interrumpiros.
– Para no interrumpirnos, deberias estar al otro extremo de esa puerta -musito Rachel.
Melanie sonrio de oreja a oreja.
– Hablar de sexo la pone de mal humor.
– A mi no -replico Ben.
Y, Mel, sin dejar de sonreir, asintio.
– A mi tampoco. Entonces, Ben, ?alguna vez has fingido un orgasmo?
– No, senora.
– Yo tampoco -Mel inclino la cabeza-, de hecho, a mi me parece que si hubiera que fingir algo, lo mejor seria fingir todo lo contrario. Ya sabes, que no has sentido nada. De esa forma, podrias conseguir otro -razono Mel-. Quiza hasta dos mas, dependiendo de lo rapido que llegues.