– Estoy contigo -Ben miro a Rachel y la temperatura de la habitacion parecio subir varios grados-. Los orgasmos son lo mejor.
Melanie se echo a reir.
– Si. Bueno, si la senora mojigata decide llamar a Adam para que se pase por aqui, quiza tambien ella pueda llegar a averiguarlo.
La sonrisa de Ben desaparecio al oirla.
Mel, ignorandolo, bajo del mostrador y se dirigio hacia la puerta.
– ?Adonde vas? -le pregunto Rachel a su hermana.
– Salgo a ver como bana mi sobrina a su perrita. No hagas nada que yo no hiciera en tu lugar, hermanita - asomo a sus labios una taimada sonrisa-. No, espera, no era eso lo que tenia que decirte.
– Vuelve aqui -Rachel solto una bocanada de aire cuando Mel cerro la puerta tras ella-. Traidora.
Ben comenzo a caminar hacia ella.
– Un tema de conversacion muy interesante -se coloco tras ella y deslizo el dedo por su hombro, poniendole la piel de gallina-. Los orgasmos.
?Aquel comentario merecia una respuesta? De repente, apenas podia respirar, y mucho menos pensar una forma ingeniosa de abordar aquel tema.
– ?Como… como ha ido la caminata?
– Ha sido divertida -se inclino sobre su hombro, colocando la boca justo debajo de su oreja-. ?Es verdad, Rachel?
– ?Es… es verdad que?
Rachel sentia su respiracion calida y suave contra su piel junto con el aspero roce de su barbilla sin afeitar. Y aquel contraste le estaba licuando los huesos.
– ?Finges los orgasmos con tus amantes?
– Yo… -Ben deslizo los dedos por su cuello y Rachel tuvo que hacer un serio esfuerzo para mantener los ojos abiertos.
– ?Rachel?
– No quiero hablar de eso contigo.
– Estoy seguro -se coloco frente a ella, para que pudieran mirarse a la cara, y deslizo un dedo por su mejilla.
– Ben…
Ben deslizo la mano por su nuca.
– ?Y fingias conmigo?
Intentar apartarse no iba a servirle de nada.
– Teniamos diecisiete anos -contesto Rachel-. No eramos especialmente habiles en ese terreno y lo sabes.
Ben acerco el rostro todavia mas al suyo.
– Si, lo hacia lo mejor que podia, pero eramos jovenes. Jovenes e inexpertos. Siento no haber sido suficientemente bueno para ti.
Rachel se sonrojo al recordar lo que habian compartido. La verdad era que, con experiencia o sin ella, aquellos habian sido los dias mas torridos, eroticos y conmovedores de toda su vida.
Y Ben se estaba disculpando por ello.
– Pero te prometo -anadio Ben suavemente, sin dejar de mantenerla prisionera de su mirada-, que si ahora te acuestas conmigo, te demostrare que no hay necesidad de fingir nada.
Rachel clavo la mirada en su boca, firme y generosa, y todavia tenia razones para saber que era aterciopelada y sabia a pura gloria…
– ?Rach?
Rachel se inclino hacia aquella voz grave y sexy que estaba haciendo promesas en las que creia que ella podia estar interesada. Despues, penso en las acciones fisicas que implicaria hacer lo que Ben estaba sugiriendo.
El se desnudaria. Y en eso no habria ningun problema.
Y despues tendria que desnudarse ella… un gran problema. El era perfecto, y ella…
– No.
Ben dejo escapar un sonido brusco y la desafio con la mirada y con la voz.
– Cobarde.
– Solo estoy siendo realista.
Cualquier otro hombre habria admitido su derrota y se habria marchado. Cualquier otro hombre habria escondido sus sentimientos.
Pero Ben permanecio donde estaba, a solo unos centimetros de distancia. Y le dejo ver en su mirada todo lo que sentia: enfado, calor, frustracion.
– ?De verdad no me vas a dejar demostrartelo?
– No -Rachel desvio la mirada-, no me interesa.
– Diez minutos -le prometio Ben con voz sedosa-, podria cambiar todo tu mundo en diez minutos.
– Vete, Ben.
Y Ben, una vez mas, obedecio.
Ben empujo la puerta de la calle y la cerro con cerrojo. Asada estaba lejos, todo el mundo se lo decia, pero el no podia deshacerse de la vieja costumbre de vigilar su espalda.
Y la de Emily.
Y la de Rachel. Maldita fuera.
Lo habia echado. Nada nuevo. Ben salio por la puerta de la calle, se sumo a los numerosos compradores que surcaban las calles y se perdio entre ellos. Aquellas calles eran muy diferentes de las peligrosas calles que el estaba acostumbrado a transitar. Eran calles limpias y seguras. No habia en ellas necesidad de aquella terrible tension, ni de la agresividad, y tampoco se encontraba en ellas ninguna via de escape para aquellos sentimientos.
Mientras caminaba a grandes zancadas entre los escaparates, Ben deseo estar en el otro extremo del mundo, y deseo tambien que Rachel le hubiera permitido cumplir su promesa. Por su puesto, estar juntos otra vez los habria matado. O por lo menos lo habria matado a el, pero aun asi…
– ?Ben!
Oh, encima estaba comenzando a oir voces. Oia la dulce voz de Rachel entre la multitud. Como si lo hubiera seguido, como si…
– ?Ben, espera!
Giro sobre los talones y se quedo clavado en el suelo por la impresion. Rachel, con un vestido de gasa, las sandalias y apoyandose sobre el baston, lo seguia a una velocidad alarmante. Y parecia frenetica por alcanzarlo. A el, si, a Ben Asher, el hombre que acababa de cerrar de un portazo la puerta de su casa.
– Lo siento -se precipito a decir Rachel, mientras continuaba caminando hacia el.
Ben le abrio los brazos, sin pensar siquiera en lo que hacia, y ella se refugio en ellos.
Ante la ligera tension que percibia en los brazos de Ben y la falta de sonrisa de su rostro, la sonrisa de Rachel tambien desaparecio. Trago saliva.
– Oh, Ben.
Aquellas dos palabras eran mas que elocuentes y, sin embargo, a Ben no parecian decirle nada.
– ?Quieres que terminemos de hablar de los orgasmos? -pregunto con voz ronca.
Una mujer que acababa de pasar por su lado cargada de bolsas lo miro arqueando expresivamente las cejas.
– Eh, no -Rachel le sonrio a modo de disculpa a la mujer-. Yo, esperaba que pudieramos hablar de otras cosas.
– Yo preferiria provocarte un orgasmo.
En aquella ocasion fue un hombre que iba paseando un San Bernardo el que los oyo y los miro con renovada atencion. Rachel cerro los ojos.
– Hablar, Ben. ?Podemos hablar?
– Si es eso lo unico que estas dispuesta a ofrecerme.