– Es lo unico -senalo hacia un cafe situado en un edificio cercano-. ?Tienes hambre?

«De ti».

– Claro.

Cuando estuvieron sentados, Rachel pidio un te frio, dejo la carta a un lado y miro a Ben.

– ?Que? -le pregunto el.

– No te amargues.

– ?Por que iba a tener que amargarme?

– No lo se.

Ben asintio.

– ?Te acuestas con Adam?

– Parece que solo eres capaz de pensar en una cosa.

– ?Te acuestas con Adam?

– Sabes que eso no es asunto tuyo -Ben contesto con una sola pero expeditiva palabra y Rachel volvio a suspirar-. No, no me acuesto con Adam.

No se acostaba con Adam. Gracias a Dios.

– Tienes razon -contesto Ben, entrelazando las manos-. No es asunto mio.

Frente a el, Rachel gimio y escondio el rostro entre las manos.

– Eres un canalla.

– Si, es uno de mis especiales talentos.

Ben advirtio la confusion de Rachel y se sintio inmensamente disgustado consigo mismo. ?Que derecho tenia el a querer que Rachel continuara soltera?

Era posible que para la semana siguiente el ya se hubiera marchado.

La camarera les llevo una jarra de te frio. Para que pudieran mantenerse alli, en la misma mesa, hablando a pesar de la tension que los envolvia, Ben se pidio un enorme desayuno.

– Dime una cosa -le pidio Rachel-, ?adonde tienes tanta prisa por volver?

– ?Es una pregunta personal, Rachel?

Rachel echo limon y azucar al te. Bebio un sorbo. Dejo la bebida a un lado y miro a Ben a los ojos.

– Si. Quiza sea porque me estoy haciendo mayor. Mas madura -le fulmino con la mirada cuando vio que se echaba a reir-. Es cierto -insistio, y se encogio de hombros-. De verdad me gustaria saberlo. Dime por que no eres capaz de permanecer atado a un lugar durante mucho mas tiempo del que se tarda en hacer una colada cuando no hay nadie esperandote en ningun lugar en particular.

– Eh, yo aqui he hecho la colada unas cuantas veces. Incluso te he hecho a ti la colada. Y me encantan tus braguitas de color salmon, por cierto, y el sujetador de encaje negro y…

Rachel elevo los ojos al cielo.

– Ya sabes lo que quiero decir.

Si, claro que lo sabia. Y porque su curiosidad era sincera y no producto de la amargura, porque era obvio que de verdad queria saberlo, Ben descubrio que podia intentar admitir parte de lo que consideraba su mayor secreto, la unica cosa que no le habia contado nunca a nadie.

– Quedarse en un solo lugar, echar raices, implica que has sido capaz de encontrar tu hogar, de encontrarte a ti mismo.

– Si -se mostro de acuerdo Rachel.

– Pero ni siquiera se quien soy realmente yo. No parezco capaz de encontrarme a mi mismo.

Rachel se apoyo en el respaldo de la silla. Parecia ligeramente sorprendida.

– Pero claro que sabes quien eres.

– Si, soy un nombre que no tiene la menor idea de quienes eran sus padres.

La mirada de Rachel se suavizo.

– Eso no lo sabia.

– Porque nunca te lo dije. No podia.

– Oh, Ben, ?siempre viviste en un hogar adoptivo?

– Si. Y me aceptaban unicamente porque tenian la obligacion de hacerlo como cristianos, eso era lo que solian decirme.

– ?Pero eso es terrible! Ningun nino deberia sentir que no lo quieren. Odio que te hicieran una cosa asi.

– No lo hagas -respondio Ben precipitadamente, incapaz de soportar su compasion-, solo estoy intentando explicarte.

– ?Nunca te han dado ninguna informacion sobre tu pasado?

Ben se bebio medio vaso de te. De repente, sentia la garganta muy seca.

– Lo unico que se es que me encontraron en un cubo de basura de Los Angeles cuando tenia dos dias. Estaba a punto de morir de frio y muerto de hambre.

Rachel se tapo la boca con la mano. Una mano que le temblaba. No, no era una historia bonita, pero ella habia preguntado.

– Asi es, siempre he sabido que no pertenecia a ningun lugar. Que no le pertenecia a nadie.

– ?Que crueldad! ?Como es posible que les confiaran un nino a unas personas capaces de hacerte sentirte de ese modo?

– Eh, ahora no importa -contesto Ben conmovido al ver las lagrimas que asomaban a los ojos de Rachel-. Estoy intentando hacerte comprender, eso es todo. Por eso no me gusta estar aqui.

– ?Y por que no me lo habias dicho antes?

– Nunca se lo he contado a nadie -el mismo podia percibir el dolor y la sorpresa que reflejaba la voz de Rachel-. Preferia fingir que la situacion no era tan terrible. Y cuando estaba contigo, no lo era -sonrio-. Mira, Rachel, la cuestion es que yo siempre habia pensado en marcharme de South Village, pero no podia hacerlo hasta que hubiera cumplido dieciocho anos. Durante toda mi infancia y mi adolescencia, me senti atrapado. Atrapado por las circunstancias, por la pobreza, por la falta de cuidados. De modo que, en cuanto me gradue…

– Decidiste abandonar el infierno -termino Rachel suavemente-. No lo sabia, nunca me lo dijiste. No podia comprenderlo.

– No tenia demasiado interes en compartir aquel aspecto de mi vida. Estaba frustrado y rabioso y necesitaba marcharme de aqui. No sabia lo que queria, salvo que tenia que marcharme, por supuesto, y tampoco lo que iba a hacer cuando estuviera fuera de aqui.

– Pero lo averiguaste.

– Si -penso en todos los lugares en los que habia estado. En como todos y cada uno de ellos le habian ensenado algo nuevo y habia ido acumulando las experiencias y emociones que no habia podido disfrutar durante la infancia-. Y me encanto. Me sigue encantando.

La mirada de Rachel era incomensurablemente triste, pero estaba tambien llena de algo mas. Era como si por fin lo comprendiera. Y aquello era lo mas agridulce de aquel momento.

Rachel le tendio la mano.

– ?Ben? Quiero decirte algo. Algo que deberia haberte dicho hace mucho tiempo -se mordio el labio inferior-. Yo tampoco pertenezco a ningun lugar.

– Tu perteneces a este lugar, a South Village.

– No siempre fue asi. Sabes que por el trabajo de mi padre estuvimos mudandonos constantemente de un sitio a otro. Y, hasta que no llegamos a South Village, yo tampoco tuve raices, tampoco tuve nunca un verdadero hogar.

– Y aun asi, hemos terminado en los lados opuestos de la cerca.

A Rachel volvieron a llenarsele los ojos de lagrimas.

– Nunca lo habia considerado de esa forma, pero supongo que para mi, mi casa significa lo mismo que para ti tus viajes. Dios mio, y durante todo este tiempo he estado pensando que eramos completamente diferentes.

– Lo se -sentia un ardor insoportable en la garganta al hablar de aquel tema. Le dolia el pecho. Se inclino hacia delante, deseando estar mas cerca de ella-. ?Quieres oir algo realmente sorprendente?

– ?Despues de todo esto? -pregunto Rachel entre risas-. Por favor, no creo que haya nada que ahora pudiera sorprenderme.

– ?De verdad? Pues mira, no se me da tan mal como pensaba despertarme todos los dias para ver salir el sol desde el mismo porche. Y tampoco el tener una direccion fija, y vivir en una ciudad limpia y feliz, rebosante de

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