– No puedes querer compartir mi vida. Yo no quiero compartir mi vida.

– Te quiero, Danielle.

La joven apreto los labios y se volvio. Se acerco a la ventana y miro los jardines llenos de color.

– Eso es ridiculo. No me conoces.

– Yo creo que si -repuso el.

– Muy bien -los hombros de ella estaban rigidos. El cuello tambien. De hecho, su cuerpo entero parecia tan rigido como si fuera a romperse parte por parte-. Yo no te conozco a ti.

– Que te sientas entre la espada y la pared no es motivo para mentir -contesto el.

Danielle se volvio a mirarlo con una replica airada preparada en los labios, pero murio cuando vio que, aunque su voz habia sonado firme, el se hallaba lejos de estar seguro de si.

Y ademas, su amor por ella le brillaba en los ojos.

– ?Oh, Nick!

El hombre apreto la mandibula.

– Estas encantada.

Mas bien aterrorizada. ?Como era posible que afrontar su amor le resultara mas duro que afrontar el odio de Ted?

– Llevamos vidas muy diferentes.

– ?Y que?

– Que… tu mismo lo dijiste. Tu trabajo te obliga a viajar por todo el mundo. Estas muy poco en casa.

– Y tambien te dije que habia disfrutado de estas vacaciones. Tanto que estoy pensando que no seria malo cambiar de estilo de vida. Puedo seguir escribiendo, Danielle, sin desaparecer durante meses enteros -la miro con intensidad-. Si tu buscas algo duradero.

– De eso se trata. No se lo que busco.

– Si lo sabes. Pero no quieres admitirlo. Dios no permita que compartas…

– Ya lo he probado, muchas gracias.

– Conmigo no -la miraba con calor-. No me compares con el.

– No es tan sencillo.

– Estoy harto de golpearme la cabeza contra la pared para conseguir que confies en mi. Que me desees.

– Te deseo, Nick. Ese nunca sera el problema.

– Preferiria tener tu confianza.

Danielle sentia las costillas rigidas. Le dolia el estomago. Necesitaba aire.

– No me fio.

– Por la noche si.

?Maldicion! ?Donde estaba la correa de Sadie?

– Cuando esta oscuro confias en mi -dijo el a sus espaldas-. Cuando puedes enganarte pensando que es solo sexo, solo temporal.

Sadie tenia ya la correa puesta. Danielle la agarro y miro a Nick. Al ver su rabia y su dolor se le encogio el corazon.

– Pero es a la luz del dia cuando llegan los retos -adivino el-. ?Pues sabes una cosa, Danielle? Yo no soy como el y nunca lo sere. Nunca te metere en un molde y te obligare a hacer cosas que no quieres. No me interesa cambiarte ni pedirte que seas alguien que no eres. Te quiero tal y como eres.

Cubrio con su mano la que ella tenia en el picaporte.

– Pero no tolerare esa mirada, la de que te estas preguntando cuanto falta para que muestre mi verdadera personalidad, la mirada que dice que no importa las veces que me dejes hacerte el amor, seguiras guardandote una parte de tu corazon.

– Nick, basta. Por favor, basta -tenia que pensar. Necesitaba respirar.

Abrio la puerta.

Sadie gimio, alterada por la tension que se respiraba entre ellos. Danielle tiro de la correa.

– Vamos.

La perra agacho la cabeza y utilizo su peso para tirar hacia atras.

– ?Huyes, Danielle? -pregunto Nick.

La joven lo maldijo en su interior por no comprenderla. Aquello no le resultaba facil, era…

Sadie dio otro empujon y se sento en los pies de Nick.

– Ya has huido otras veces -le hizo notar el, colocando una mano en la cabeza del animal-. Y todavia no te ha dado resultado. ?Por que no intentas solucionar esto para variar?

La joven miro a su perra, que rehusaba moverse.

– Adelante -le sugirio Nick-. Huye. Sigue corriendo. No te abras a mi. No reconozcas lo que siento por ti. Seras mas feliz asi, ?verdad?

?Que sabia el?

– Vamos, Sadie.

Salio de la estancia, pero el animal no la siguio.

– Dejala -la reto Nick-. Si solo necesitas tomar el aire…

– A ti ni siquiera te gusta.

El hombre la miro y movio la cabeza.

– Veo que sigues sin verme.

Danielle le devolvio la mirada, tensa y rigida. Creia que la queria. ?A ella! No podia respirar, asi que solto la correa y salio a correr al jardin.

Sola.

Sola como siempre.

Nick miro a Sadie.

Esta, desde su posicion encima de los pies de el, donde la sangre dejaba de circular rapidamente, le lanzo una mirada de reproche, herida, como si el tuviera la culpa de todo.

– Eh, eres tu la que ha decidido quedarse -le recordo el.

Sadie le rozo el estomago con la cabeza y levanto los ojos humedos hacia el.

– Oh, no. No empieces con eso. Soy el segundo plato y lo se. Deberias haberte ido con ella.

La perra emitio un suspiro patetico. Un suspiro de autocompasion.

– ?Ah, que diablos! -se paso los dedos por el pelo y se agacho-. Sabes que os he tomado carino a las dos, ?verdad?

Sadie se apoyo sobre el, que cayo sentado al suelo, y se subio a su regazo.

– Vaya lio, ?eh? -murmuro el hombre. Sin poder evitarlo, abrazo al animal.

El mastin coloco la cabeza en su hombro y le lanzo un chorro de saliva por la espalda. Nick apenas si se dio cuenta.

– Todo saldra bien -murmuro.

?Pero como? Seguia viendo el brillo de las lagrimas en los ojos de Danielle cuando le dijo que la queria.

Su amor la ponia nerviosa.

El corazon le dio un vuelco, y desaparecio gran parte de su enfado. Pero para ser un hombre que no habia sido particularmente romantico hasta entonces, tenia muchas esperanzas.

Por ejemplo la de ser correspondido.

Nick saco a Sadie por la puerta de atras. Se sentaron en el largo porche con vistas a los jardines y colinas llenas de senderos. Mucho mas abajo se divisaba un prado verde.

Era un lugar hermoso, y Nick sabia que, si Danielle buscaba paz, la encontraria alli en los senderos.

Maureen salio de la casa y se sento a su lado.

– Dos cosas -dijo, directa al grano como siempre-. Le pedi a un amigo de la comisaria que investigara a ese tal Ted.

La expresion de su rostro indicaba que habia encontrado algo.

– ?Y?

– Un ciudadano modelo, muy trabajador. Siempre paga sus facturas, bla bla, bla bla.

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