– Nuestro segundo hijo se llamara Enrique, como tu padre -aseguro la joven.

– Entonces llamaremos Thomas al tercero -insistio Varian.

– Esta bien -accedio Nyssa esbozando una dulce sonrisa-. Le llamaremos Thomas, como nuestro querido arzobispo… ?Pero lo haremos por el arzobispo, no por tu abuelo!

– ?Estas segura de que estas embarazada? Si no lo estuvieras te daria una paliza ahora mismo.

– Si mi madre dice que estoy embarazada, es que estoy embarazada. Ademas, tu no vas a ponerme una mano encima.

– ?Como lo sabes?

– Porque no podras cogerme -rio Nyssa deshaciendose del abrazo de su marido y echando a correr. Varian la siguio sin dejar de reir.

Winterhaven se encontraba en lo alto de una colina y habia sido construida en el siglo xm. Era una solida construccion rematada por cuatro torres y coronada por cuatro almenas, lo que le conferia la apariencia de un castillo senorial, una apariencia que contrastaba con su interior confortable y acogedor. La edificacion estaba rodeada de un pequeno foso, poblado de maleza desde que habia dejado de ser necesario utilizar el puente levadizo para proteger el castillo. El conde y la condesa de March atravesaron el puente de piedra y se detuvieron frente a la entrada principal.

Las gruesas paredes de piedra gris impresionaron a Nyssa. Aliviada, comprobo que hacia poco tiempo que se habian cambiado las ventanas: las construcciones de aquella epoca solian ser demasiado lugubres y oscuras. El edificio era hermoso, pero saltaba a la vista que habia estado descuidado durante muchos anos. Habia mucho que hacer y se preguntaba si Varian podia permitirselo. Anthony Wyndham habia ofrecido una generosa dote a Varian pero habia insistido en que Nyssa conservara la casa de Riveredge y una parte de su dinero.

– Nyssa parece tenerte carino y no dudo de que tu amor por ella sea verdadero, pero prefiero que mi hija conserve algunas propiedades -habia dicho el conde de Langford-. Nunca se sabe que puede ocurrir. Ademas, ni Nyssa ni yo os escogimos como marido y yerno. Cuando nos conozcamos un poco mejor quiza cambie de opinion.

Varian se habia sorprendido al conocer las reservas de su suegro pero no le habia parecido prudente expresar sus pensamientos en voz alta. La idea de que su esposa conservara sus propiedades resultaba chocante para un hombre que esperaba recibir la dote de su esposa de la manera tradicional. Sin embargo, se ponia en el lugar de Anthony Wyndham y comprendia su decision. Quiza el hubiera hecho lo mismo si la felicidad de su hija hubiera estado en juego.

– No soy un hombre rico -habia reconocido a su suegro-, pero tampoco soy pobre como una rata. Por primera vez en mi vida voy a ocuparme de mis propiedades y la verdad es que no se por donde empezar.

– ?Teneis arrendatarios?

– Si.

– Entonces lo primero que debeis hacer es aseguraros de que el administrador haya cobrado las rentas y averiguar donde ha ido a parar todo ese dinero -le habia aconsejado Anthony Wyndham-. Si no esta en vuestras arcas, comprobad que haya sido invertido en la propiedad. Tendreis que visitar cada una de las granjas y fincas y ver si estan bien cuidadas. Si no es asi, debereis decidir si expulsais a sus habitantes o les dais la oportunidad de rectificar sus malos habitos. Todo cuanto necesitais es un poco de sentido comun -habia anadido-. Habeis vivido en la corte el tiempo suficiente para aprender a juzgar a las personas. Mis trabajadores crian caballos pero antes tambien criaban ovejas. Si podeis permitiroslo, intentad las dos cosas. Las ovejas son un negocio muy rentable a menos que una plaga acabe con el rebano. Mi suegro se arruino asi, pero eso ocurrio hace muchos anos y la verdad es que la lana se paga a muy buen precio.

Perplejo, Varian de Winter se rasco la cabeza.

– ?De donde creeis que salen el oro y la plata que gastais a manos llenas? -habia preguntado el conde de Langford tratando de contener la risa-. Habeis vivido tanto tiempo en la corte que lo habeis olvidado. Se nota que durante todo este tiempo habeis vivido de la generosidad de vuestro abuelo, pero imagino que el dinero necesario para mantener a su familia debia salir de algun sitio. Apuesto a que tiene deudas. Los hombres acostumbrados a la buena vida de la corte suelen tenerlas, pero nosotros no podemos permitirnos tantos lujos. Tenemos que pagar los impuestos, dotar a nuestras hijas, mantener a nuestros hijos y alimentar a nuestros empleados. El bueno de Enrique Tudor no podria mantener a los parasitos de su corte sin los elevados impuestos que pagamos.

– Esto va a ser mas complicado de lo que imaginaba -se habia lamentado Varian.

– Obedeced a vuestra intuicion y confiad en Nyssa. Se ha criado en el campo y es una mujer muy juiciosa.

Varian recordo las palabras de su suegro mientras ayudaba a Nyssa a desmontar.

– Comparada con Riveredge, Winterhaven debe parecerte horrible y pasada de moda, ?verdad? -se adelanto el conde de March a modo de disculpa. La casa no le habia parecido nunca tan triste e inhospita como ahora.

– Sera divertido ponerla en condiciones -contesto Nyssa-. Mientras las ventanas cierren bien y las chimeneas funcionen, lo demas tiene facil solucion. Tenemos tiempo de sobra para hacer de esta casa un hogar acogedor - concluyo besandole en la mejilla.

Una pareja de ancianos habian salido a recibirles y sus rostros arrugados estaban iluminados por una amplia sonrisa de bienvenida.

– Bienvenidos a casa -dijeron a coro, felices de ver a sus senores.

– 'Nyssa, te presento al senor y a la senora Browning. Esta es mi esposa, la condesa de March -anadio dirigiendose a los criados-. Es la hija de los condes de Langford. ?Donde estan el resto de los criados? - inquirio.

– Se han ido, senor -contesto Browning-. El senor Smale, el administrador, dice que mantener criados en una casa deshabitada es un gasto innecesario.

– Hace mucho frio -intervino Nyssa-. ?Por que no entramos y continuamos esta conversacion junto al fuego?

Los Browning siguieron a su nueva senora docilmente mientras Varian de Winter sonreia complacido al ver que los criados no dudaban en acatar las ordenes de Nyssa. El comedor principal de Winterhaven era una amplia estancia de forma rectangular con dos chimeneas en los extremos. La joven condesa de March se quito el abrigo y se lo tendio a Browning.

– ?Sois vos quien se ocupa de la cocina, senora Browning? -pregunto, consciente de sus obligaciones-. A partir de hoy se servira el desayuno despues de la misa de la manana. A menos que tengamos invitados importantes, sera una comida muy sencilla: cereales, huevos duros, pan, jamon, queso y frutas confitadas. El almuerzo se servira a las dos en punto y una ligera cena, a las siete.

– Si, senora -asintio la senora Browning-. Necesitare ayuda en la cocina.

– Vos conoceis a las familias de los alrededores, asi que sereis la encargada de elegir a vuestras ayudantas. Deberan ser muchachas trabajadoras y bien dispuestas. Escoged a tantas como necesiteis. Yo misma las entre vistare una por una y les asignare diferentes quehaceres. Las que no sepan cocinar realizaran los trabajos domesticos y se ocuparan de la ropa. Soy una mujer justa y bondadosa pero no estoy dispuesta a mantener sirvientes perezosos e inmorales. Y ahora, acompanad a mi doncella a sus habitaciones y ayudadla a instalarse

– concluyo.

– Si, senora -dijo la senora Browning haciendole una reverencia. Es muy joven para ser tan severa, penso. Saltaba a la vista que venia de una buena familia. La anciana senora Browning habia oido hablar de la hospitalidad de los habitantes de Riveredge. Sus criados eran la elite de la servidumbre de la comarca y era evidente que la joven senora estaba acostumbrada a lo mejor. ?Ya era hora de que Winterhaven tuviera una senora como Dios manda! Habian tenido que pasar treinta anos pero aquel parecia el principio de una nueva y prospera era.

Varian de Winter contemplo a su esposa embelesado mientras esta instruia a sus sirvientes con una mezcla de firmeza y dulzura. Cuando Nyssa hubo terminado de dar ordenes a la senora Browning, el conde de March se volvio hacia el viejo criado.

– Quiero ver al senor Smale inmediatamente

– dijo.

– Ire a buscarle-se ofrecio. Ahora sabras lo que es bueno, Arthur Smale, penso. El administrador llevaba quince anos ocupandose de Winterhaven y, aunque era un hombre honrado y trabajador, se le acusaba de

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