– ?Te aconseje que se lo contaras al rey! -la regano Nyssa-. Si te hubieras sincerado con el antes de casarte habria perdonado tus pequenos deslices y ahora nadie podria hacerte chantaje. Estas atrapada, Cat, y solo te queda rezar para que Francis Dereham mantenga la boca cerrada.
– Ya lo se -gimio Catherine tras apurar la copa de un sorbo.
– Secaos las lagrimas, majestad -dijo Nyssa con voz suave ofreciendo su panuelo a su amiga-. Nadie debe saber que habeis llorado o empezaran a haceros preguntas comprometedoras.
– ?Que seria de mi si no estuvieras aqui para aconsejarme y hacerme compania? -sollozo la reina tomando el panuelo y enjugandose las lagrimas-. ?Eres tan buena conmigo! Nunca pense que ser reina de Inglaterra fuera tan complicado. ?Prometeme que nunca me abandonaras!
– No puedo prometerte tal cosa -replico Nyssa con firmeza-. Si me quieres tanto como aseguras, dejame volver a casa -suplico-. Echo mucho de menos a mis hijos.
– Si regresas a Winterhaven no volveras a ver a Sin Vaughn nunca mas -rio Catherine cambiando de tema rapidamente-. Te felicito; le has impresionado. ?Le encuentras guapo? ?Crees que es mas guapo que mi primo Varian?
– Confieso que me parece un tipo atractivo y muy habil pero no es ni la mitad de guapo que Varian -contesto Nyssa-. Dicen que es un seductor y un calavera. A ninguna de las dos nos conviene ser vistas en su compania, Cat -anadio. Despues de reflexionar unos momentos, decidio no hablar a su amiga de su encuentro con Cynric Vaughn en la abadia abandonada. Sabia que la reina seria incapaz de mantener la boca cerrada y que interpretaria aquel episodio a su manera.
– ?Fue Bessie o Kate quien dijo una vez que los tipos misteriosos y de mala reputacion resultan mil veces mas interesantes que los hombres como Dios manda? -trato de recordar Catherine provocando las carcajadas de Nyssa.
Aquella noche el rey, que estaba de un humor excelente porque la caza se le habia dado bien, pidio a Nyssa y a su esposa que bailaran para el. Mientras observaba los giros y piruetas que las jovenes realizaban, sonreia complacido. Catherine lucia un vestido de seda de color rosa, un color que, segun el rey, realzaba el tono castano claro de su cabello y Nyssa tambien estaba muy bonita con un vestido de color verde manzana adornado con incrustaciones de perlas y peridotos en el corpino. Cuando hubieron terminado, Enrique Tudor las sento sobre sus rodillas y hablo a Nyssa carinosamente:
– Esta noche has bailado tan bien que te concedere un deseo. Pideme lo que quieras.
– Deseo regresar a casa, majestad -respondio Nyssa sin dudar un instante y besandole en la mejilla.
– ?Ah, picarona! -rio el rey-. Tu deseo me costara el enojo de mi Catherine, pero te he dado mi palabra de honor y te lo concedere. Pasaras las Navidades en tu casa.
– Gracias, majestad.
– A mi no me enganas, jovencita. Tu marido asegura que le has atrapado en tu tela de arana y que, aunque quisiera, no podria escapar. Despues de todo, te hice un favor obligandote a casarte con el, ?no es asi, pequena? -anadio, orgulloso.
– Soy muy feliz, majestad -confeso Nyssa-. Gracias por haber sido tan generoso conmigo.
– ?Y que desea mi pequena rosa sin espinas? -pregunto Enrique Tudor volviendose hacia su esposa-. ?Un vestido nuevo? ?Una piedra preciosa?
– No, majestad -contesto Catherine-. Ayer llego un pariente lejano de mi abuela, la duquesa Agnes, quien me pide que le nombre mi secretario personal. ?Tengo vuestro permiso para darle ese puesto?
– Esta bien -accedio el rey-. La quejica de tu abuela nos ha hecho un gran favor al quedarse en casa y no acompanarnos en este viaje y merece ser recompensada. Por cierto, ?como se llama ese caballero?
– Francis Dereham, senor -respondio Catherine haciendo un guino complice a Nyssa.
La caravana llego a la ciudad de York a mediados del mes de septiembre. El otono estaba cerca y no dejaba de llover, por lo que el viaje empezaba a resultar fastidioso. Enrique Tudor planeaba entrevistarse alli con su sobrino, el rey Jacobo de Escocia, y se rumoreaba que la ceremonia de coronacion de la reina podia celebrarse en la catedral de la ciudad, pero el rey se apresuro a asegurar que Catherine no seria coronada reina hasta que quedara embarazada.
El campamento se instalo junto a una vieja abadia y el rey empezo a preparar su entrevista con su sobrino. Mientras esperaban la llegada de este, los caballeros se entretenian cazando. Un dia abatieron doscientos ciervos y las marismas cercanas al rio ofrecian tal abundancia de patos, gansos, cisnes y pescado que los caza dores estaban disfrutando como nunca. Los cocineros trabajaban tan duro como si estuvieran en Hampton Court o en Greenwhich para que toda aquella carne no se echara a perder.
Nyssa no acompano a los hombres en la primera caceria porque le dolia la cabeza. Al enterarse de que Catherine tambien habia preferido quedarse en el campamento, decidio acercarse a su tienda para hacerle compania. Catherine no sabia entretenerse sola y necesitaba rodearse de gente cuya unica ocupacion fuera hacerle pasar un rato agradable. Los guardias la saludaron con una sonrisa y la dejaron entrar en la tienda. Una vez dentro, Nyssa comprobo que el salon estaba vacio y que no habia rastro de las damas que siempre corrian de aqui para alla cumpliendo las ordenes de su caprichosa reina.
– Cat… -llamo en voz baja-. Cat, ?estas ahi?
Al no recibir respuesta, se dirigio a la antecamara que daba paso al dormitorio de la reina, pero tampoco encontro a nadie alli. Quiza este dormida, se dijo apartando la cortina para comprobarlo.
Lo que vio la dejo boquiabierta. La reina y Tom Culpeper yacian sobre la gruesa manta de pelo que cubria el lecho real. Una lampara de aceite ardia junto a ellos y proyectaba una luz dorada que envolvia sus cuerpos entrelazados. Cat estaba completamente desnuda y Tom Culpeper solo vestia una camisa de seda abierta. Durante un fugaz instante Nyssa vio los pechos redondos y colmados de la reina mientras su amante cambiaba de posicion y se tendia entre sus piernas. Cat estaba sofocada y gemia de placer.
– ?No te detengas, Tom! -la oyo decir Nyssa-. ?Foliame, carino! ?Sigue, sigue! ?Te necesito tanto! ?Asi, carino, asi!
– Disfruta, mi pequena Cat -contesto Tom Culpeper-. Yo no soy ese viejo enfermo con quien te has casado. Te voy a follar bien, como he hecho otras veces y como espero hacer en el futuro.
Nyssa dejo caer la cortina y abandono la tienda de la reina a toda prisa. No daba credito a lo que sus ojos acababan de ver. ?No podia ser! Debo de haber sufrido una alucinacion, se dijo apoyandose en un arbol y cerrando los ojos. Las imagenes que acababa de presenciar se repetian una y otra vez. Abrio los ojos de golpe y se dijo que necesitaba tiempo para pensar que iba a hacer… si es que podia hacer algo.
Cuando llego a su tienda llamo a Bob, el mozo de establos, y le ordeno que ensillara un caballo.
– ?Vais en busca de los hombres, senora?
– No -contesto Nyssa-. Quiero dar un paseo sola, a ver si se me pasa el dolor de cabeza. No me alejare mucho, asi que no es necesario que me acompanes.
El mozo corrio a cumplir sus ordenes y Nyssa entro en la tienda.
– Tillie, traeme la falda de montar color verde y las botas -pidio.
– Estais muy palida, senora -advirtio su doncella-. ?Os encontrais bien? ?Por que no os echais un rato?
– No, Tillie. Necesito un poco de aire fresco. ?Odio la corte y a sus gentes con todas mis fuerzas!
Tillie guardo silencio y ayudo a su senora a vestirse con una falda de terciopelo verde y un corpino color purpura y dorado. Arrodillandose, le calzo las botas y se las abrocho.
– ?Vais en busca de los hombres, senora?
– Voy a dar un paseo sola.
– Deberiais dejar que Bob os acompanara. El senor se enojara si se entera de que habeis salido sola. Estos caminos son muy peligrosos.
– Apuesto a que no son ni la mitad de peligrosos que la vida en la corte -replico Nyssa, irritada-. He dicho que quiero estar sola y el senor no tiene porque enterarse si nadie se lo dice. ?Me has entendido, Tillie? -anadio golpeando carinosamente el hombro de su doncella y saliendo de la tienda.
Monto el caballo que Bob habia ensillado y partio a toda velocidad sin saber a donde se dirigia. ?El paisaje era tan aburrido! Todo cuanto se divisaba era cielo y colinas tenidas de los colores del otono. Cabalgo hasta lo alto de una colina y decidio dar un respiro a su caballo. Desmonto y contemplo el paisaje que se extendia a sus pies mientras se sumia en sus pensamientos.
Habia sorprendido a la reina en flagrante adulterio y no sabia que debia hacer. Enrique Tudor adoraba a Catherine y reprendia severamente a todo aquel que osaba a hablar mal de ella en su presencia. No puedo acusar