– Es un hombre importante y los hombres importantes no son como tu ni como yo -reflexiono Nyssa antes de besar a Varian.

La caricia de los labios de Nyssa sobre los suyos hizo que la cabeza empezara a darle vueltas. La abrazo y la atrajo hacia si.

– Te adoro -murmuro.

– Me deseas -replico Nyssa sonriendo seductoramente y acariciandole una mejilla.

– Es verdad -confeso Varian-. Creo que deberiamos aprovechar cada minuto a solas. Asi me gusta; buena chica -anadio acariciandole un pecho. Inclino la cabeza y beso su piel ligeramente salada. Nyssa gimio y cambio de postura para estar mas cerca de el. Varian beso y mordisqueo la piel sensible de su pecho hasta hacerla gritar. La obligo a echar la cabeza hacia atras y busco la piel suave de su garganta con insistencia.

– ?Te quiero tanto! -le susurro Nyssa al oido-. No quiero ser otra cosa que tu esposa y tu amante.

Varian estaba avergonzado de la pasion que se habia apoderado de su cuerpo pero advirtio que Nyssa estaba tan excitada como el. La joven sollozaba de placer mientras se decia que no podia imaginar una sensacion mas agradable que la de tener a su marido en su interior. Cuando hubieron terminado, no se separo de su abrazo, contenta de haberle dejado satisfecho. Sabia que no tardarian mucho en volver a dejarse llevar por el deseo y que esta vez seria mejor que la anterior. Siempre ocurria lo mismo: un ansia casi insaciable de poseer al otro seguia a aquellas breves pausas. Como ocurria cada vez que estaba con su marido, se pregunto si habria quedado embarazada. Varian y ella deseaban tener muchos hijos.

Cuando Tillie les desperto todavia no habia amanecido. Salieron de su tienda y comprobaron que los criados se afanaban en desmontar el campamento. Tillie y Toby les ayudaron a vestirse con ropas de viaje comodas y calientes y les sirvieron el desayuno: avena caliente, pan recien hecho, jamon y queso. Sabedores de que pasarian varias horas antes de que volvieran a comer, Varian y Nyssa no dejaron una migaja en el plato.

– He empaquetado un poco de pan y queso y algunas manzanas por si les apetece comer algo durante el viaje -dijo Toby-. Los criados del rey dicen que su majestad desea llegar a Londres cuanto antes, asi que supongo que la jornada a caballo sera larga y fatigosa.

– ?Habeis comido algo vosotros? -se intereso Va-rian-. La jornada sera tan dura para nosotros como para nuestros criados.

– ?Cuando volveremos a casa, senora? -quiso saber Tillie.

– Confio en que el rey nos de permiso para abandonar la caravana cuando lleguemos a Amphill testo Nyssa-. Me prometio que podriamos pasar las Navidades en casa. Nosotros tambien echamos mucho de menos Winterhaven.

El buen tiempo que les habia acompanado durante su breve estancia en Hull habia cambiado. Corria octubre y los dias cada vez eran mas cortos, humedos y frios. Los arboles cambiaban sus colores del verano por los ocres, marrones y dorados del otono. La temporada de caza habia finalizado y la caravana avanzaba a marchas forzadas hacia el sur en busca de los gruesos muros de piedra que les protegerian del frio del invierno.

El tiempo humedo y desapacible empezaba a perjudicar la pierna enferma de Enrique Tudor, que montaba uno de los caballos que lady Ana de Cleves le habia regalado y soportaba el frio, la lluvia y el dolor estoicamente. Ante la desesperacion del conde de March, que deseaba recordarle su promesa de permitirles regresar a casa, las unicas personas con quienes consentia hablar eran su esposa y su bufon.

– No nos queda mas remedio que esperar hasta que la caravana llegue a Windsor -suspiro resignado-. Ahora no hay manera de acercarse a el.

Nyssa se sintio descorazonada pero trato de ocultar su decepcion. La caravana se detuvo un dia en Kettleby para descansar y la reina aprovecho para iniciar los preparativos de las fiestas de Navidad.

– Las celebraciones se haran en Hampton Court y duraran doce dias -dijo a sus damas-. ?Adoro ese palacio! Vamos, Nyssa, juguemos una partida de cartas -propuso-. Ultimamente siempre me ganas, asi que exijo la revancha. Enrique dice que deberia mejorar mi juego en vez de apostar tanto.

Nyssa estuvo tentada a recordar a Cat que no pensaba pasar las Navidades en Hampton Court pero decidio guardar silencio. Cat podia enojarse y predisponer al rey en su contra. Era mejor no contradecirla y esperar un momento mas propicio. Volvio su atencion a la partida de cartas y dejo ganar a Cat hasta que esta hubo recuperado lo que habia perdido en las ultimas noches.

– Habeis sido muy astuta esta noche, lady De Win-ter -le susurro lady Rochford cuando se disponia a marcharse-. Es una lastima que no jugueis vuestras cartas con tanta habilidad cuando se trata de asuntos mas delicados.

– No se de que estais hablando -replico Nyssa escudrinando el rostro inescrutable de la dama-. Lo siento, pero los jeroglificos no se me dan nada bien.

Abandono la tienda de la reina y se perdio en la oscuridad de la noche. Las tiendas ocupaban siempre la misma situacion en el campamento y el camino estaba bien iluminado, asi que rechazo la compania del soldado que se ofrecio a escoltarla. De repente, advirtio que alguien seguia sus pasos. Cuando se volvio, dos hombres la sujetaron por los brazos y la apartaron del camino principal.

– Si gritais, os corto la garganta -amenazo una voz familiar.

?Como voy a gritar si no puedo?, penso Nyssa, paralizada por el miedo. ?Quienes eran aquellos hombres y que querian de ella? Apenas llevaba joyas.

Aquella noche el campamento habia sido levantado junto a las ruinas de un viejo monasterio y sus asaltantes la arrastraron hasta alli. En ese momento asomo la luna y Nyssa descubrio que se trataba de Tom Culpe-per y sir Cynric Vaughn. Emitio un suspiro de alivio y se volvio hacia ellos, furiosa.

– ?Me han dado un susto de muerte, senores! -siseo-. ?Como se atreven a asaltarme en mitad de la noche como si fueran salteadores de caminos?

Hizo ademan de emprender el regreso al campa mento pero Tom Culpeper le hinco unos dedos como garras en el brazo.

– No tan deprisa, senora -espeto-. Vos y yo tenemos que hablar. Os habeis mezclado en un asunto que no es de vuestra incumbencia y por vuestra culpa hay una dama que esta inquieta y confundida. Estoy aqui para asegurarme de que dejeis de meteros donde no os llaman.

– Y vos habeis puesto en peligro la vida de esa dama

– replico Nyssa-. Si la quisierais de verdad, dejariais de verla inmediatamente. ?Tom Culpeper, sois un egoista y un oportunista! -acuso-. ?No os dais cuenta de que.vuestra vida tambien corre peligro? Lady Rochford conoce vuestro secreto y la muy irresponsable alienta ese comportamiento. A cada dia que pasa, el peligro de que el rey os descubra aumenta.

– Pero vos no se lo direis, ?verdad?

– ?Yo? ?Estais loco? Nunca traicionaria a Cat ni me atreveria a dar una noticia tan desagradable al rey. ?Naturalmente que no se lo dire! ?Es eso lo que os preocupa? Tom Culpeper, sois un tonto.

– No os creo -replico Tom Culpeper-. Si el rey no se hubiera casado con Cat, vos seriais su esposa. La reina me ha dicho que su tio, el duque de Norfolk, os obligo a casaros con lord De Winter para evitar que el rey os escogiera. Si mi senora cayera en desgracia, el rey volveria a fijarse en vos.

– Tom Culpeper, escuchadme con atencion -dijo Nyssa escogiendo sus palabras con cuidado-. Yo nunca quise convertirme en la reina de Inglaterra, ?nunca! Es cierto que me case con mi marido porque el duque asi lo ordeno, pero le quiero y tambien quiero a nuestros hijos. Creo que estoy embarazada de nuevo

– mintio-. No apruebo el comportamiento de Cat pero no sere yo quien la delate porque mi familia sufriria las consecuencias. Tampoco lo hare por principios porque soy consciente de que la gente implicada en este asunto desconoce el significado de esa palabra. ?Y ahora, dejadme marchar! -ordeno-. Mi marido debe estar preguntandose donde estoy y supongo que no os gustaria que os descubrieran aqui y empezara a hacer preguntas comprometedoras.

– Quiza esteis diciendo la verdad… o quiza no. ?Quien me asegura que no tratais de enganarme para que os deje marchar? Antes de eso, os ensenare una muestra de lo que puede ocurrir si os vais de la lengua -anadio sujetandole los brazos a la espalda y levantandola en el aire-. Toda tuya, Sin. ?Sabiais que mi amigo Sin os desea?

– Si me poneis una mano encima, gritare -amenazo Nyssa.

– Si lo haceis, diremos que habeis sido vos quien nos ha citado aqui. Vamos, Sin, ensenale lo que es bueno.

Sin Vaughn avanzo y amordazo a Nyssa con un panuelo de seda. Con una mano le acaricio la mejilla mientras

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