con el cuento de otra antigua doncella de la duquesa Agnes que habia sido admitida en el servicio de su majestad. Se como mantener a raya a mi marido pero John es harina de otro costal. Un dia le dije que me dejara en paz y que no seria yo quien importunara a la pobre reina Catherine. Cuando me pregunto que queria decir con eso de «la pobre reina Catherine», le conteste que esas mujeres no deseaban servirla, sino aprovecharse de ella y que habian obtenido su puesto amenazandola con revelar lo ocurrido en los palacios de Horsham y Lambeth durante su infancia y juventud. Le dije que chantajear a la reina me parecia algo despreciable y que, si ella hubiera reclamado mi presencia en la corte, no habria dudado en acudir a su lado pero que no pensaba amenazarla para obtener un buen puesto. Desgraciadamente, mis explicaciones no convencieron a John -suspiro desalentada-; la ambicion de mi hermano no conoce limites. A partir de ese dia no dejo de importunarme hasta que consiguio arrancarme el secreto que habia abierto las puertas de palacio a las otras doncellas. Estoy convencida de que la senorita Cat no tuvo toda la culpa: era joven e inocente y los caballeros revoloteaban a su alrededor sin descanso. Le adverti de lo que podia ocurrir, pero no quiso escucharme. Es una jovencita muy testaruda y yo solo era una simple doncella. La duquesa nunca sospecho nada -anadio-. Cada vez que habia un problema ac tuaba con contundencia, pero lady Agnes no solia advertir que habia problemas hasta que era demasiado tarde. Nadie le contaba lo que ocurria en su propia casa porque la mayoria de los miembros del servicio estaban implicados.

– Contadme todo cuanto recordeis de aquellos anos -dijo el arzobispo con una voz tan suave que Maria Hall sintio que podia confiar en el.

– Conozco a su majestad desde que era una cria

– contesto-. Yo cuide de ella y de sus hermanas cuando llegaron a Horsham. ?Era una nina muy revoltosa!

– rio al recordar a la pequena Catherine-. Pero tenia un corazon de oro, senor, y todo el mundo la adoraba. Un ano antes de su marcha al palacio de Lambeth dije a la duquesa que la pequena mostraba un gran interes por la musica, asi que lady Agnes hizo venir a un atractivo y ambicioso joven llamado Enrique Manox para que ensenara a Catherine a tocar el laud y a cantar. Pero Manox queria llegar muy alto e hizo creer a la senorita que iba a casarse con ella, aunque en realidad solo queria deshonrarla. ?Valiente sinverguenza, el tal Manox!

– bufo furiosa-. Le ordene que se alejara de mi Cat pero ellos siguieron viendose en secreto. Un dia, la duquesa les sorprendio besandose y acariciandose. Les propino una monumental paliza y envio a Manox de vuelta a Londres.

– ?Sintio mucho la senorita Catherine la partida de su profesor de musica?

– La verdad es que no -contesto Maria Hall tras reflexionar unos instantes-. La pobre habia dicho a todo el mundo que Enrique Manox le habia dado palabra de matrimonio, pero no era mas que un sueno adolescente. Aunque hubiera estado enamorado de ella, la familia nunca habria permitido que ese matrimonio se celebrara. La senorita era una Howard y el, un simple profesor de musica.

– Comprendo -asintio Thomas Cranmer-. ?Que ocurrio cuando lady Catherine llego a Londres?

– Ocurrio un ano despues. Enrique Manox la esperaba impaciente y pretendia continuar su conquista. Sin embargo, la senorita Catherine no quiso saber nada de el, lo que le enfurecio mucho. El muy sinverguenza habia estado fanfarroneando delante de sus amigos sobre su aventura con ella y aseguraba que la senorita volveria a su lado con solo pedirselo.

– ?Eso es todo? -sonrio el arzobispo sirviendole un poco mas de vino-. Habladme de Francis Dere-ham. ?Cuando conocio a lady Catherine? ?Mantenian una relacion muy estrecha?

– Francis Dereham trabajaba para el duque. Como Enrique Manox, su posicion era inferior a la de la senorita, pero parecia no importarle. Cuando Manox descubrio que aquel caballero hacia la corte a lady Catherine, se puso verde de envidia. Las peleas entre ambos rivales se sucedian sin descanso y la senorita, que se sabia la envidia de todo Lambeth, no cabia en si de gozo. Francis Dereham se granjeo las simpatias de la reina desde el primer momento. Era bastante mas apuesto que el pobre Enrique Manox y de buena familia. Finalmente, Manox admitio su derrota y desaparecio, dejando el campo libre a Francis Dereham. Aunque se hacia pasar por un autentico caballero, era otro sinverguenza. Trataba a la senorita con demasiada familiaridad y yo solia reprenderla. «Francis dice que desea casarse conmigo», me dijo una vez. «?Conque esas tenemos? ?Volvemos a las andadas, lady Catherine? Vos no sois nadie para dar palabra de matrimonio. Sera vuestro tio, el duque, quien escogera a vuestro marido», replique yo. «Solo me casare con Francis Dereham», insistio ella. Desde ese dia la senorita Catherine empezo a volverme la espalda y dejo de confiar en mi, pero yo seguia reprobando su comportamiento. Un dia, Francis Dereham me amenazo: «Si dices algo a la duquesa, alegare que eres una mentirosa y que estas celosa de Catherine. Perderas tu trabajo y te moriras de hambre porque nadie querra contratarte. ?Me he explicado con claridad?», dijo. ?Que podia hacer yo sino callar, senor? -sollozo Maria Hall.

– ?Creeis que el senor Dereham se tomo demasiadas libertades con lady Catherine? -inquirio Thomas Cranmer.

– Si, senor, pero la senorita lo arreglaba todo diciendo que no importaba porque se iban a casar. Lo repetia tantas veces que todo el mundo acabo dando por sentado que seria asi. Francis Dereham visitaba el dormitorio de las ninas casi todas las noches y se metia en la cama con ella. Hasta entonces yo habia ocupado ese lugar, pero no pude seguir haciendolo. Yo era una mujer casada y sabia perfectamente que significaban los gemidos y los resoplidos que llegaban a mis oidos. Muchas de las jovenes que compartian habitacion con ella se negaron a seguir durmiendo alli cuando descubrieron que estaba ocurriendo.

– ?Insinuais que lady Catherine no era virgen cuando se caso con el rey? -exclamo Thomas Cranmer-. ?Estais diciendo que el senor Dereham y ella fueron amantes?

– No puedo jurarlo porque echaban las cortinas de la cama, pero estoy casi segura de que ocurrio como os he explicado -contesto Maria Hall.

– Continuad, por favor.

– Se trataban de marido y mujer delante de todo el mundo. Una vez, el la beso en publico y todos le reprendimos por comportarse con tanto descaro. El senor Dereham replico: «?Que ocurre? ?Acaso no tiene derecho un hombre a besar a su esposa?» Lady Catherine se encendio hasta la raiz del cabello. La senorita empezaba a tomar conciencia de que significaba ser una Howard y se arrepentia de no haber parado los pies a su amante. Sin embargo, cuando aun estaba a tiempo de deshacerse de el, prefirio seguir haciendole sitio en su cama. Manox, que no habia olvidado la traicion de Catherine y estaba celoso de Dereham, empezo a decir que habia visto una mancha de nacimiento que la senorita tenia en un lugar no visible. Le pedi que dejara de lanzar infamias pero no me hizo caso. Finalmente, Catherine convencio a Dereham de que, no siendo su familia tan noble como la suya, debia conquistar a su tio con dinero, por lo que era necesario que partiera inmediatamente en busca de fama y fortuna. En aquellos dias, lady Catherine ya sabia que habia sido escogida como dama de honor de lady Ana de Cleves y que debia trasladarse a Hampton Court. Sospecho que a la senorita le parecio la excusa perfecta para deshacerse de su amante. Dereham partio hacia Irlanda no sin antes dejarle todos sus ahorros y asegurarle que ese dinero seria para ella si a el le ocurria algo. El pobre diablo estaba convencido de que Catherine aceptaria casarse con el. Meses despues, oi decir que se habia hecho pirata, pero es solo un rumor.

El arzobispo de Canterbury sentia un peso en el pecho que le impedia respirar con normalidad.

– Decidme el nombre de las doncellas que han hecho chantaje a su majestad -pidio.

– Katherine Tylney, Margaret Morton, Joan Bul-mer y Alice Restwold -respondio Maria Hall sin vacilar.

– ?Creeis que confirmaran vuestra historia?

– Si dicen la verdad si, senor.

– Quiero pediros un favor -dijo Thomas Cranmer-: no hableis a nadie de esta conversacion… ni siquiera a vuestro hermano. Si es cierto que Catherine Howard no era virgen cuando se caso con Enrique Tu-dor, quiza siga comportandose asi despues de su matri monio y ese seria motivo mas que suficiente para acusarla de traicion. Se por experiencia que es casi imposible abandonar las malas costumbres. Antes de tomar una decision, debo hablar con el resto de las doncellas de su majestad -anadio poniendose en pie-. Por esta razon, os pido que guardeis silencio. Yo hablare con vuestro hermano. El senor Lascelles a veces peca de… impulsivo.

El arzobispo acompano a Maria Hall hasta la sala donde su hermano esperaba. John Lascelles se puso en pie de un brinco y corrio hacia ellos, pero Thomas Cranmer se le adelanto.

– La conversacion que acabo de mantener con vuestra hermana es confidencial y le he prohibido revelar su contenido a nadie, ni siquiera a vos. Quiero investigar a fondo este asunto antes de hacerlo publico. Pronto volvere a llamaros a declarar, ?habeis entendido?

Lascelles asintio y, tomando a su hermana del brazo, abandono el palacio. Thomas Cranmer, el clerigo mas

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