bromeaban y charlaban animadamente y los perros ladraban mientras trataban de mantener el paso de los caballos.
La ciudad de Hull, un puerto de pesca, habia sido visitada por el rey Eduardo I en 1299 y desde ese momento habia pasado a llamarse Kingston Upon Hull.1 Nadie imaginaba las razones de Enrique Tudor para detenerse alli, pero, ante el alborozo de todo el mundo, el 1 de octubre el tiempo mejoro notablemente. Las nubes desparecieron y dejaron paso a un cielo azul en el que el sol lucia con todo su esplendor. Soplaba una brisa suave que mantenia el calor a raya y hacia que la temperatura fuera muy agradable. El campamento se instalo frente a la playa y, cuando Enrique Tudor expreso su deseo de pescar, sus subditos no pudieron evitar preguntarse de donde sacaba tanta energia, aunque se consolaron pensando que en un bote uno podia sentarse y esperar tranquilamente hasta que picaran. Las mujeres aprovecharon el buen tiempo para descansar, tomar el sol, banarse y lavar la ropa antes de abandonar el lugar cinco dias despues. Una tarde, Nyssa se acerco a la tienda de la reina y descubrio a lady Rochford y a Tom Culpeper ocultos tras un toldo. Aprovechando que estaban demasiado enfrascados en su conversacion para reparar en la presencia de una intrusa, se dispuso a escuchar con atencion.
1. La Muy Leal Ciudad de Hull (N. de la T.)
– Debes tener paciencia, Tom, muchacho -decia lady Rochford-. Ella tambien se muere de ganas de estar contigo, pero este no es el mejor lugar. Las damas entran y salen de las habitaciones de su majestad a todas horas y no es tan facil deshacerse de ellas cada vez que deseais veros a solas. Muchas de ellas estan celosas y esperan la ocasion de desacreditarla a ojos del rey. Su majestad tiene un corazon de oro, pero es demasiado ingenua y se niega a creer que muchas no dudarian en traicionarla -se lamento-. Lo siento, Tom, pero deberas esperar a un momento mas propicio para volver a verla -concluyo negando con la cabeza.
– Jane, sabes que nunca pondria su vida en peligro, pero, que Dios me perdone, la amo y no puedo soportar estar tan cerca de ella y no poder acercarme -replico Tom Culpeper-. ?Cada vez que oigo al rey fanfarronear sobre como la ha usado y como gritaba ella de placer me entran ganas de hacer una locura!
– Si no te tranquilizas, lo echaras todo a perder -le regano lady Rochford-. El rey tiene cincuenta anos… ?Crees que vivira mucho mas? Cuando muera Cat sera solo tuya, pero de momento debes ser prudente.
Nyssa se alejo de la tienda de puntillas. No queria que la descubrieran espiando y tampoco deseaba seguir escuchando aquella conversacion. Estaba desconcertada. ?Como se atrevian a desear la muerte del rey? Podia acusarles de traicion pero sabia que, si lo hacia, ellos negarian haber dicho aquella atrocidad. Era su palabra contra la de Tom Culpeper y Jane Rochford. ?Y quien era ella? Era ni mas ni menos que Nyssa Wyndham, candidata junto con Cat a convertirse en la quinta esposa de Enrique Tudor y misteriosamente casada con el unico nieto del duque de Norfolk.
Lo unico que podia hacer era hablar con la reina y tratar de hacerla entrar en razon. ?Acaso no eran amigas? Cat lo repetia cien veces al dia y no se molestaria cuando le dijera que conocia su secreto. Le dejaria muy claro que su intencion no era faltarle al respeto ni molestarla, sino ayudarla. Debia hacerle^comprender que era necesario que dejara de ver a Tom porque, si el rey descubria su infidelidad, muchos inocentes pagarian con su vida aquel pequeno desliz de su reina. Gracias a Dios, Cat era una mujer inteligente y Nyssa estaba segura de que enmendaria su comportamiento antes de que fuera demasiado tarde. Definitivamente, tenia que hablar con la reina cuanto antes.
– ?De que estas hablando, Nyssa? -inquirio Ca-therine mientras se retorcia las manos nerviosamente-. ?Que quiere decir «lo sabes»?
Las dos amigas daban un paseo por la playa. Aunque hacia muy buen dia, el horizonte cargado de nubes presagiaba que el tiempo no tardaria en empeorar. Aquel era su ultimo dia en Hull. Estaba previsto que la caravana emprendiera la marcha hacia la capital al dia siguiente, por lo que Nyssa habia tenido que hacer prodigios para quedarse a solas con Catherine y deshacerse de su amante. Durante el banquete celebrado la noche anterior, habia dicho al rey que corria el rumor de que Tom Culpeper era un experto pescador, pero que nadie habia visto nunca sus trofeos. Ante el regocijo de Nyssa, Enrique Tudor habia insistido hasta que Tom Culpeper habia accedido de mala gana a unirse a los pescadores al dia siguiente.
No le habia costado mucho convencer a Catherine de que la acompanara a dar un paseo porque, pasada la novedad de la presencia de su amiga, la reina volvia a dar muestras de aburrimiento. Sabedora de que iba a tener que pasar las proximas semanas encerrada en una carroza y que el buen tiempo no volveria hasta la proxima primavera, se mostro encantada de salir a disfrutar por ultima vez del aire fresco y el sol.
– ?Vas a decirme de una vez eso tan importante? – insistio.
– Se lo tuyo con Tom Culpeper.
– No se de que estas hablando -replico Catherine.
– No lo niegues, Cat. Os vi juntos -anadio enrojeciendo al recordar la escena-. Te juro que no estaba espiando. Fue el dia que los hombres salieron a cazar y yo me quede porque me dolia la cabeza. Cuando me senti un poco mejor fui a proponerte que jugaramos a las cartas. Te llame pero no contestaste asi que, pensando que dormias, entre en tu habitacion y os descubri juntos. Lo siento mucho, Cat. Perdona mi indiscrecion.
– Pideme lo que desees -dijo la reina-. ?Quieres oro o joyas? ?O quiza prefieres un puesto de importancia en la corte para alguien de tu familia? Comprare tu silencio; no eres la primera que ha intentado sobornarme.
– ?Te equivocas, Cat! -exclamo Nyssa, escandalizada.
– No te hagas la santita, Nyssa. Si no quisieras pedirme algo, no estariamos teniendo esta conversacion.
– Lo unico que quiero es que dejes de comportarte como una irresponsable. Estas poniendo en peligro tu vida y la de mucha gente inocente. ? Como has podido caer tan bajo? Tienes un marido que te adora y que esta pendiente de todos tus caprichos. Por el amor de Dios, Cat, ?eres la reina de Inglaterra!
– ?Y crees que eso es una ganga? -sollozo Catherine-. ?Nyssa, nunca pense que seria tan duro! Adoro las ropas caras, las joyas y tener a decenas de personas pendientes de mis deseos, pero si llego a saber lo que me esperaba, no me habria casado con Enrique Tudor. Ahora estoy atrapada. ?Me desprecio a mi misma por haberme convertido en el juguete de un anciano! Quiero amar y ser amada como tu.
– Pero el rey te adora, Cat. Ni siquiera es capaz de contenerse en publico. Llevais meses casados y salta a la vista que cada dia te quiere mas. No me digas que estabas tan deslumbrada con los privilegios de ser reina que no te diste cuenta de que Enrique Tudor es un anciano, porque no me lo creo. Yo me pasaba el dia rezando por que no me escogiera a mi. Me sentia incapaz de amarle como esposa y estoy segura de que a ti te ocurrio lo mismo.
– No tienes ni idea de lo que es ser una Howard
– replico Catherine, dolida-. Mi madre murio cuando yo tenia cinco anos y mi padre estaba demasiado ocupado buscando a una viuda de buena posicion para ocuparse de sus cinco hijos. Mis hermanas y yo fuimos enviadas a Horsham y nos criaron como a una carnada de gatitos o cachorros. Desde el primer momento, quedo muy claro que eramos los parientes pobres y me vi obligada a tomar sin rechistar lo que me daban y a dar las gracias constantemente. ?Era tan humillante! No recibi ningun tipo de educacion y recuerdo que solia esconderme en el aula donde estudiaban mis hermanos y mis primos. Apenas se escribir mi nombre y no se leer
– reconocio-. Nunca tuve un vestido que fuera mio hasta el dia que llegue a la corte. Hasta entonces, todos mis vestidos eran heredados y, cuando se me quedaban pequenos, pasaban a mis hermanas. Algunos de aquellos vestidos estaban tan raidos que temia que se me rompieran en pedazos entre las manos, pero si no llegaban a Elizabeth o a Maria, recibia una paliza por descuidada.
Nyssa escuchaba el relato de Cat boquiabierta. ?Que diferente habia sido su infancia! Ella habia crecido mimada por sus padres, abuelos y tios y rodeada del carino de su familia. Los Howard eran un clan rico y poderoso, pero no sabian nada sobre la educacion y la crianza de los ninos. Las desgraciadas infancias de Ca- therine y Varian tenian numerosos puntos en comun. Sin embargo, aquella no era excusa para cometer adulterio.
– Precisamente porque tuviste una infancia tan desgraciada tu comportamiento me resulta todavia mas incomprensible. El amor de tu marido deberia haberte hecho feliz.
– ?Pero el no me quiere! -protesto Cat-. Dice que me ama pero solo me quiere para lucirme delante del rey Francisco I de Francia y del emperador romano. Lo unico que le importa es presumir de esposa joven y bonita. Ademas, como amante es terrible -anadio naciendo un mohin de disgusto-. ?No te hablo tu madre de el? Despues de todo, fueron amantes.
– Una madre no suele comentar con su hija las habilidades de su amante, Cat.