a la reina sin pruebas, se lamento Nyssa. Si lo hago, todo el mundo pensara que estoy celosa de ella y que deseo desacreditarla a ojos del rey para ocupar su lugar. Se volvera a hablar del turbio episodio de mi boda con Varian y me acusaran de Dios sabe que. Aunque el adulterio y la traicion me repugnan, debo guardar silencio. Ni siquiera estoy segura de que deba contarselo a Varian. Se lo dira a su abuelo y el duque reprendera a Cat. Ella se pondra furiosa y se enojara conmigo por hablar demasiado. Sera la palabra de una humilde mujer de campo contra la de la reina de Inglaterra. Debo guardar silencio por el bien de mi familia.

– Nunca he visto una mirada tan seria en los ojos de una mujer -dijo una voz familiar sacandola de sus cavilaciones. Nyssa se volvio y descubrio que se trataba de Cynric Vaughn-. Un penique por vuestros pensamientos, mi querida condesa de March.

– Pienso en mis hijos y en cuanto me gustaria estar en Winterhaven -mintio la joven-. Adoro la vida del campo y detesto la corte -confeso.

– Cuando os he visto abandonar el campamento a todo correr, he creido que ibais a encontraros con vuestro amante.

– ?Cuantas veces tendre que deciros que mi marido es mi unico amante? -replico Nyssa, irritada.

– Muy original, pero un poco aburrido. No vale la pena esforzarse por explicar a este hombre que significa la palabra amor, se dijo.

– ?Por que no habeis acompanado a los hombres, senor? -pregunto.

– Al rey le encanta cazar, pero yo lo encuentro un deporte estupido -contesto Cynric Vaughn-. Decidme, senora, ?que estariais haciendo en estes momentos si estuvierais en vuestra casa?

– Preparar conservas y sidra; y en octubre, fermentar la cerveza.

Cynric Vaughn estallo en carcajadas y su caballo se revolvio inquieto.

– Creia que eso lo hacian los criados.

– En efecto, pero ese trabajo debe ser supervisado por alguien. Mi madre siempre dice que la unica manera de conseguir que los criados hagan bien su trabajo es instruirles adecuadamente.

– ?Y que me decis de los mayorales y las amas de llaves? ?Tampoco os ayudan?

– Nos ayudan y en ocasiones nos sustituyen, pero no pueden ocupar nuestro lugar. Las haciendas sin patron no prosperan porque hace falta una mano firme que llame al orden a los empleados de vez en cuando.

– Comprendo -murmuro sir Vaughn-. Ahora entiendo por que mi hacienda va de mal en peor. El problema es que necesito a una mujer rica para ponerla en condiciones y no puedo cazar ninguna mujer rica sin una hacienda en condiciones -rio-. Mientras decido como solucionar mi problema, permanezco en la corte y disfruto de los placeres de la vida.

– ?Donde se encuentran vuestras tierras? -pregunto Nyssa montando de nuevo y emprendiendo el camino de regreso al campamento.

– En Oxfordshire -contesto el siguiendola-. Creo que os gustarian. Poseo una casa en ruinas y varios cientos de acres de tierra poblada de maleza y matorrales.

– ?Por que no habeis contratado a arrendatarios que cuiden de ellas? -inquirio Nyssa, extranada-. ?No criais ganado ni ovejas?

– Veo que sois una verdadera mujer de campo

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– no el.

– La tierra y las gentes que la trabajan son la mayor riqueza de Inglaterra -aseguro la joven-. Preguntadselo al rey y vereis como esta de acuerdo conmigo.

– Acepto la reganina con humildad -sonrio Cyn-ric Vaughn agachando la cabeza-. Quiza vos podriais ensenarme todo cuanto necesito saber para convertirme en un granjero modelico.

– Os burlais de mi.

– Nada mas lejos de mi intencion, senora -protesto el fingiendose ofendido.

– Entonces, ?habeis decidido volver a las andadas?

– inquirio Nyssa mientras se preguntaba si Tom Cul-peper habria confiado su secreto a Cynric Vaughn. Si lo habia hecho, Cat se encontraba en una situacion muy comprometida. Debia averiguarlo-. ?Estais coqueteando conmigo otra vez?

– Me parece que sois vos la que esta coqueteando conmigo.

– ?No fuisteis vos quien me aconsejo que me olvidara de Tom Culpeper?

– Os adverti que tiene una amante muy celosa -replico Cynric Vaughn acercando su rostro al de Nyssa.

– Me pregunto a que se debe tanto interes por mi vida privada -sonrio Nyssa. Nunca se habia comportado de una manera tan descarada, pero no tenia tiem po que perder. Si no conseguia hacer entrar en razon a Cat antes de que la caravana regresara a Londres, corria el peligro de ser descubierta con las manos en la masa.

– ?Os deseo, Nyssa! -confeso sir Vaughn apasionadamente-. ?La sola idea de saberos enamorada de otro hombre me saca de mis casillas! Culpeper es un mal bicho. ?Vos mereceis algo mejor!

– Creia que Tom Culpeper era vuestro mejor amigo -replico Nyssa-. Ademas, os recuerdo que soy una mujer casada. Conozco las malvadas intenciones de vuestro amigo Tom y creo que deberiais advertirle que esta jugando con fuego.

– Ya lo he hecho -replico Cynric-. Pero Tom no esta dispuesto a renunciar a los favores de su hada madrina.

Habian llegado al campamento. Sir Cynric Vaughn acompano a Nyssa hasta su tienda y la ayudo a desmontar. Sus rostros estaban muy cerca y, cuando Nyssa hizo ademan de alejarse, su acompanante la sujeto con fuerza y le sonrio con picardia.

– Este es un juego muy peligroso pero si vos lo deseais, os ensenare las reglas con mucho gusto -siseo antes de soltarla y alejarse con paso firme.

– ?Puedo llevarme el caballo, senora? -pregunto

Bob.

– Si -contesto Nyssa, aturdida, tendiendole las riendas-. No le he forzado mucho; solo hemos hecho un poco de ejercicio.

?En que demonios estaba pensando cuando habia empezado a coquetear con Cynric Vaughn? Era un hombre peligroso sin conciencia ni moral. No volvere a provocarle, se prometio, furiosa consigo misma. Por lo menos, habia averiguado que estaba al corriente de la relacion entre Tom Culpeper y la reina Catherine.

Si Catherine era descubierta, todos los Howard caerian con ella. Recordo las palabras de Varian: «Soy el unico nieto de Thomas Howard.» Los De Winter eran inocentes pero Enrique Tudor era un hombre cruel y despiadado cuando le convenia. No habia dudado en asesinar a Ana Bolena cuando esta habia tratado de interponerse en su camino y evitar su matrimonio con Jane Seymour y apenas hacia un ano y medio que habia decidido deshacerse de su cuarta esposa. Thomas Cromwell y la condesa de Salisbury, dos personas inocentes, habian pagado con su vida su lealtad al rey. Nyssa se estremecio. Debia averiguar si alguien mas conocia las infidelidades de Catherine.

El rey envio un mensaje a Jacobo V de Escocia, hijo de su hermana Margaret, y le invito a visitar el campamento cuando la vieja abadia termino de ser restaurada. Maria de Guisa, esposa del rey Jacobo y embarazada de su tercer hijo, rogo a su marido que no acudiera a aquella entrevista. Ahora que sus otros dos hijos habian muerto y Escocia no tenia heredero, temia que le ocurriera algo. Sus consejeros tambien le recomendaron no acudir a la cita con el monarca ingles alegando que podia tratarse de una trampa. ?Quien le aseguraba que Enrique Tudor no aprovecharia la ocasion para hacerle prisionero e invadir Escocia? Jacobo decidio hacer caso a su intuicion y a sus consejeros y no viajar a York.

Cada dia, los guardias que vigilaban la frontera con el pais vecino visitaban el campamento y comunicaban a Enrique que no habia rastro de los escoceses. A todos les extranaba que aquella frontera, escenario de numerosos enfrentamientos, permaneciera tranquila como una balsa de aceite, pero el rey tardo cinco dias en aceptar la realidad: su sobrino habia decidido no acudir a la cita. Como solia ocurrir cuando las cosas no le salian segun lo planeado, Enrique descargo su ira en quienes le rodeaban. Fue la reina Catherine quien, a fuerza de paciencia, consiguio apaciguarle y, cuando el monarca hubo recuperado el buen humor, ordeno emprender el viaje de regreso a Londres. El otono se les habia echado encima y el tiempo cada vez era mas desapacible.

Atravesaron el Derwentwater y llegaron a la ciudad de Hull, situada a orillas del rio Humber. La caravana real recorrio las verdes colinas casi desprovistas de arboles. Los carros cargados con las tiendas y los baules subian y bajaban las pendientes mientras los jinetes, ajenos a todo aquel trasiego del que se ocupaban los criados,

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