Nyssa.

– Os mantendre informados -prometio el duque antes de abandonar la habitacion.

– ?En que lio se habra metido ahora? -se pregunto Varian mientras servia dos copas de vino-. ?Que habra hecho para que el rey haya ordenado encerrarla?

Se acerco a la chimenea, tendio una copa a Nyssa y se acomodo en un sillon.

– Cat me hablaba de su infancia a menudo -susurro Nyssa-; Decia que la duquesa Agnes apenas controlaba a las sirvientas y que dos caballeros trataron de seducirla. Le dije que si se sinceraba con el rey antes de la boda, nadie utilizaria esa informacion en su contra, pero temia que Enrique Tudor se enfureciera y se negara a casarse con ella.

– Entonces, es posible que alguien este tratando de aprovechar esa informacion para desacreditarla a ojos del rey. ?Quien puede estar interesado en arruinar la reputacion de la pobre Catherine? -se pregunto Varian-. Tiene la cabeza llena de pajaros pero es una buena chica. Nyssa, nadie debe sospechar que sabemos lo que esta ocurriendo. Si alguien descubre que conocemos los secretos de la reina acabaremos envueltos en el escandalo.

– Tienes razon -asintio ella-. Si Dios nos ayuda, pronto se aclarara todo y podremos regresar a Winter- haven.

El arzobispo Cranmer no tardo en volver a llamar a John Lascelles y a Maria Hall y permitio que el duque de Norfolk presenciara el interrogatorio. Cuando hubo terminado, se volvio hacia el y le pidio su opinion.

– ?Que decis ahora, senor?

Thomas Howard estaba muy palido y parecia preocupado. La descripcion de la vida en el palacio de Lam-beth que acababa de escuchar de boca de Maria Hall era casi increible. La mayoria de las jovenes de la familia Howard habian sido criadas por la duquesa alli. Hasta mis perros de caza se habrian ocupado mejor de ellas, se lamento.

– Es solo una criada -respondio-. Me gustaria hablar con la duquesa Agnes y darle la oportunidad de defenderse.

– Yo tambien deseo formularle algunas preguntas -asintio Thomas Cranmer-. Me cuesta creer que haya sido tan negligente e irresponsable.

– A mi tambien -gruno el duque.

Thomas Howard corrio al castillo de Lambeth para entrevistarse con su madrastra. Los rumores respecto al pasado de Catherine habian llegado a oidos de la duquesa y la dama sabia que seria severamente castigada si se demostraba que habia descuidado la educacion de las jovenes hermanas Howard. Cuando su hijo llego al castillo, la encontro revolviendo entre las cosas que Catherine habia dejado alli y tratando de deshacerse de cualquier prueba incriminatoria.

– ?Tom! -exclamo disimulando el temblor que sacudia su voz-. ?Que sorpresa! ?Que te trae por aqui?

– ?Por que no me hablaste del comportamiento de Catherine cuando te dije que planeaba hacer de ella la reina de Inglaterra? -espeto el.

– Yo no sabia nada -se defendio lady Agnes-. Ademas, no es culpa mia; me enviaste a esas muchachas para que las convirtiera en mujeres refinadas capaces de hacer un buen papel en la corte, no para que les diera educacion moral.

– Entonces, ?es cierto que esas chicas corrian por tu casa como cabras sin cencerro? -exclamo Thomas Howard, incredulo-. ?No puedo creerlo! ?Has perdido la cabeza? ?No se te ocurrio pensar que el escandalo acabaria estallando? ?Me importa un bledo lo que les ocurra a las otras, pero Catherine…! ?Es la reina de Inglaterra!

– Tranquilizate, Tom -replico la duquesa-. Si lo que cuentan es cierto, ocurrio antes de que Catherine llegara a Hampton Court y su majestad se enamorara de ella. Enrique Tudor no se atrevera a cortarle la cabeza; lo peor que le puede ocurrir es que la repudie y vuelva a casarse. Como ocurrio tras la muerte de Ana Bolena, los Howard volveremos a caer en desgracia, pero sobreviviremos, Tom.

– Puede que tengas razon -murmuro el duque, pensativo-. Acabo de hablar con el arzobispo Cran-mer y sospecho que no cejara en su empeno hasta averiguar toda la verdad. No creo que lo consiga, pero si lo hace estamos perdidos.

El arzobispo de Canterbury despidio a John Lascelies y su hermana y se sento a reflexionar. Las versiones de ambos hermanos coincidian hasta el ultimo detalle. Le inquietaba saber que Francis Dereham, el amante de la reina, era ahora su secretario personal. ?Que habia llevado a Catherine a darle un cargo tan importante? ?Estaba pensando en volver a las andadas? Era joven, atractivo y, sin duda, mejor companera de cama que un anciano obeso.

Aunque no podia probarlo, sospechaba que la reina habia cometido adulterio. Un escalofrio le recorrio la espalda. El rey le habia pedido que averiguara la verdad, pero esa verdad parecia ser mas sucia y desagradable de lo que habia imaginado. Desgraciadamente, era demasiado tarde para volverse atras.

Convoco al Consejo Real y comunico a sus miembros la gravedad de la situacion. Estos acordaron proseguir con la investigacion y prevenir al rey contra Francis Dereham.

– Estoy seguro de que la reina os ha traicionado de pensamiento -dijo el arzobispo a Enrique Tudor, quien se sujetaba la cabeza entre las manos-. Y me temo que, si hubiera tenido la oportunidad, tambien lo habria hecho en la cama. Majestad, no puedo probar que os haya sido infiel, pero vos mismo habeis dicho que es necesario llegar al fondo de la cuestion. Vuestro nombre debe quedar limpio.

El rey levanto la mirada, la clavo en sus consejeros y, ante la estupefaccion de estos, rompio a llorar.

– ?La quiero tanto! -sollozo-. ?Por que me ha traicionado? ?Por que?

Los consejeros intercambiaron miradas de desconcierto. Todos sabian que el rey adoraba a lady Catherine, pero los mas cinicos se preguntaban cuanto habria durado aquel amor. Sin embargo, les avergonzaba ver llorar a moco tendido al hombre que gobernaba el pais. Su soberano se habia convertido en un anciano sensiblero y todos sentian el peso de la edad sobre sus hombros.

Enrique Tudor se puso en pie trabajosamente.

– Me voy de caza -dijo secandose las lagrimas con el dorso de la mano.

El rey abandono Hampton Court una hora despues llevandose a media docena de acompanantes. Necesitaba tiempo para curar su heridas y deseaba desaparecer de la vida publica durante unos dias. Tampoco deseaba estar cerca de la reina cuando esta conociera de que se la acusaba. Antes de partir, se habia refugiado en su capilla y desde alli habia oido la voz de Catherine, que le llamaba a gritos:

– ?Enrique, ten compasion de mi! ?Por que no quieres verme? ?Enrique, ven, por favor!

Alguien le dijo que la reina habia empujado al guardia que le traia la comida y que habia tratado de escapar para correr en su busca. Sus carceleros se habian mostrado reacios a reducirla por la fuerza pero no habian tenido mas remedio que hacerlo. Enrique Tudor se alegraba de no haberla visto en aquel estado de desesperacion; sabia que no habria podido resistirse a estrecharla entre sus brazos y perdonarla. Y Catherine no merecia su perdon. El arzobispo Cranmer se habia limitado a insinuar que la joven podia haber cometido adulterio, pero en el fondo de su corazon tenia la certeza de que la reina era culpable de tan terrible crimen. Ahora comprendia muchas cosas: ?por que habia insistido tanto en que se nombrara a Francis Dereham su secretario personal? El tipo parecia un pirata y sus modales eran terribles ademas de ser arrogante y muy irascible.

El duque de Norfolk se sentia responsable del fracaso del quinto matrimonio de Enrique Tudor. Cuando el rey habia expresado su deseo de deshacerse de Ana de Cleves, se habia apresurado a buscar a su susti tuta entre las mujeres de su familia. Su ansia por colocar a Catherine en el lugar de lady Ana le habia llevado a no perder el tiempo investigando su pasado. Si lo hubiera hecho, habria descubierto que la muchacha no reunia las cualidades necesarias para ser reina de Inglaterra. Su cara bonita y su encantadora sonrisa habian bastado para conquistar al rey pero aquella jovencita le habia puesto en una situacion mucho mas dificil que Ana Bolena. Le gustara o no, Cat era responsabilidad suya y era el quien debia encontrar la solucion al problema.

El Consejo Real visito a la reina y le comunico cuales eran la acusaciones que se habian formulado contra ella. Catherine, que no podia dejar de pensar en su prima Ana y en como esta habia pagado su infidelidad con su vida, sufrio un ataque de nervios. Afortunadamente, nadie habia pronunciado el nombre de Tom Culpeper. Quiza no lo supieran. Las acusaciones estaban basadas en su vida anterior a su matrimonio con Enrique Tudor y Thomas Howard habia asegurado que estaba de su parte. Trato de calmarse pensando que los Howard no la

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