tu abuelo se enamoro verdaderamente de Maeve y ella de el. Brenna quedo horrorizada. Temia que la historia se repitiera y adoraba a su hermana, que tiene cinco anos menos. Rogo a Maeve que no se casara con Berikos, pero Maeve no la escucho. Brenna la llamo tonta y desde entonces siempre la ha llamado asi, a pesar de que el matrimonio de Maeve y Berikos resulto satisfactorio. -Ceara se volvio hacia la otra mujer. -Ve a buscar a Berikos, Maeve. Esta en casa de ella.
Corio regreso con la cesta de medicinas de su abuela y Ceara inicio la tarea de examinar la herida de Brenna. Corto un poco del espeso cabello blanco de la anciana, meneando la cabeza al ver el tamano de la herida. Aquello era mas grave de lo que imaginaba. El pelo de Brenna estaba apelmazado a causa de la hemorragia. El hueso del craneo estaba abierto y faltaba una astilla. Ceara ni siquiera estaba segura de poder cerrar la herida. La naturaleza tendria que encargarse de ello. Con suavidad, limpio la herida con vino, dando un respingo cada vez que Brenna gemia. Espolvoreo los polvos curativos sobre la herida y luego la vendo con musgo seco y limpio. Nunca se habia sentido tan impotente.
La muchacha habia permanecido a su lado, pasandole lo que necesitaba y sin hacer ninguna mueca. Su presencia parecia calmar a Brenna. Ceara creia que solo el descanso, el tiempo y la voluntad de los dioses podrian hacer algo.
Corio se habia marchado de la sala y ahora regreso con un pequeno cuenco. Se lo entrego a su abuela.
– He creido que quiza querrias esto para Brenna -dijo.
Ella le sonrio con aire aprobador.
– Si, es exactamente lo que necesita. Toma, Brenna, bebe. Te dara fuerzas. Ayudala a incorporarse un poco, Cailin.
Cailin se sento en el banco detras de su abuela y la incorporo con suavidad.
– ?Que es lo que bebe? -pregunto, observando que Brenna tomaba el liquido rojizo casi con avidez.
– Sangre de vaca -respondio Ceara. -Es nutritiva y ayudara a Brenna a reconstruir su sangre.
Ceara contuvo una sonrisa al ver la cara de asco de Cailin. Al menos no se habia desmayado.
– ?Ceara! -atrono una voz profunda. -?Que ocurre? ?Es cierto lo que me ha dicho Maeve?
Cailin levanto la mirada. Un hombre alto de cabello y bigote blancos como la nieve habia entrado en sala. Iba envuelto en una tunica de lana de color ve oscuro bordada con hilos de oro en el cuello y las m gas. Alrededor del cuello lucia un extraordinario como de oro con esmaltes verdes. El hombre se acero grandes pasos al banco donde Brenna yacia y la miro
– Salve, Berikos -saludo Brenna burlona.
– De modo que has vuelto -dijo este con serenidad. -?A que debemos este honor, Brenna? Crei que no volveria a verte.
– Ni yo a ti. Te has hecho viejo, Berikos -dijo Brenna. -No estaria aqui de no ser por Cailin. Habia muerto en el bosque antes que venir aqui de no ser por tu nieta. Estoy aqui por ella, Berikos, no por mi.
– No tenemos ninguna nieta en comun -repuso.
– ?Berikos! -exclamo Ceara con aspereza. -No insistas en tu terquedad sobre este asunto. Kyna ha muerto.
Una expresion de pesar cruzo fugazmente el rostro del anciano.
– ?Como? -pregunto con voz inexpresiva p que nadie pudiera advertir su dolor.
– Anoche fui con Cailin a ver los fuegos de Beltane -comenzo Brenna, -pero me canse y regrese pronto a casa. En el atrio de la villa tropece con el cadaver de nuestro yerno, Gayo Druso. Corri al dormitorio de Kyna y la encontre muerta sobre la cama, desfigurada y flagelada. Ni siquiera senti el golpe que me derribo. Cuando recupere el sentido, vi los cuerpos Gayo y de nuestros nietos, Tito y Flavio, cerca de ahi. Los asesinos esperaban a Cailin.
– ?Quinto Druso! -exclamo Cailin, con el rostro livido.
– Si, hija mia, tu voz interior no se equivocaba. Brenna miro a Berikos y siguio relatando la horrible historia.
– ?Y tu cacareado magistrado romano de Corinio? -le pregunto Berikos con mordacidad cuando hubo terminado. -?Ya no existe la justicia romana?
– El magistrado jefe de Corinio es el suegro de Quinto Druso -dijo Brenna. -?Que posibilidades hubiese tenido Cailin contra el?
– ?Que quieres de mi, Brenna?
– Quiero tu proteccion, Berikos, aunque me duele pedirlo. Tu proteccion para Cailin y para mi. Los esclavos todavia no habian llegado a la villa cuando ocurrio todo. Nadie sabe que hemos sobrevivido ni nadie debe saberlo. Cailin es tu nieta y no puedes negarle tu ayuda. No se si sobrevivire, estoy herida y me duelen los pulmones debido al humo que inhale. Necesite todas mis fuerzas para traer a Cailin hasta aqui.
Berikos permanecia serio y callado.
– Tendreis la proteccion de la tribu -dijo por fin Ceara. Cuando su esposo la miro furioso, anadio: -Brenna sigue siendo tu esposa, Berikos; la madre de tu unica hija. Cailin es tu nieta. No puedes negarles refugio ni proteccion segun nuestras leyes, ?o has olvidado esas leyes a causa de tu lujuria por Brigit?
– Aceptare vuestra hospitalidad solo mientras viva mi abuela -dijo Cailin con ceno. -Cuando haya cruzado la puerta de la muerte para ir a su proxima vida, me abrire camino en el mundo yo sola. No os conozco. Berikos de los dobunios, y no os necesito.
Una leve sonrisa curvo la boca del anciano. Con frios ojos azules observo a Cailin por primera vez desde que habia entrado en la estancia.
– Palabras valientes, pequena zorra mestiza -dijo, -pero me pregunto como te han preparado tus costumbres romanas para sobrevivir en este duro mundo.
– No tengo miedo -afirmo Cailin desafiante -puedo aprender. Tambien os recordare que soy britana, Berikos. Naci aqui, igual que mis padres y abuelos por ambas partes durante generaciones a que yo. Me han educado en el respeto a mis mayores pero no pongais a prueba mi paciencia o no podreis ocultaros tras el muro de vuestros muchos anos.
Berikos alzo la mano pero al punto la bajo sorprendido por la firmeza que vio en la mirada de la muchacha. No era tan alta como una dobunia, pero tampoco era menuda. Le recordaba a Kyna en muchos aspectos pero su espiritu era sin duda el de su abuela. Ese espiritu que le habia atraido hacia Brenna al principio, lamentablemente, no habia sido capaz de vivir con ella, no logro amansar a Brenna. Ahora sospechaba que aquella muchacha era igual. Cailin, su nieta. Ella una espina en su corazon, pero no podia hacer cosa sino concederle proteccion y refugio.
– Puedes quedarte -anuncio.
Se volvio con brusquedad y se alejo.
Brenna se apoyo en Cailin.
– Estoy cansada -dijo.
– Corio -llamo Ceara, -lleva a Brenna al estar para dormir junto al foso del fuego. Alli estara comoda y caliente. Ve con ella, hija. Cuando la hayais instalado, volved. Os dare de comer. Debes de estar hambrienta despues del viaje y el dolor de todo lo ocurrido.
El joven levanto a Brenna en brazos suavemente cruzo la sala. Con cuidado la tendio en el espacio dormir. Cailin tapo a su abuela con una piel de cordero, abrigandole los hombros. Exhalo un hondo sus con expresion preocupada, pero Brenna no la vio, estaba dormida.
Cailin se sobresalto cuando alguien la toco brazo. Se dio la vuelta y vio a Corio. Era un hombre de aspecto agradable con los ojos azul claro.
– Vamos, mi abuela nos dara de comer. El pan nuevo siempre se come mejor caliente. Somos primos, ?no? Mi padre es Epilo, el hijo menor de Ceara. Solo soy el primero de los parientes que vas a conocer. Tu madre tenia diez hermanos, y todos viven, la mayoria con hijos y en algunos casos nietos. Aqui no estaras sola.
Cailin miro a Brenna, que estaba palida, pero su respiracion era firme y regular. La chica se volvio y siguio al joven a donde Ceara preparaba la comida de la manana. La corpulenta mujer puso una generosa racion de cebada cocida en dos rebanadas de pan fresco y se las dio.
– Hay cucharas sobre la mesa, si eres melindrosa -le dijo Corio. -Ven a sentarte.
Dio un mordisco a su pan con cebada.
Se sentaron y Ceara les sirvio dos copas.
– Vino con agua -dijo, y luego se sento con ellos. -Me recuerdas a tu madre, y sin embargo no te pareces a