eran dirigidas a los sirvientes, y sabia dar ordenes, se percato el. Algun dia seria una buena esposa, si no estaba ya casada, y por alguna razon penso que no lo estaba. Habia en ella un aire de inocencia que indicaba todavia era doncella.

Brigit se fijo en que el apuesto sajon dirigia su atencion hacia la nieta de Berikos. Un plan perverso empezo a cobrar forma en su mente. Habia esperado pacientemente el momento adecuado para la perfecta venganza sobre Cailin Druso… Ahora creia que habia llegado ese momento. Cailin la habia avergonzado en publico ante toda la aldea y, aun peor, Berikos se habia negado a disciplinarla. Como se habian relamido aquellas dos viejas urracas, Ceara y Maeve, protegiendo a Cailin de su ira, pero ahora no se hallaban alli. Discretamente, fue llenando la copa de su marido, primero con vino tinto y luego con hidromiel. Berikos aguantaba bien la bebida, pero en los ultimos anos su tolerancia habia mermado.

El humeante potaje estaba sobre la mesa junto con la carne, el jamon y el pescado. Siguieron fuentes de verduras, queso y pan. En un alarde de generosidad, Berikos hizo un gesto de asentimiento para aprobar la obra de su nieta. Los reunidos comieron y bebieron, igualando el sajon el numero de copas que tomaba el anciano hasta que por fin la comida fue retirada de la mesa y empezaron a hablar de negocios.

– Si entreno a vuestros jovenes y les guio, Berikos, ?que me dareis a cambio de mis servicios? -pregunto Wulf Puno de Hierro. -Despues de pasar diez anos con las legiones, puedo ensenar a vuestros celtas a pelear como romanos. Los romanos tienen el mejor ejercito del mundo. Mis conocimientos son valiosos. A cambio espero recibir un valor equivalente.

– ?Que quereis? -gruno el anciano.

– Tierras. Ya he tenido bastante de guerra, pero hare esto por vos si me dais tierras.

– No -respondio Berikos. -?Nada de tierras! Quiero echar a todos los romanos y demas extranjeros de Britania y conseguir que pertenezca a nuestro pueblo como en otro tiempo. ?Por que, si no, iba a emprender semejante accion a mi edad?

– Los unicos extranjeros que quedan en Britania somos los sajones -respondio divertido Wulf. -Los verdaderos romanos partieron hace anos, y los que vos llamais romanos en realidad son britanos. Su sangre se ha mezclado con la de vuestros celtas durante tantas generaciones que ya no son extranjeros. Si quereis ser rey de esta region, os ayudare a cambio de tierra y os jurare lealtad; pero expulsar a todos los habitantes de Britania salvo a los de pura sangre celtica es una locura y una tarea imposible.

– Pero si lo logro -insistio Berikos, -mas tribus se uniran a mi: Los catevellaunios, los icenios, los silures y otros.

En su entusiasmo volco su copa, pero Brigit enseguida la coloco de pie y volvio a llenarla. Berikos se la bebio de un trago.

– No, no lo haran. Tambien ellos se han acostumbrado a la paz -replico el sajon. -Lo unico que quieren es proseguir su vida cotidiana. Vivis en otro siglo, Berikos. Los tiempos han cambiado; estan cambiando incluso en estos momentos en que estamos aqui, charlando. Ahora los sajones venimos a Britania. Dentro de cincuenta anos nuestros descendientes tambien seran nativos. Un dia vendra otro pueblo, y tambien se entremezclaran con los habitantes de Britania hasta que tambien ellos seran nativos. Asi es el mundo: una tribu vence a otra y se mezcla con su sangre, para convertirse en un pueblo diferente. Debeis aceptarlo, pues no podeis cambiarlo, como no podeis cambiar las fases de la luna o las estaciones. Entrenare a vuestros celtas en las artes militares para que podais convertiros en el guerrero mas fuerte de esta zona, si a cambio me dais tierras para cultivar. Quiza incluso encontrare a una esposa o dos entre vuestras mujeres. Es una oferta justa, Berikos.

Al principio el anciano no respondio nada y permanecio reflexionando, sin querer realmente abandonar su sueno. Hasta ahora nadie salvo Ceara se habia atrevido a decirle que los planes que proponia para la region eran imposibles. En otra epoca no habria necesitado llamar a un guerrero sajon para que ensenara a sus hombres a pelear, pues los celtas habian sido celebres por su habilidad en la batalla. Pero ahora los hombres de su tribu se habian vuelto blandos a causa de la buena vida. Se contentaban con cultivar la tierra y cuidar el ganado. Eso era lo que Roma habia hecho con ellos. Les habia arrebatado el corazon.

En Eire, segun habia oido contar, los celtas aun eran hombres autenticos. Vivian para pelear con el enemigo. Quiza deberia haber enviado a buscar un guerrero irlandes endurecido por la batalla para reeducar a los dobunios en las artes de la guerra. Volvio a coger su copa y bebio la hidromiel que Brigit le habia servido. Le quemaba cuando llegaba al estomago. Berikos se sentia cansado, y confundido por las palabras del joven. Sus parientes catevellaunios estaban mas proximos a la costa sajona del sudeste de Britania. Habia pedido que le encontraran un militar respetado entre los sajones, y Wulf Puno de Hierro habia venido muy recomendado. Aun asi, Berikos no estaba satisfecho con lo que el sajon decia.

Brigit se inclino y susurro al oido de su esposo:

– Podemos poner el sajon de nuestro lado si somos pacientes, mi senor -murmuro. -Ofrezcamosle la hospitalidad celtica como los antiguos. Enviemos una mujer hermosa a su dormitorio para que le caliente la cama y le proporcione diversion. No una autentica dobunia, sino tu nieta Cailin Druso. No debemos permitir que una de nuestras mujeres mezcle sus humores con los del sajon. Cailin no es realmente uno de los nuestros, ?verdad que no, Berikos?

El hizo un gesto de negacion y murmuro:

– Pero ?que diversion puede ofrecerle esa pequena mestiza, Brigit? Es una virgen que no ha sido ensenada.

– Razon de mas para ofrecersela al sajon. Los derechos de la primera noche se consideran un privilegio especial entre todas las tribus. Honras al sajon concediendole esos derechos con alguien que el creera que es de tu propia sangre.

Berikos miro de reojo a la joven. Sin duda era hermosa, tuvo que admitir. El tono de su piel era unico y resultaba verdaderamente provocador. Ya tenia edad mas que suficiente para perder su virginidad. Tendrian que encontrarle un marido pronto, y necesitaria saber como complacer a un hombre. Ningun hombre queria una esposa asustada o torpe en la cama. Se volvio hacia Wulf Puno de Hierro y dijo:

– Ya hemos hablado bastante por esta noche, joven amigo. No se si estar de acuerdo contigo, pero debes darme tiempo para pensar. No soy tan viejo como para no poder cambiar si es necesario. Volveremos a hablar de ello manana. Es nuestra costumbre honrar a un invitado ofreciendole una de nuestras mujeres para que le caliente la cama. Te entregare a mi nieta Cailin. Esta noche compartira contigo su lecho, ?verdad, mi nina?

Si le hubiera dado una bofetada, Cailin no se habria sorprendido mas. Entonces vio a Brigit esbozar una amplia sonrisa y supo al instante quien habia instigado al anciano. Su primer impulso fue rehusar y huir del comedor. Lo que Berikos le pedia era impensable. Pero luego, cuando la razon se sobrepuso a sus emociones, comprendio que negarse no solo encolerizaria a Berikos sino que avergonzaria al anciano y a los dobunios. Nunca se habia sentido mas sola en toda su vida. La sonriente Brigit sin duda habia dado con una buena venganza. Sabia que los britano-romanos conservaban virgenes a sus hijas hasta el matrimonio, a diferencia de los celtas. Sin embargo, quienquiera que fuera el esposo que encontraran para ella seria celta. No consideraria un defecto su virginidad perdida. No tenia alternativa.

– Bueno, ?que dices, muchacha? -gruno el anciano con aire amenazador.

– Como querais, Berikos -respondio ella, mirando a los ojos de su abuelo hasta que el los bajo.

Cailin nunca habia estado tan asustada, pero no queria dar a Brigit la satisfaccion de reconocerlo.

– Bien, bien -murmuro el, y se volvio hacia su esposa. -Es hora de retirarnos, Brigit. Despidete de nuestro invitado. Me reunire contigo dentro de un rato.

Brigit se levanto de la mesa con una amplia sonrisa.

– Buenas noches, Wulf Puno de Hierro. Que vuestro placer sea grande… y que haya muchos -anadio. - Esperare ansiosa que vengas, mi senor -dijo a Berikos. Y luego, con otra amplia sonrisa, abandono el comedor.

– Vete a tu cama, Cailin -le ordeno su abuelo. -Wulf Puno de Hierro y yo tomaremos una ultima copa de hidromiel mientras tu le esperas.

Cailin se puso de pie y se aparto despacio de la alta mesa. No dijo una palabra de despedida a Berikos, y por supuesto ninguna era necesaria para el apuesto sajon. Berikos sin duda le indicaria donde estaba su espacio para dormir cuando llegara el momento. Francamente, no estaba segura de conocer que clase de formalidades existian en este caso. Era mejor permanecer callada.

Cuando llego a su dormitorio, Cailin abrio su pequeno baul, se quito el vestido y lo guardo con pulcritud junto con su pequena cinta adornada con joyas. ?Debia quitarse la camisa? No lo sabia. Nunca habia visto a sus padres

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