Habian nacido antes del matrimonio de su padre, que tuvo, ademas, dos hijos legitimos: Guy Bolton, el mayor, y Henry Bolton. Guy era el abuelo de Philippa; al morir junto con su esposa e hijo, dejo a Rosamund como heredera y al tio Henry, como su tutor.

Maybel grito de alegria. Estaba tan excitada que no sabia si entrar o salir de la casa. Finalmente salio y abrazo a Philippa.

– ?Has vuelto, angelito mio! -exclamo llorando-. ?Por que no avisaste que vendrias, pequena bandida?

– Porque yo misma no lo sabia hasta hace unos dias. Me mandaron a casa para recuperarme de la punalada que me dieron en el corazon, aunque la herida ya cicatrizo, Maybel.

– ?Pobrecita, mi bebe! Rechazada por un sujeto repugnante como ese Giles FitzHugh. ?Ojala caiga sobre el la peor de las desgracias!

– Maybel, te presento a sir Bayard Dunham, mi escolta y hombre de confianza de la reina. Ademas de ocuparte de nosotros dos, tendras que dar comida y alojamiento a los guardias armados por unos dias. ?Donde estan mama y mis hermanas?

– Tu madre esta en Claven's Carn con los Hepburn. Banon esta en Otterly. Y Bessie debe de andar por algun lado. Entra, pequena; usted tambien, sir Bayard. -La anciana se quedo observando a los doce hombres armados-. Ustedes tambien, ?adentro! -indico haciendo un gesto con la mano.

La vieja nodriza ordeno a los sirvientes que instalaran mesas y bancos para los guardias.

– Alimentenlos. Es tarde, han de estar muertos de hambre. -Luego se dirigio a sir Bayard-: Hace bastante calor, sir, de seguro no tendran problema en dormir en los establos. No me parece apropiado meterlos en la casa en ausencia de la senora y el senor.

– Tiene mucha razon. Cuando terminen de comer, los llevare yo mismo.

– Usted puede quedarse aqui. Ordenare a uno de los criados que le prepare una cama mullida. Ya no esta en la flor de la juventud, sir Bayard, dormira mejor al abrigo del fuego del salon.

– Gracias, senora. -Definitivamente, la anciana no tenia pelos en la lengua, pero era muy amable. No recordaba la ultima vez que alguien se habia preocupado por su bienestar. La idea de dormir en un sitio calido y comodo le resultaba de lo mas reconfortante.

– Tal vez deberias enviar por mi madre -sugirio Philippa-. Quiero olvidar este asunto de una vez por todas, y seguro tendra muchas cosas que decirme. No podre permanecer mucho tiempo en Friarsgate, me han pedido que retome mi antiguo puesto. La reina necesitara muchachas que ya tengan experiencia en servirla. Este verano muchas de sus damas de honor se fueron del palacio para contraer matrimonio. Tal vez inviten a Banon a la corte, Maybel. Creo que le gustara la idea.

– ?Banon tambien servira a la reina? ?Oh, que inmenso honor! Y todo gracias a la amistad que tu madre ha sabido cultivar con Catalina -replico Maybel con gran efusividad.

En ese momento entro en el salon una nina. Era flaca, alta y su larga cabellera rubia parecia ingobernable, llevaba un vestido harapiento que caia recto sobre el cuerpo sin curvas. Miro asombrada a Philippa y a sir Bayard.

– Saluda a tu hermana, Bessie -indico Maybel.

Elizabeth Meredith se acerco, y con gran dignidad hizo una reverencia a sir Bayard y a su hermana.

– Bienvenida a casa, Philippa.

– ?Por que estas vestida como una pobre campesina?

– Porque no tengo prendas suntuosas como tu; ademas, prefiero no ensuciar los vestidos buenos. No se puede arrear a los animales ataviada como una dama de la corte.

– No estoy ataviada como una dama de la corte. Deje mis preciosos vestidos en Londres, en la casa del tio Thomas. ?Y por que andas arreando animales?

– Porque me gusta. Odio hacer cosas inutiles, hermanita.

– Te aseguro que mi trabajo no es nada inutil. Es un orgullo servir a la reina Catalina, y te recuerdo que ser dama de honor es muy trabajoso, apenas tenemos tiempo para dormir.

– Supongo que te encanta la vida palaciega. Hacia siglos que no venias a casa.

– La corte del rey Enrique es el centro del mundo. ?No veo la hora de regresar! -exclamo con un brillo en los ojos.

– ?Y entonces para que te molestaste en venir?

– No es asunto tuyo.

Bessie solto la risa.

– Es por ese muchacho, ?verdad? Los muchachos son unos estupidos. Nunca me enredare con ellos. No valen nada, salvo, quiza, nuestros hermanitos.

– No digas tonterias, Bessie Meredith. Algun dia te casaras, aunque no se quien querra desposarse contigo. No tienes tierras, y para ser aceptada en una buena familia es fundamental ser propietaria. Pero ?que hago hablando contigo de estas cosas? ?Cuantos anos tienes ahora?

– Once, hermanita. Y el hombre que se case conmigo lo hara porque me ama y no por mis posesiones.

– ?Ninas, ninas, basta ya de pelear! ?Que va a pensar sir Bayard? -las regano Maybel-. Bessie, ve a lavarte las manos y la cara.

– ?Para que? Si volvere a ensuciarme apenas salga -refunfuno Bessie, pero obedecio y subio la escalera de piedra rumbo a su alcoba.

– Me sorprende que mama le permita comportarse como un animal salvaje.

– Es la mas pequena de los Meredith -explico Maybel-. Ahora tu madre tiene una nueva familia que la necesita tanto como ustedes.

– Alguien tendra que ponerle limites a esa muchacha -replico Philippa en tono perentorio. Luego, se dirigio a sir Bayard-: Acompaneme, senor, y sentemonos juntos a la mesa. Los criados nos traeran la cena enseguida.

Edmund Bolton entro en el salon. Saludo carinosamente a Philippa y agradecio a sir Bayard por haber escoltado a su sobrina desde Woodstock hasta Friarsgate. Acababa de encontrarse con el mensajero que habian enviado a Claven's Carn, del otro lado de la frontera con Escocia. Cuando Philippa y su hermana se fueron a dormir, se sento con su esposa y sir Bayard junto al fuego. Los hombres bebian el exquisito whisky elaborado por el marido de Rosamund.

– Me extrana que una terrateniente inglesa y amiga de nuestra reina se haya casado con un lord escoces - comento sir Bayard.

– Hay muchos matrimonios asi en la zona fronteriza -replico Edmund-. Ademas, Rosamund tambien es amiga de la reina Margarita.

– Tengo entendido que ahora le dicen 'la madre del rey'.

– En algunos lugares, puede ser, pero no en esta casa. La dama de Friarsgate no tolerara que le falten el respeto a su vieja amiga.

– Debo admitir que los escoceses hacen un whisky excelente -senalo sir Bayard.

– Si -dijo Edmund con una sonrisita.

Rosamund llego dos dias mas tarde, justo cuando sir Bayard se disponia a partir. Le dio las gracias por haber cuidado a su hija c insistio en pagarle por la molestia. Al principio, el caballero vacilo, pero luego tomo la pequena bolsa, beso su mano y se despidio. Rosamund observo como el y sus doce hombres armados se alejaban de Friarsgate.

– ?Donde esta Philippa? -pregunto al ingresar a la casa.

– En su alcoba. No se que diablos le pasa a esa dulce jovencita, Rosamund. Mira todo con desprecio y pelea continuamente con Bessie. Y Lucy, esa muchacha petulante, no se queda atras. Casi no trajeron ropa, y como Philippa ahora tiene cuerpo de mujer, la pobre costurera tiene que reformar los viejos vestidos de la muchacha. Cuando le pregunte por que no habia traido equipaje, respondio que solo permaneceria lo estrictamente necesario en este lugar tan remoto. Rosamund, nuestra pequena Philippa ha muerto, y no me gusta nada esa extrana criatura que lleva su nombre y rostro.

– Es la vida de palacio -senalo Rosamund, rodeando con un brazo a su vieja nodriza.

– Pero cuando tu y yo fuimos a la corte, no volvimos hechas unas arrogantes insufribles.

– ?Recuerdas el lema de la familia Bolton, Maybel? Tracez votre chemin. Traza tu propio camino. Y eso es precisamente lo que esta haciendo mi hija. Pero es muy joven todavia, y ha recibido un duro golpe. No tanto por el desplante de Giles FitzHugh, sino por la verguenza que eso le ocasiono en la corte.

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