abiertas. Estaban atadas con cordones de oro y se ajustaban en las munecas. Los punos remataban en unos graciosos volados de encaje. El escote era cuadrado, decorado con una cinta bordada en oro y perlas. La falda del vestido se abria en la parte delantera para mostrar una enagua de terciopelo dorado y marfil, deliciosamente bordada.
– ?Oh, Philippa! -exclamo Banon maravillada-. ?Eres una obra de arte! ?Como me gustaria que te viera mama!
– En la primavera esta demasiado ocupada y era imposible posponer mi casamiento, pues la reina quiere que seamos marido y mujer cuando viajemos a Francia.
– ?Es que nunca dejaras de servir a la reina?
– Nunca.
– Se rumorea que el rey esta disgustado con Catalina porque no puede darle un heredero.
– La princesa Maria sera su sucesora. El rey no puede hacer nada a menos que la reina muera.
– Dicen que Enrique podria divorciarse y desposar a otra mujer mas joven y fertil. Muchos reyes lo han hecho con el fin de tener un heredero.
– ?Eso es imposible! El matrimonio cristiano dura hasta la muerte. Espero que no hayas repetido esas viles calumnias en la corte.
Banon sacudio la cabeza.
– Solo me limite a escuchar. Nada mas.
Se oyo un golpe en la puerta y lord Cambridge entro en la alcoba. Golpeandose el pecho con dramatismo y echandose hacia atras, exclamo:
– ?Querida, estas esplendida! ?Mereces ser inmortalizada por un gran artista! Hablare con el conde.
– Banon me dijo lo mismo -replico Philippa. Se acerco a el y le dio un fuerte beso en la mejilla-. Gracias, tio Thomas, por todo lo que has hecho por mi. Este matrimonio es perfecto, y te lo debo a ti.
– Veo que Crispin te agrada, mi pequena, y quiero que seas feliz. Ya no le interesan solo las tierras. Creo que se ha enamorado de ti, Philippa, y es un buen hombre. No vacilaria en cancelar la boda si no estuviera plenamente convencido de ello. Prometi a tu madre que te cuidaria y sabes que ella es la persona que mas quiero en el mundo. Jamas la defraudaria, y a ti tampoco. -Tomo un rulo de su cabello y lo beso.
– Si, lo se -sonrio Philippa-. Pero, tio de mi alma, estas vestido con extrema sobriedad. ?Donde esta el deslumbrante jubon bordado con hilos de oro y perlas? ?Y las coloridas calzas de seda? ?Y la bolera con incrustaciones de piedras preciosas? Hoy es mi fiesta de bodas y te apareces con una sencillisima casaca de terciopelo con mangas de piel. SI no fuera por esa aparatosa cadena de oro y ese medallon impresionante, no te reconoceria. ?Hasta los zapatos son discretos!
– Hoy es tu dia, tesoro. No quiero opacar a la novia, pero, eso si, me he ocupado con empeno de los atavios del novio. Ahora esta en el salon con sus hermanas, que lloran y parlotean, y con el joven Neville. ?Donde estan las joyas?
– Estaba a punto de ponerselas cuando usted entro, milord -intervino Lucy. Coloco una gran sarta de perlas alrededor del cuello de su ama y prendio unos pendientes en sus orejas-. Ya esta. ?No lucen preciosas?
– ?Estamos todos listos? -pregunto lord Cambridge-. Tu tambien, Lucy, muevete.
– ?Yo? ?Gracias, senor, gracias! Espere un segundo que vaya a buscar mi delantal.
– ?Date prisa, mujer! Los barcos estan aguardando para llevarnos a Richmond. Ve tu primero, Banon. Philippa y yo te seguiremos en un momento. -Amablemente, acompano a la nina hasta la puerta, dio media vuelta y miro a su sobrina mayor-. No soy la persona indicada para hablarte de estas cosas, querida, pero no hay nadie mas a la vista.
Lord Cambridge estaba muy incomodo.
– Esta bien, tio -rio Philippa-. Se todo lo que se precisa saber sobre ese tema. La reina, las damas de honor, Lucy y Banon han tenido la gentileza de compartir sus conocimientos conmigo. Y la reina me advirtio que no es bueno dar demasiadas instrucciones a la novia.
– ?Gracias a Dios! -exclamo y respiro aliviado-. Creo que me habria desmayado antes de atreverme a hablar de un asunto tan delicado.
– ?Estoy lista, milord!
Lucy habia regresado, ataviada con un sencillo vestido de seda negra y un delantal de hilo y encaje.
– ?Entonces, vamonos! -ordeno Thomas Bolton.
Cuando llegaron al salon, todos estaban esperandolos. El conde clavo la mirada en Philippa y ella le sonrio con labios tremulos. Lady Marjorie y lady Susanna alabaron el vestido con gran efusividad.
– Queridos mios -anuncio lord Cambridge-, llevare a la ruborizada novia y a su doncella en el bote pequeno. Los demas iran en mi barca personal. Salgamos ya mismo, no hagamos esperar al sacerdote.
Como siempre, lord Cambridge habia planeado todo a la perfeccion. El rio estaba quieto como el agua de un estanque. Las embarcaciones se deslizaban facilmente por el Tamesis rumbo al palacio de Richmond. En el muelle de piedra los aguardaba un solo lacayo, pues la mayor parte de la servidumbre se habia trasladado a Greenwich junto con Sus Majestades. Uno de los sacerdotes de Catalina los esperaba en el altar y Philippa lo reconocio enseguida. Era fray Felipe.
La novia se alejo del sequito nupcial y se acerco al padre.
– Gracias por quedarse en el palacio para oficiar el sacramento, fray Felipe.
– Es un honor, milady -replico con fuerte acento espanol-. Su Majestad le tiene un gran afecto y se que usted ha servido a la reina tan bien como su madre. -Le hizo una reverencia y agrego-: ?Podemos empezar?
El conde de Witton se paro junto a Philippa y tomo su mano, apretandola ligeramente. La miro y le sonrio. Lord Cambridge se coloco del otro lado de la novia mientras Banon, Neville, lady Marjorie, lady Susanna y Lucy se agolpaban alrededor del trio. En un momento la capilla quedo en silencio. Solo se escuchaba el murmullo de la voz del sacerdote que recitaba frases en latin.
Cuando se esparcio el dulce incienso sobre los novios, Philippa se sintio inmersa en un dulce sueno. Sus reacciones eran instintivas y repetia mecanicamente las palabras en latin que le habia ensenado el padre Mata. Era el dia de su boda. La ceremonia aun no habia terminado y, de pronto, la acometio una oleada de panico. ?Estaba a tiempo de cambiar de opinion? El conde la calmo apretando suavemente su mano. ?Estaba respirando? Abrio la boca para recibir la hostia. Repitio las palabras tal como le indicaba el sacerdote. Crispin deslizo un pesado anillo de oro y rubies en su dedo. Fray Felipe unio las manos de la pareja con una cinta de seda mientras hablaba de la indisolubilidad del matrimonio. Finalmente, los bendijo y dio por terminada la ceremonia. Philippa era una mujer casada a los ojos de la ley inglesa y de la Sagrada Iglesia. Ya no era la senorita Meredith, sino Philippa, condesa de Witton. El conde la beso con dulzura y la capilla se inundo de risas y aplausos.
– Ahora puedes respirar -le susurro Crispin al oido-. Ya estamos legitimamente unidos hasta que la muerte nos separe, mi pequena.
Ella le sonrio y le dijo mientras salian de la iglesia:
– Fue como un sueno. Pensar que una joven se pasa la vida esperando este momento que dura menos que un suspiro.
Lord Cambridge aguardo a que todos se fueran para entregarle una bolsita de monedas al prior.
– Por favor, dele las gracias a Su Majestad por su generosidad con mi sobrina.
– A Su Majestad le complace ver a sus doncellas bien casadas y este matrimonio es, sin duda, muy ventajoso para la joven. Se lo merece, milord, porque siempre se ha mantenido casta y ha manifestado una absoluta lealtad a la reina. Ojala otros mostraran la misma devocion.
– La carne es debil y los hombres son aun mas debiles que las mujeres. Enrique es nuestro rey, pero tambien es un hombre, padre.
– Es cierto -dijo laconicamente y luego lo despidio con una reverencia-: Que tenga un buen dia, milord.
Thomas Bolton comprendio enseguida a quien se referian las palabras del sacerdote. Bessie Blount se habia ido de la corte, pero el inminente nacimiento de su hijo -y del rey Enrique- era un secreto a voces. 'Que el Senor se apiade de la reina si esa mujer da a luz a un saludable varoncito' -penso Tom, que estaba al tanto de todos los rumores y chismes que circulaban en la corte. Se decia que el rey se sentia desdichado y empezaba a creer que Dios estaba disconforme con su matrimonio. Lord Cambridge se alegro de emprender muy pronto el regreso a Otterly.
Apurando el paso, se dirigio al muelle y subio a la barca mas grande. -Aja, veo que nuestros tortolitos ya han partido. Despues de la fiesta, les tengo reservada una linda sorpresa.