– Lo se, pero la habia olvidado -rio Philippa-. Ensename toda la casa, no quiero perderme ningun detalle.

– ?No estas exhausta por el viaje, pequena?

– Si, pero la curiosidad por conocer mi futuro hogar es mas fuerte que el cansancio.

Las paredes del salon estaban revestidas con paneles de madera oscura. El techo era altisimo; de sus vigas doradas y talladas pendian banderas de colores que, segun le explico el conde, eran los estandartes que sus ancestros portaban durante las batallas en Inglaterra, Escocia y Tierra Santa.

– Siempre hemos luchado por Dios, el rey e Inglaterra, Philippa.

Una gran chimenea de piedra encendida caldeaba el recinto y, justo enfrente, habia unos altos ventanales de vidrio en forma de arco. Desde alli se podia ver el rio Windrush, que corria a lo largo del valle, al pie de la colina sobre la que estaba emplazada la casa.

– Nuestro hogar se construyo hace trescientos anos, pequena, y se hicieron varias reformas en el transcurso del tiempo. Las cocinas ahora estan en el sotano y no en un edificio separado como antes.

– ?Que mas hay en este piso de la casa?

– Esta la habitacion donde el capataz, mi secretario Robert y yo discutimos los asuntos de Brierewode. Y tambien tengo una biblioteca. ?Sabes leer?

– ?Por supuesto! -contesto Philippa con orgullo-. Se leer, escribir y hacer cuentas, no olvides que se suponia que algun dia iba a encargarme de Friarsgate. A mama no le gusta que su fortuna sea administrada por personas extranas. Mis hermanas y yo aprendimos todas esas cosas y tambien hablamos varios idiomas. Cuando llegue al palacio, sabia frances, griego y latin, tanto el eclesiastico como el vulgar. Aprendi un poco de italiano y aleman en la corte. He notado que los venecianos son muy encantadores. En el salon de Friarsgate hay un retrato de mi madre que fue pintado por un artista veneciano.

Crispin se sobresalto al oir esto ultimo. Recordo haber visto el retrato de una ninfa vestida con una tunica traslucida y con un seno al aire en el salon del palacio del duque de San Lorenzo. Basto contemplar el cuadro solo una vez para que lo cautivara por completo. De pronto, relaciono la imagen de esa mujer con su esposa y advirtio que el parecido era asombroso. Sabia que no era Philippa, aun era demasiado joven para irradiar tanta sensualidad. No. Era la efigie de una mujer amada y enamorada. El conde se quedo sumamente intrigado y decidio que la proxima vez que se encontrara con Thomas Bolton le preguntaria si sabia algo al respecto.

– ?Puedo usar tu biblioteca? -inquirio Philippa.

– ?Desde luego!

– Muestrame mas cosas.

– No hay mucho mas para ver. Solo quedan las alcobas y los aticos donde duermen los sirvientes. ?No prefieres explorar la casa sola en otro momento, mientras me ocupo de mis asuntos?

– De acuerdo, asi no me aburro.

– ?Bienvenido, milord! -Una mujer alta y de contextura grande irrumpio en el salon. Tras hacer una reverencia, se presento ante la nueva condesa de Witton-: Milady, soy Marian. Tengo el honor de ser el ama de llaves de Brierewode, estoy a su entera disposicion. -Acto seguido, le entrego un manojo de llaves-. Aqui tiene, milady.

– Guardalas, Marian -dijo Philippa con voz calida-. Soy una extrana aqui y necesitare que guies mis pasos hasta que me sienta mas segura. Ademas, pasare gran parte del tiempo en la corte, pues soy una fiel servidora de nuestra buena reina.

El ama de llaves asintio con la cabeza.

– Gracias por su confianza, milady.

– Si mi esposo confia en ti, yo tambien lo hare. He traido a mi doncella Se llama Lucy. Necesitara una habitacion propia, por pequena que sea, y cercana a la mia.

– Me encargare de ello, milady. ?Desea que le ensene sus aposentos ahora?

– Ve, pequena -la animo el conde-. Tengo que hablar con Bartholomew y Robert antes de que termine el dia. Beso a Philippa en los labios y se retiro.

– ?Asi que es una fiel servidora de la reina Catalina? -la vieja mujer parecia muy impresionada por esa informacion.

Philippa le conto rapidamente como su familia y ella misma habian servido a los reyes por mucho tiempo y agrego:

– Acompanare a mi reina siempre que me necesite. Es un honor servirla. Es una de las mujeres mas bondadosas que he conocido.

– Tuvimos suerte con esta reina. Lastima que el rey no consiga tener un heredero.

– La princesa Maria sera quien nos gobierne algun dia.

– Tal vez Su Majestad pueda engendrar un hijo que sobreviva -replico Marian con esperanza y abrio una puerta de dos hojas-. Estos son sus aposentos, milady.

Lucy, que estaba adentro del apartamento, corrio alborozada al encuentro de su ama y, tras hacer una rapida reverencia, exclamo:

– ?Es un sitio adorable, milady! ?Seremos tan felices aqui!

– Cuando no estemos en la corte, Lucy -aclaro Philippa riendo- estoy segura de que seremos muy felices en Brierewode. ?Ya conoces a la senora Marian, el ama de llaves?

– Senora -dijo la doncella haciendo un gesto de cortesia.

– Lucy -replico la mujer-, si tienes un momento libre y tu ama te autoriza, te presentare al resto de la servidumbre. Peter, el lacayo del senor, es mi hermano y ya me ha contado que eres una muchacha de buena reputacion.

– ?Puedo ir, milady?

– Ve tranquila. Explorare el lugar sola.

– Se que querran disfrutar de una buena comida -acoto el ama de llaves-, pero hoy preparamos una cena muy sencilla, no esperabamos al conde.

– Estamos muy cansados del viaje, Marian, y lo que mas necesitamos es reponer nuestras fuerzas. Lo que haya de cenar hoy sera mas que suficiente. Manana hablaremos de temas culinarios. Me interiorizaras sobre los gustos del conde y yo te contare cuales son mis platos preferidos.

– Muy bien, milady -asintio Marian y se retiro junto con Lucy. Con la ayuda del ama de llaves, seria facil administrar la casa. Philippa se pregunto si su esposo la acompanaria siempre a la corte o si preferiria quedarse en Oxfordshire. Le gustaba Crispin St. Claire. Era ingenioso, inteligente y, por cierto, muy apasionado. No era tan apuesto, pero no le importaba. ?A quien se parecerian sus hijos? Solo esperaba que al menos sus hijas heredaran la belleza de la madre.

Hijas. Hijos. ?Cuantos hijos querria el conde? ?Seria ella una mujer fertil? Su madre habia parido ocho bebes, de los cuales siete habian sobrevivido. ?Volveria a quedar embarazada? Conocia muy bien a Rosamund y sabia que la decision dependia exclusivamente de ella y no de Logan Hepburn. ?Pero como se tomaban esas decisiones? Lamentaba que Rosamund estuviera ausente en esos momentos tan cruciales de su vida. Decidio plantearle todas sus dudas en persona, cuando se reencontraran en otono.

Se sento en el sillon junto al fuego y se quedo dormida. Lucy la desperto para la cena. Philippa bostezo y se estiro para desperezarse.

– No creo que pueda cenar -dijo la nueva condesa de Witton.

– Yo tambien estoy muy cansada, milady. Permitame que le quite el vestido y le ponga un camison limpio. ?Ah! Esta es una casa muy linda y los sirvientes son muy amables. Me recuerdan a la gente de Friarsgate.

– Manana a la manana tomare un buen bano -anuncio.

– Si, milady. Encontre la banera antes de que usted llegara. Es grande y confortable. Ahora, sientese. Traere la jofaina.

Extenuada, Philippa se acosto. Trato de mantenerse despierta, pero los ojos se le cerraban obstinadamente. Al verla dormitando, Lucy coloco el lavamanos sobre el fuego y salio en puntas de pie. Cuando paso por el salon, vio al conde y camino hacia el.

– ?Que ocurre, Lucy?-pregunto Crispin.

– Con su permiso, milord. Queria avisarle que la senora cenara en la alcoba. La pobre apenas puede mantenerse despierta.

– Subire en cuanto pueda.

Lucy bajo a la cocina y preparo una bandeja con una cazuela de guiso, pan, manteca y un jarro de sidra.

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