En muy poco tiempo de haber empezado en su empleo como dama de compania, Farran descubrio que era mucho trabajo. Aparte de tener que ser agradable para una persona insufrible, que parecia insistir en ser muy desagradable, no tuvo un minuto para si.

Aunque descubrio que habia cierta gentileza en la senorita Irvine, al pasar veinticuatro horas no la asombro que la senorita Titmarsh se hubiera marchado y tampoco la sorprendio que no tuviera tiempo de arreglar su cuarto. La maravilla habria sido que si hubiera tenido tiempo de limpiarlo, se dijo a si misma Farran el domingo por la noche al ir a acostarse.

Farran desperto el lunes con el proposito de que nada la deprimiria. Se entero de que ademas de ser dama de compania, era cocinera de medio tiempo.

Estaba ocupada en la cocina, preparando el potaje con que le gustaba iniciar el dia a la senorita Irvine, cuando esta vino a inspeccionar lo que Farran hacia.

– Asegurate de que no tenga grumos -ordeno-. Tuvo grumos ayer -se quejo.

Farran sabia muy bien que no hubo grumos en el producto de sus esfuerzos de ayer y tuvo que recordar el motivo por el cual estaba alli, para no vaciar el contenido de la cacerola en la cabeza de la 'querida anciana'.

– ?Durmio bien? -trato de arreglar la situacion.

– Nunca duermo bien -replico la senorita Irvine. Farran revolvio el potaje.

Ambas estaban sentadas, tomando el desayuno, cuando Farran noto con amabilidad:

– Stallard dijo que la senora que hace la limpieza viene tres veces por semana. ?Vendra acaso hoy? -se sorprendio un poco al notar en los azules ojos algo asi como un brillo de culpa.

– ?Que tu no puedes usar una aspiradora? -inquirio Nona Irvine con cierta irritacion.

Farran sintio que debia hacer mas indagaciones.

– Claro que si. ?Acaso hay un motivo por el cual deba hacerlo?

– Estaremos hasta las orejas de mugre si no pasas la aspiradora -contesto la anciana y desaparecio el sentimiento de culpa al explicar-. Despedi a la senora Lunn, por su insolencia, el viernes pasado.

– ?Insolencia?

– Tuvo el descaro de llamarme una vieja maldita y remolona. ?Que te parece eso?

No me tiente, penso Farran y tambien que tendria a su cargo las labores domesticas ademas de la culinarias, aparte de tratar bien a alguien que impacientaria incluso a un santo.

El martes fue el dia de jugar al bridge. Tuvieron que comer temprano para que Farran llevara a la senorita Irvine a casa de Joan Jessop, a las dos de la tarde.

– Puedes tomar la tarde libre -la senorita Irvine fue magnanima al ser acompanada por Farran a la puerta de la casa. Farran decidio que era el pasajero de automovil mas fastidioso que jamas tuvo en su vida.

– ?A que hora quiere que venga por usted? -inquirio la chica.

– Te llamare cuando este lista -le informo. Si Farran penso en dar un paseo, tuvo que regresar a la casa para poder oir el telefono cuando este sonara.

El miercoles todavia no habia visto trazas del sentido de humor que creyo que poseia la senorita Irvine. Para entonces Farran ya se habia acostumbrado y penso que podria soportar los modos bruscos de su anfitriona sin perder la paciencia, al tachar los dias en su calendario.

Aunque esa misma tarde, estuvo a punto de contestarle con la misma rudeza. Estaba viendo television, aun cuando 'ver' era solo un tecnicismo, pues la senorita Irvine tenia la mania de hablar durante todos los programas que le parecian interesantes a Farran, cuando la anciana de pronto exclamo.

– Este programa es una basura. Pasame el periodico.

Estaba atonita, puesto que el periodico estaba muy cerca de la senorita Irvine, mientras que Farran tendria que levantarse de su silla y agacharse para tomarlo. Estuvo a punto de decirle que un poco de ejercicio le haria mucho bien. De pronto, Nona Irvine sonrio.

Farran se pregunto si, al igual que los ninos prueban a sus padres para ver cuales son los limites, la senorita Irvine intento hacer algo similar. ?Acaso intento empujar a Farran al limite de su paciencia? ?Tal vez habria vislumbrado un brillo de amotinamiento en los ojos de la chica y por eso decidio que seria bueno sonreir?

Sin embargo, la senorita Irvine logro que Farran se avergonzara de si misma, cuando le pidio con un pequeno suspiro:

– Ya que estas de pie, Farran, ?podrias llamar al consultorio del doctor Richards? La artritis de mi hombro me duele un poco hoy… creo que sera mejor que obtenga una repeticion de mi ultima prescripcion medica.

Farran estuvo de mejor humor la manana siguiente. Paso mucho tiempo llevando y trayendo cosas para la senorita Irvine, pero cuando no lo hacia, se aseguraba de que la anciana estuviera bien.

Una y otra vez se pregunto como pudo olvidar que Nona Irvine era muy vieja. Era cierto; la buena mujer parecia mas un dragon que un parangon… pero esa manana estaba de humor angelical.

Mas Farran tuvo que revisar su juicio acerca del humor angelical de la anciana antes de que terminara la manana. Decidio interrumpir sus tareas y tomar una taza de cafe con ella. Farran llevo la bandeja a la sala de estar. La senorita Irvine fue amable y el tiempo transcurrio. De pronto, empezo a hacerle preguntas sobre los amigos de la chica.

'Amigos' conjuro de inmediato el recuerdo de Russell Ottley. Supuso que en realidad nunca llegaron a ser siquiera amigos y trato de desviar el tema de si misma.

– ?Y usted? -como conocia a las tres senoras con quienes jugaba al bridge, anadio-: Parece que tiene muchas amigas, senorita Irvine -sonrio.

– ?Conocidos! -replico la senora-. Todo lo que tengo son conocidos. No tengo verdaderos amigos -suspiro con dramatismo y Farran deseo no haberle hecho la pregunta, pues Nona Irvine parecio deprimirse. De pronto, se alegro-: Salvo a Stallard, claro -declaro-. El ha sido un gran apoyo para mi… un verdadero amigo.

Farran sintio que no queria hablarle de Russell Ottley, pero que tampoco queria oir cosas sobre Stallard Beauchamp o los elogios de la senorita Irvine. Fue por eso que, en un intento de desviar el tema, pregunto:

– Supongo que usted y su madre fueron grandes amigas, ?verdad? -y se quedo boquiabierta al ver la transformacion de los rasgos de su interlocutora.

– Esa mujer nunca fue amiga mia -hablo con vehemencia y en sus ojos brillo un odio intenso.

– Ah, lo siento mucho -se apresuro a corregir Farran-. Stallard nunca me dijo que… solo crei… -demonios, penso la joven al ser el objeto de la mirada hostil de la anciana. Para alivio suyo, el timbre sono-. Ire a abrir -y fue a abrir, azorada de que alguien pudiera odiar tanto como parecia detestar Nona Irvine a la madre de Stallard.

– Tad Richards… soy el doctor Richards -un hombre de cabello cafe y de mediana estatura, que parecia tener alrededor de treinta anos, la miro con sus ojos azules y se presento-. ?Fue usted quien llamo anoche para que se repitiera la prescripcion?

– Si -contesto Farran-. Me dijeron que llamara de nuevo esta tarde.

– Supe que tenia razon al seguir mi instinto y venir a entregar la prescripcion en persona -sonrio y noto que Farran no usaba anillo matrimonial-, senorita…

– Farran Henderson. Soy la nueva dama de compania de la senorita Irvine.

– Y una gran mejora respecto de la ultima dama de compania -replico zalamero.

Farran noto que el doctor no era parco con sus halagos, pero le preocupo mas el hecho de haber quiza lastimado a la senorita Irvine.

– De hecho, quisiera pedirle que la revisara si tiene usted tiempo -susurro con voz baja.

– ?No esta bien? -adopto una actitud profesional.

– Un comentario que hice la entristecio -confeso Farran.

– No me preocuparia por un comentario -Tad Richards entro en el vestibulo con una sonrisa-. ?No ha visto como se enojan unas con otras cuando la senorita Irvine y sus amigas juegan cartas?

– El doctor Richards ha venido con su prescripcion -anuncio Farran a la senorita Irvine, quien tenia una expresion sombria.

– ?Como esta mi actriz favorita? -pregunto el medico a la paciente, lo cual dejo perpleja a Farran. Esta recogio las tazas para llevarlas a la cocina y noto al pasar que la anciana le sonreia con dulzura.

Farran seguia en la cocina, lavando loza y preparando la comida ligera que pronto comerian, cuando Tad Richards fue a buscarla alla.

– ?Esta bien? -inquirio Farran con rapidez.

– En plena forma, como de costumbre -contesto sin dudar.

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