La sonrisa era maliciosa.

– Es muy halagador, senor Copeland, gracias.

Intente no desviarme del tema.

– ?Por que acepto salir con el?

– ?Es importante?

– Podria decirme algo de el.

– No puedo imaginarme el que. Supongamos, por ejemplo, que le digo que me parecia guapo. ?Eso le ayudaria?

– ?Es asi?

– ?Asi que? ?Si me parecia guapo? -Otra sonrisa. Un mechon le tapo el ojo derecho-. Casi parece celoso.

– ?Senorita Singh?

– ?Si?

– Estoy investigando un asesinato. ?Podriamos dejarnos de jueguecitos?

– ?Cree que podemos? -Se echo la melena hacia atras, pero yo resisti impasible-. Bueno, de acuerdo -convino-. Me parece bien.

– ?Puede ayudarme a descubrir quien era en realidad?

Lo penso un momento.

– ?Tal vez con sus llamadas de movil?

– Comprobamos el que llevaba encima. Solo aparecia, su llamada.

– Tenia otro numero -dijo-. Antes.

– ?Lo recuerda?

Asintio y me lo dio. Cogi un boligrafo y lo apunte en el dorso de una de mis tarjetas.

– ?Algo mas?

– La verdad es que no.

Cogi otra tarjeta y escribi mi numero de movil.

– Si recuerda algo, ?me llamara?

– Por supuesto.

Le di la tarjeta. Ella solo me miro y sonrio.

– ?Que?

– No lleva alianza, senor Copeland.

– No estoy casado.

– ?Divorciado o viudo?

– ?Como sabe que no soy soltero?

Raya Singh no se molesto en contestar.

– Viudo -dije.

– Lo siento.

– Gracias.

– ?Cuanto tiempo ha pasado?

Iba a decirle que no era asunto suyo, pero queria tenerla de mi parte. Y ademas era condenadamente hermosa.

– Casi seis anos.

– Ya -dijo.

Me miro con aquellos ojos.

– Gracias por su colaboracion -dije.

– ?Por que no me invita a salir? -pregunto.

– ?Disculpe?

– Se que le parezco bonita. Estoy soltera, usted tambien. ?Por que no me invita a salir?

– No mezclo la vida laboral con la personal -dije.

– Soy de Calcuta. ?Ha estado alli?

El cambio de tema me desconcerto por un momento. El acento tampoco parecia proceder de esa zona, pero eso no significa nada hoy dia. Le dije que no habia estado nunca alli, pero que evidentemente conocia el lugar.

– No se que habra oido, pero es peor -dijo.

No dije nada, porque no sabia adonde queria ir a parar.

– Tengo un plan de vida -explico-. La primera parte era venir aqui. A Estados Unidos.

– ?Y la segunda parte?

– Aqui la gente hace lo que sea para salir adelante. Unos juegan a la loteria. Otros tienen suenos de llegar a ser atletas profesionales, pongamos por caso. Otros se dedican a la delincuencia o se desnudan o venden su cuerpo. Conozco mis puntos fuertes. Soy hermosa. Tambien soy buena persona y he aprendido a ser… -se detuvo y medito sus siguientes palabras- buena con un hombre. Hare increiblemente feliz a un hombre. Le escuchare. Le apoyare. Le levantare el animo. Hare que sus noches sean especiales. Me entregare a el siempre que quiera y de la forma que quiera. Y lo hare con mucho gusto.

«Vaaaale», pense.

Estabamos en una calle muy ajetreada pero habria jurado que habia tanto silencio que se podia oir el canto de un grillo. Tenia la boca muy seca.

– Manolo Santiago -dije, con una voz que me sonaba muy lejana-. ?Creyo que el podia ser ese hombre?

– Pense que podria serlo -dijo ella-. Pero no lo era. Usted parece simpatico. Como si fuera a tratar bien a una mujer. -Era posible que Raya Singh se hubiera acercado un poco, no estoy seguro. Pero de repente me parecia mas cercana-. Veo que esta angustiado. Que no duerme bien por las noches. ?Como lo sabe, senor Copeland?

– ?Como se que?

– Que no soy ella. Que no soy la que podria hacerle delirantemente feliz. Que no dormiria como un tronco a mi lado.

Uau.

– No lo se -dije.

Se limito a mirarme y senti su mirada en los dedos de los pies. Estaba jugando conmigo y yo lo sabia. Pero aquel planteamiento de poner todas las cartas sobre la mesa… era de lo mas sugerente.

O puede que solo fuera la ceguera provocada por la belleza.

– Debo irme -dije-. Ya tiene mi telefono.

– ?Senor Copeland?

Espere.

– ?A que ha venido en realidad?

– ?Disculpe?

– ?Que interes tiene en el asesinato de Manolo?

– Creia que se lo habia explicado. Soy el fiscal del condado…

– No ha venido por eso.

Espere y ella se limito a mirarme. Por fin le pregunte:

– ?Por que lo dice?

Su respuesta me sento como un gancho de izquierda.

– ?Le mato usted?

– ?Que?

– He dicho…

– La he oido. Por supuesto que no. ?Por que me pregunta esto?

Pero Raya Singh hizo un gesto de despedida.

– Adios, senor Copeland. -Me dedico otra sonrisa que me hizo sentir como un pez fuera del agua-. Espero que encuentre lo que esta buscando.

Capitulo 12

Lucy queria buscar el nombre «Manolo Santiago» en Google; probablemente se tratara de un periodista que escribia un articulo sobre el hijo de puta de Wayne Steubens, el Monitor Degollador, pero Lonnie la esperaba en el despacho. Cuando ella entro, no la miro. Lucy se paro a su lado, en un suave intento de intimidacion.

– Sabes quien envio el diario -dijo.

– No puedo estar seguro.

– ?Pero?

Lonnie respiro hondo, y Lucy tuvo la esperanza de que fuera para coger animos y hablar.

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