– Antes, cuando he mencionado el nombre de Gil Perez, te has cerrado en banda -dije.

– Su nombre salia en esos articulos. Tambien le mataron aquella noche.

– No -respondi.

– No lo entiendo.

– ?Sabes por que Manolo estaba investigando lo que sucedio.aquella noche?

– No me lo dijo.

– ?No sentias curiosidad?

Se encogio de hombros.

– Me dijo que era un asunto de trabajo.

– Raya -dijo-. Manolo Santiago no era su nombre autentico.

Dude, por si me interrumpia y me daba alguna informacion. No lo hizo.

– Su nombre autentico era Gil Perez -segui.

Tardo un segundo en digerirlo.

– ?El chico del bosque?

– Si.

– ?Estas seguro?

Buena pregunta.

– Si -respondi sin vacilar, a pesar de todo.

Lo penso un momento.

– Y lo que me estas diciendo ahora, en caso de que sea verdad, es que ha estado vivo todo este tiempo.

Asenti.

– Y si estaba vivo… -Raya Singh callo.

Yo acabe la frase por ella.

– Mi hermana tambien podria estarlo.

– O quiza Gil, o como le llames tu, los mato a todos -dijo.

Es raro, pero no habia pensado en esto. Tenia cierta logica. Gil los mata a todos, deja pruebas de que el tambien es una victima. Pero ?era Gil suficientemente listo para montar algo asi? ?Y que pintaba entonces Wayne Steubens?

A menos que Wayne dijera la verdad…

– Si eso es cierto, lo descubrire -dije.

Raya fruncio el ceno.

– Manolo decia que tu y Lucy habiais mentido. Si el les mato, ?para que iba a decir una cosa asi? ?Para que tendria todos esos papeles e investigaria lo sucedido? Si lo habia hecho el, ya tendria la respuesta, ?no?

Cruzo la habitacion y se situo directamente frente a mi. Tan joven y tan hermosa. Tenia ganas de besarla.

– ?Que no me estas diciendo? -pregunto.

Sono mi movil y mire el identificador. Loren Muse. Aprete la tecla de contestar:

– ?Que pasa?

– Tenemos un problema -dijo Muse.

Cerre los ojos y espere.

– Es Chamique. Quiere retractarse.

Mi oficina esta en el centro de Newark. No paro de oir que hay en marcha un plan de revitalizacion para la ciudad. Yo no lo veo. La ciudad esta en decadencia desde que yo puedo recordar. Pero he llegado a conocerla bien. La historia sigue alli, bajo la superficie. La gente es estupenda. Como sociedad tenemos tendencia a estereotipar a las ciudades del mismo modo que lo hacemos con los grupos etnicos o las minorias. Es facil odiarlos a distancia. Recuerdo a los conservadores padres de Jane y su desprecio por todo lo relacionado con los gays. Sin que ellos lo supieran, Helen, la companera de cuarto de Jane en la universidad, era gay. Cuando conocieron a Helen, tanto la madre como el padre quedaron encantados con ella. Cuando supieron que era lesbiana, les siguio gustando. Y despues les gusto su pareja.

Asi era como solia ser. Era facil odiar a los gays, a los negros, a los judios o a los arabes. Era mas dificil odiar a las personas.

Newark era asi. La podias odiar en conjunto, pero habia tantos barrios, tantos tenderos y tantos ciudadanos encantadores y fuertes, que no podias evitar sentirte atraido y querer cuidarla y mejorarla.

Chamique me esperaba en el despacho. Era tan joven, pero llevaba la dureza de la vida escrita en la cara. La vida no habia sido amable con esa chica. Probablemente no seria mas facil en el futuro. Su abogado, Horace Foley, llevaba demasiada colonia y tenia los ojos demasiado separados. Soy abogado y por lo tanto no me gustan los prejuicios que existen contra mi profesion, pero estaba bastante seguro de que si pasaba una ambulancia, ese tipo saltaria por mi ventana en el tercer piso para atraparla.

– Queremos que retire los cargos contra el senor Jenrette y el senor Marantz -dijo Foley.

– No puedo hacerlo -dije. Mire a Chamique. No tenia la cabeza baja, pero tampoco estaba buscando el contacto visual con mucho ahinco-. ?Mentiste ayer en el estrado? -pregunte.

– Mi cliente nunca mentiria -respondio Foley.

No le hice caso y mire a Chamique a los ojos.

– No conseguira que les condenen -dijo.

– Eso no lo sabes.

– ?Habla en serio?

– Si.

Chamique me sonrio, como si yo fuera el ser mas ingenuo que Dios hubiera creado.

– No lo entiende, ?verdad?

– Si, lo entiendo. Te ofrecen dinero a cambio de retractarte. La cifra ha alcanzado el nivel suficiente para que tu abogado, aqui presente, el senor «Para que ducharse si se tiene colonia», crea que vale la pena hacerlo.

– ?Como me ha llamado?

Me volvi hacia Muse.

– Abre la ventana, por favor.

– A tus ordenes, Cope.

– ?Eh! ?Como me ha llamado?

– La ventana esta abierta. Puede tirarse si le apetece. -Volvi a mirar a Chamique-. Si te retractas ahora, significa que tu testimonio de hoy y de ayer era mentira. Significa que cometiste perjurio. Significa que hiciste que esta oficina gastara millones de dolares de impuestos con tu mentira, tu perjurio. Eso es un delito. Iras a la carcel.

– Hable conmigo, senor Copeland, no con mi cliente -replico Foley.

– ?Hablar con usted? Con usted aqui no puedo ni respirar.

– No pienso aguantar…

– A callar -dije. Me puse una mano detras de la oreja-. Escuche como se arruga.

– ?El que?

– Creo que su colonia me esta pelando el papel pintado. Si escucha atentamente, podra oirlo. Silencio, escuche.

Incluso Chamique sonrio un poquito.

– No te retractes -le dije.

– Tengo que hacerlo.

– Pues te procesare.

Su abogado estaba a punto para la batalla, pero Chamique le puso una mano en el brazo.

– No lo hara, senor Copeland.

– Lo hare.

Pero ella sabia que no lo haria. Era un farol. Era una pobre y asustada victima de violacion que tenia la oportunidad de cobrar, de tener mas dinero del que probablemente dispondria en toda su vida. ?Quien era yo para sermonearla sobre valores y justicia?

Ella y su abogado se pusieron en pie y Horace Foley dijo:

– Por la manana firmaremos el acuerdo.

No dije nada. Una parte de mi se sentia aliviada y eso me avergonzaba. Ahora JaneCare sobreviviria. El recuerdo de mi padre, o mas bien mi carrera politica no sufriria un reves innecesario. Lo mejor de todo es que me habia librado de una buena. Y no habia hecho nada, habia sido Chamique.

Chamique me ofrecio la mano y yo se la estreche.

– Gracias -dijo.

– No lo haga -le pedi, pero ya no habia conviccion en mi intento.

Ella se dio cuenta y sonrio. Despues salieron de mi despacho. Primero Chamique y luego su abogado. Su colonia permanecio como recuerdo.

Muse se encogio de hombros y dijo:

– ?Que puedes hacer?

Eso me estaba preguntando yo tambien.

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