Fui a casa y cene con Cara. Tenia unos «deberes» que consistian en buscar cosas que fueran rojas en algunas revistas y recortarlas. Pareceria una tarea sencilla, pero evidentemente nada de lo que encontrabamos juntos le parecia bien. No le gustaba la furgoneta roja, ni el vestido rojo de la modelo, ni siquiera el coche de bomberos rojo. Pronto me di cuenta de cual era el problema: que me mostrara entusiasmado con las cosas que encontraba. «?Este vestido es rojo, carino! ?Esta muy bien! ?Creo que es perfecto!», decia yo.
Despues de veinte minutos asi, me di cuenta de mi error. Cuando encontro una foto de una botella de ketchup, me encogi de hombros y dije en tono desinteresado:
– No me gusta el ketchup.
Cogio las tijeras con el mango de seguridad y se puso manos a la obra.
Ninos.
Cara se puso a cantar una cancion mientras recortaba. Era una cancion de unos dibujos animados de la tele llamados Dora la exploradora y basicamente consistia en cantar la palabra «mochila» una y otra vez hasta que la cabeza del padre mas cercano explotaba en un millon de pedazos. Hacia dos meses habia cometido el error de comprarle una mochila parlante de
Estaba pensando en esto, en Botas, en la manera en que Cara y su prima discutian quien seria Dora y quien seria
Me quede helado. De hecho me quede quieto alli sentado. Incluso Cara se dio cuenta.
– ?Papi?
– Un momento, peque.
Subi corriendo, haciendo temblar la casa con mis pisadas. ?Donde demonios habia metido las facturas de la fraternidad? Puse la habitacion patas arriba. Tarde cinco minutos en encontrarlas; estaba dispuesto a tirarlas todas despues de la entrevista de la manana.
Bang, ahi estaban.
Las hojee, encontre los cargos de internet, los mensuales, y despues cogi el telefono y llame a Muse. Respondio a la primera.
– ?Que pasa?
– Cuando estabas en la universidad -pregunte-, ?con que frecuencia te quedabas levantada toda la noche?
– Dos veces por semana como minimo.
– ?Como te mantenias despierta?
– Con M amp;M's. En cantidades industriales. Las naranjas son anfetaminas, lo juro.
– Comprate todas las que quieras y puedes incluirlas como gastos.
– Me gusta tu tono de voz, Cope.
– Tengo una idea, pero no se si tenemos tiempo.
– No debes preocuparte por el tiempo. ?Con respecto a que asunto?
– Con respecto al asunto de nuestros coleguillas Cal y Jim -conteste.
Capitulo 17
Busque el numero de telefono de la casa de Foley, el abogado aromatico, y le desperte.
– No firme los papeles hasta la tarde -dije.
– ?Por que?
– Porque si lo hace, hare todo lo posible por que mi oficina caiga encima de usted y de sus clientes con todo el peso de la ley. Les dejare claro que no hacemos tratos con Horace Foley, que siempre procuramos que los clientes cumplan la maxima condena.
– No puede hacer eso.
No dije nada.
– Tengo una obligacion con mi cliente.
– Digale que he pedido un poco de tiempo. Digale que es por su bien.
– ?Y que le digo a la otra parte?
– No lo se, Foley, inventese algo; que hay algun error en la documentacion, lo que sea. Pero demorelo hasta la tarde.
– ?Y en que beneficia esto a mi cliente?
– Si tengo suerte y doy en el clavo, podra renegociar. Mas dinero en su bolsillo.
Se callo un momento y despues dijo:
– Eh, Cope.
– ?Que?
– Es una chica rara, Chamique.
– ?Por que?
– Cualquiera habria cogido el dinero enseguida. Tuve que insistirle porque, francamente, cuanto antes cobre mejor para ella. Los dos lo sabemos. Pero no quiso saber nada hasta que anoche la vapulearon con aquella historia de Jim/James. Antes de eso, dijera lo que dijera en la sala, estaba mas interesada en que los chicos fueran a la carcel que en la compensacion economica. Realmente queria justicia.
– ?Y eso le sorprende?
– Usted es nuevo en esto. Yo llevo veintisiete anos haciendolo. Te vuelves cinico. O sea que si, me sorprendio y mucho.
– ?Me esta diciendo esto por alguna razon concreta?
– Si, por una razon. A mi ya me conoce, yo quiero mi tercera parte del acuerdo. Pero Chamique es diferente. A ella este dinero le cambiara la vida. Asi que, senor fiscal, no se lo que se trae entre manos, pero no lo estropee.
Lucy bebia sola.
Era de noche. Lucy vivia en un apartamento de la facultad, un lugar muy deprimente. Muchos profesores trabajaban mucho para ahorrar con la esperanza de poder dejar el apartamento de la universidad. Lucy llevaba un ano viviendo alli. Antes que ella, una profesora de literatura inglesa, Amanda Simon, habia pasado tres decadas de solteria en aquel piso. Un cancer de pulmon la habia matado a los cincuenta y ocho anos. Sus restos permanecian en el olor que habia dejado atras. A pesar de haber arrancado la moqueta y haber pintado todo el piso, la peste a tabaco seguia alli. Era un poco como vivir en un cenicero.
Lucy era una chica de vodka. Miro por la ventana. A lo lejos se oia musica. Era el campus de una universidad. Siempre habia musica en alguna parte. Miro el reloj. Medianoche.
Encendio su propio iPod diminuto y busco la lista de reproduccion que habia titulado «Suave». Todas las canciones no solo eran lentas sino que ademas te partian el corazon. Asi que estaba bebiendo vodka en su deprimente piso, oliendo el humo de una difunta y escuchando canciones desgarradoras de perdida, deseo y angustia. Era lastimoso, pero a veces es suficiente sentir. Daba lo mismo que te doliera. Lo importante era sentir.
En ese momento Joseph Arthur cantaba «Honey and the Moon». Le decia a su amor verdadero que, si no era real, el la inventaria. Uau, no estaba mal. Lucy intento imaginar un hombre, un hombre que valiera la pena, diciendoselo a ella. Eso la hizo sacudir la cabeza de perplejidad.
Cerro los ojos e intento unir las piezas. No encajaba nada. El pasado se estaba amotinando. Lucy se habia pasado toda la vida adulta huyendo de esos malditos bosques en el campamento de su padre. Habia cruzado el pais, hasta llegar a California, y habia vuelto a cruzarlo en direccion contraria. Se habia cambiado el nombre y el color de los cabellos. Pero el pasado siempre la seguia. A veces le permitia ganar una ventaja comoda, la enganaba para que creyera que habia puesto suficiente distancia entre aquella noche y el presente, pero los muertos siempre rellenaban el hueco.
Al final aquella horrible noche siempre la encontraba. Pero esta vez… ?como? Esas entradas de diario… ?como podian existir? Sylvia Potter apenas habia nacido cuando el Monitor Degollador actuo en el campamento PACE (su lema era: Paz Amor Comprension Estio). ?Que podia saber ella? Por supuesto, como Lonnie, podia haber investigado en internet y haber descubierto que Lucy tenia un pasado. O tal vez alguien, alguien mayor y mas listo, le habia contado algo.
Aun asi, ?como podia saberlo ella? En realidad, ?como podia saberlo nadie? Solo una persona sabia que Lucy habia mentido sobre lo sucedido aquella noche.
Y era evidente que Paul no habia dicho nada. Miro a traves del liquido transparente de su vaso. Paul… Paul Copeland. Todavia le veia con aquellos brazos y aquellas piernas desgarbados, el torso magro, los cabellos largos, esa sonrisa deslumbrante. Curiosamente se habian conocido gracias a sus padres. El padre de Paul, tocoginecologo en su pais natal, habia huido de la represion en la Union Sovietica solo para encontrar bastante de lo mismo en el gran Estados Unidos. Ira, el padre todo corazon de Lucy, no podia resistirse a una historia tragica como esa. Por eso Ira contrato a Vladimir Copeland como medico del campamento y dio a su familia la posibilidad de escapar de Newark en verano.
Lucy todavia recordaba el coche, el Oldsmobile Ciera desvencijado, subiendo por la pista, parandose, y las cuatro puertas abriendose al mismo tiempo, y los cuatro miembros de la familia bajando a la vez. En ese momento, cuando Lucy vio a Paul por primera vez y sus ojos se encontraron, fue una explosion, una fractura, un rayo. Y vio que a el le sucedia lo mismo. En la vida existen esos raros momentos en que sientes una sacudida, y es una sensacion maravillosa y al mismo tiempo duele una barbaridad, pero sientes, sientes de verdad, y de repente los colores parecen mas brillantes y los sonidos mas claros y la comida sabe mejor y nunca, ni un solo minuto, dejas de pensar en el y sabes, lo sabes y basta, que el siente exactamente lo mismo por ti.
– Asi -dijo Lucy en voz alta, y tomo otro sorbo de vodka con tonica.