– ?Realmente utilizo esa frase? ?«Delirantemente feliz»?
– Te he dicho que no empezaras.
Ella sacudio la cabeza otra vez.
Mire el reloj y vi que eran las ocho y media.
– Tengo que ir a casa -dije.
– De acuerdo.
– ?Y tu, Muse?
– Tengo cosas que hacer.
– Es tarde. Vete a casa.
No me hizo caso.
– Jenrette y Manratz -dijo Muse-. Realmente van a por ti.
– Puedo arreglarmelas.
– Se que puedes. Pero es sorprendente lo que pueden hacer los padres para proteger a sus hijos.
Iba a decir que lo entendia, que tenia una hija, que haria lo que fuera por mantenerla a salvo. Pero sonaba demasiado condescendiente.
– Nada me sorprende, Muse. Trabajas aqui cada dia. Ves lo que es capaz de hacer la gente.
– A eso me refiero.
– ?Que?
– Jenrette y Marantz han oido que te presentas a las elecciones. Piensan que es tu punto debil. Asi que van a por ti, hacen todo lo que pueden para intimidarte. Es inteligente. Muchos tios se habrian rendido. De todos modos tu caso no era demasiado solido. Imaginaron que verias la informacion y te conformarias.
– Se equivocaron. ?Y que?
– ?Crees que van a dejarlo asi? ?Crees que solo iran a por ti? ?O crees que hay alguna razon para que el juez Pierce quiera veros manana en su despacho?
Cuando llegue a casa tenia un correo electronico de Lucy:
?Te acuerdas de que nos pasabamos canciones el uno al otro para escucharlas? No se si has oido esta, asi que te la mando. No sere tan atrevida como para decir que pienses en mi cuando la escuches. Pero espero que lo hagas.
Con carino
Lucy
Luego descargue la cancion adjunta. Era un clasico de Bruce Springsteen bastante raro llamado «Back in Your Arms». Lo escuche sentado frente al ordenador. Bruce cantaba sobre la indiferencia y la anoranza, sobre todo lo que has desaprovechado y perdido y lo que anoras, y despues implora desgarradoramente volver a estar entre sus brazos.
Me eche a llorar.
Alli solo, escuchando aquella cancion, pensando en Lucy, en aquella noche, llore por primera vez desde la muerte de mi esposa.
Descargue la cancion en mi iPod y me lo lleve al dormitorio. Volvi a ponerla. Y despues otra vez. Y poco despues por fin me vencio el sueno.
A la manana siguiente Raya me esperaba frente al bistro Janice en Ho-Ho-Kus, un pueblo al noroeste de Nueva Jersey. Algunas personas dicen que el nombre procede de una palabra de los americanos nativos utilizada por los indios Lenni Lenape, que controlaban este territorio hasta que los holandeses se instalaron en el en 1698. Pero no existen pruebas definitivas de ello, aunque eso no impide que los viejos discutan sobre el tema.
Raya llevaba unos vaqueros negros y una blusa blanca con el cuello abierto. Estaba impresionante. Arrebatadora. La belleza produce este efecto, a pesar de que yo ya supiera lo que perseguia. Estaba enfadado porque me habian tomado el pelo, y sin embargo no podia evitar sentirme atraido y odiarme por lo que sentia.
Por otro lado, por hermosa y joven que fuera, no podia evitar pensar que no le llegaba a Lucy ni a la suela del zapato. Me gusto sentir eso. Me apoye en ello. Pense en Lucy y se me escapo una sonrisa tonta. Se me acelero un poco la respiracion. Siempre me sucedia cuando estaba con Lucy. Todavia me sucedia.
Imaginate estar enamorado.
– Estoy contenta de que me llamaras -dijo Raya.
– Yo tambien.
Raya me rozo la mejilla. Desprendia un sutil olor a lavanda. Nos instalamos en un compartimiento del fondo del restaurante. Un mural impresionante de los comensales, pintado por la hija del dueno, ocupaba toda una pared. Todos aquellos ojos pintados parecian seguirnos. Nuestro reservado era el ultimo, bajo un reloj enorme. Habia comido a menudo en el
Nos sentamos. Raya me dedico su mejor sonrisa irresistible. Pense en Lucy. Eso hizo que se desvaneciera el efecto.
– Asi que eres investigadora privada -dije.
Las sutilezas no funcionarian con ella. No tenia ni tiempo ni paciencia. Segui antes de que pudiera empezar a negarlo.
– Trabajas para Most Valuable Detection de Newark, Nueva Jersey. No trabajas en ese restaurante indio. Deberia haberme dado cuenta cuando la mujer de recepcion no supo quien eras.
Su sonrisa temblo pero no perdio nada de su voltaje. Se encogio de hombros.
– ?Como me has descubierto?
– Ya te lo contare. ?Cuanto de lo que dijiste es mentira?
– No mucho, en realidad.
– ?Sigues afirmando que no sabes quien era Manolo Santiago en realidad?
– Esa parte era cierta. No sabia que fuera Gil Perez hasta que me lo dijiste.
Eso me confundio.
– ?Como os conocisteis en realidad? -pregunte.
Se echo hacia atras y cruzo los brazos.
– No tengo por que hablar contigo. Eso se lo dejo al abogado que me contrato.
– Si Jenrette te hubiera contratado a traves de Mort o Flair, podrias utilizar este argumento. Pero tu problema es el siguiente: me estas investigando. No hay forma de que demuestres que Gil Perez formaba parte del trabajo de investigacion para Jenrette o Marantz.
No dijo nada.
– Y en vista de que no tienes escrupulos en ir a por mi, yo ire a por ti. A mi me parece que se suponia que no tenia que descubrirte. No hay ninguna necesidad de que MVD lo sepa. Si tu me ayudas, yo te ayudo; todos salimos ganando, o cualquier topico que se te ocurra.
Esto la hizo sonreir.
– Le conoci en la calle -dijo-. Tal como te dije.
– Pero no por casualidad.
– No, no por casualidad. Mi trabajo era acercarme a el.
– ?Por que el?
John, el dueno del bistro Janice. Janice era su esposa y chef se acerco a nuestra mesa. Me estrecho la mano y me pregunto quien era aquella senorita tan guapa. Los presente. El le beso la mano. Yo frunci el ceno y el se marcho.
– Decia que tenia informacion sobre ti.
– No lo entiendo. Gil Perez se presenta en MVD…
– Para nosotros era Manolo Santiago.
– Bueno, vale, Manolo Santiago se presenta y dice que puede ayudar a sacar trapos sucios sobre mi.
– Trapos sucios es un poco fuerte, Paul.
– Llamame fiscal Copeland -dije-. Esta era tu mision, ?no? ?Encontrar algo incriminatorio contra mi? ?Intentar que yo no siguiera con el caso?
No contesto. No era necesario.
– Y no puedes escudarte en el privilegio abogado-cliente, ?sabes? Por eso vas a contestar a mis preguntas. Porque Flair nunca permitiria que sus clientes hicieran una cosa asi. Ni siquiera Mort, por idiota que sea, tiene tan poca etica. EJ Jenrette os contrato por su cuenta.
– No me esta permitido decirlo. Y francamente tampoco estoy en condiciones de hacerlo. Hago trabajo de campo. No trato con el cliente.
No me importaba el funcionamiento interno de su empresa, pero senti que me estaba confirmando lo que habia dicho.
– Asi que Manolo Santiago se presenta -segui-. Dice que tiene informacion sobre mi. ?Y entonces que?
– No dijo que era exactamente. Se volvio desconfiado. Queria dinero, mucho dinero.
– Y vosotros le pasais el mensaje a Jenrette.
Ella se encogio de hombros.
– Y Jenrette esta dispuesto a pagar. Sigue a partir de ahi.
– Insistimos para que nos de las pruebas. Manolo empieza a decir que todavia le falta ultimar unos detalles. Pero para entonces ya le hemos investigado. Sabemos que Manolo Santiago no es su nombre autentico. Pero tambien sabemos que va detras de algo gordo. Algo muy importante.
– ?Como que?
El chico vino a llenar los vasos de agua y Raya tomo un sorbo.
– Nos dijo que sabia lo que habia ocurrido realmente aquella noche a los cuatro chicos que murieron en el bosque. Dijo que podia demostrar que tu mentiste sobre esa noche.
No dije nada.
– ?Como os encontro? -pregunte.
– ?A que te refieres?