desnudas; me di cuenta con abatimiento de que habia dejado pasar mi oportunidad alla atras, en el ajetreo del vestibulo principal, y me detuve.
—Dak, ?vamos a salir de aqui en una nave espacial? —quise saber.
—Desde luego.
—Esta usted loco. No tengo documentacion, ni siquiera un pase turistico para la Luna.
—No lo necesita.
—?Como? Me pararan en Emigracion. Y luego un policia grandote empezara a hacer preguntas dificiles.
Una mano del tamano de un jamon se cerro sobre mi brazo.
—No perdamos mas tiempo. ?Por que tiene que pasar por la oficina de Emigracion cuando oficialmente usted no se marcha? ?Y para que tengo que ir yo por alli, cuando oficialmente nunca he llegado? A paso rapido, muchacho.
Yo era bastante fuerte y casi tan alto como Dak, pero me senti como si un policia robot de trafico me estuviera arrastrando fuera de una zona de peligro. Vi un letrero que decia
—Dak, un momento, por favor. Tengo que ir al lavabo.
Mi companero me hizo una mueca.
—?Ah, si? Ya fue antes de que salieramos del hotel.
Ni detuvo su marcha ni me solto.
—Es que estoy enfermo de los rinones…
—Amigo Lorenzo, de lo que esta enfermo es de miedo. Le dire lo que vamos a hacer. ?Ve aquel policia de alli?
Al final del pasillo, en las oficinas administrativas, un agente de la ley estaba buscando alivio para sus pies planos, apoyandose en uno de los mostradores.
—Pues me doy cuenta de que siento remordimientos por todos mis pecados —continuo Dak—. Necesito confesarlo todo… como usted ha asesinado a un turista marciano y a dos ciudadanos terrestres… como me amenazo con esta pistola y me obligo a ayudarle a eliminar los rastros de su horrendo crimen. Tambien le dire…
—?Se ha vuelto loco?
—Casi completamente, por la angustia y los remordimientos de conciencia, companero.
—Pero… no puede probar nada contra mi.
—?No? Creo que mi historia sera mas convincente que la suya. Yo conozco todos los antecedentes del caso y usted no. Yo se toda su historia y usted no sabe nada de mi. Por ejemplo…
Luego Dak menciono un par de detalles de mi pasado que yo hubiera jurado que estaban enterrados en el olvido. Era verdad que en dos ocasiones habia participado en revistas que no eran aptas para verlas en familia, pero un hombre tiene que comer. En cuanto a aquella factura del hotel, si bien es cierto que dejar de pagar la cuenta del hotel en Miami Beach tiene la misma pena que un asalto a mano armada en cualquier otro lugar, eso siempre me habia parecido una actitud muy provinciana… De todos modos, yo habria pagado si hubiese tenido el dinero. Y respecto a aquel desagradable incidente en Seattle… Bien, quiero decir que Dak sabia muchas cosas de mi pasado, pero que no las habia interpretado correctamente. De todas maneras…
—Por lo tanto —prosiguio Dak—, vamos a ver al agente y se lo explicamos todo. Le apuesto siete contra dos a que se cual de los dos saldra primero bajo fianza.
Por lo tanto, seguimos caminando hacia el policia y pasamos por su lado sin detenernos. Estaba hablando con una empleada, y ninguno de los dos se molesto en mirarnos. Dak saco del bolsillo dos billetes en los que se leia
Una vez nos encontramos en el coche de transporte, Dak marco un numero de destino completamente distinto; la maquina dio media vuelta, escogio una onda de fuerza y salimos por un tunel debajo del campo de aterrizaje. Todo aquello ya no me importaba; me sentia incapaz de preocuparme por nada.
Cuando descendimos del coche de transporte, este regreso por donde habia venido. Delante de mi habia una escalera que desaparecia en el techo de acero que cerraba el tunel. Dak me empujo.
—Arriba —dijo.
Al final de la escalera habia una puerta con un letrero: EXPOSICION RADIACTIVA —
—?Acaso lleva zapatos de plomo? Abra la puerta, salga rapido y suba la escalerilla hasta el interior de la nave. Si no se detiene para rascarse la cabeza, podra hacerlo con tres segundos de sobra.
Creo que me sobraron cinco segundos. Me encontre a la luz del sol a lo largo de unos tres metros y luego me vi metido en un tunel vertical dentro de la nave. Subi los peldanos de tres en tres.
Aparentemente, aquella nave espacial era muy pequena. Por lo menos la cabina de control era muy reducida; no habia podido ver el exterior de la nave. Las unicas naves interplanetarias en que habia estado eran los correos de la Luna
La cabina de control estaba ocupada por dos hombres; uno de ellos se hallaba tendido en la mas proxima de las tres literas de aceleracion manipulando en los instrumentos que tenia ante si, mientras que el otro hacia algo extrano con un destornillador. El que estaba en la litera me miro, pero no dijo nada. El otro dio media vuelta, parecio preocupado y dijo sin dirigirse a mi:
—?Que le ha sucedido a Jock?
Dak surgio de la escotilla detras de mi, como impulsado por un canon.
—No tenemos tiempo para explicaciones —dijo cortante—. ?Habeis tenido en cuenta el compensar su masa?
—Red, ?tenemos ya la orbita de lanzamiento? ?Estas en contacto con la torre de control?
El hombre de la litera contesto tranquilamente:
—He estado calculando la orbita cada dos minutos. Tenemos el permiso de la torre. Menos cuarenta… y siete segundos.
—?Sal de la litera! ?Fuera de aqui! Voy a salir en esa orbita.
El llamado Red salio sin prisas de la litera, mientras Dak se instalaba en su lugar. El otro hombre me obligo a tenderme en la litera del copiloto y me ato un cinturon de seguridad por encima del pecho; a continuacion dio media vuelta y se dejo caer por la escotilla. Red le siguio, y luego se detuvo con la cabeza y los hombros al nivel del suelo.
—Los billetes, por favor —dijo alegremente.
—?Oh, caramba!
Dak se aflojo el cinturon de seguridad, busco en uno de sus bolsillos, saco los pases que habia usado para meternos a los dos de contrabando en aquella nave y se los tiro a Red.
—Gracias —dijo este—. Ya les vere el domingo despues de misa. ?Buen despegue y todo lo demas!
Su cabeza desaparecio por la escotilla un instante despues. Oi como se cerraba la compuerta hermetica y note la familiar opresion en los oidos, producida por el aumento de presion. Dak no contesto a la despedida de su companero, tenia los ojos fijos en los instrumentos de vuelo y estaba haciendo algunas rectificaciones de ultima hora.
—Veintiun segundos —dijo dirigiendose a mi—. Despegaremos con la maxima aceleracion. Asegurese de