piedras. Los peldanos de la escala se sentian tan frios que quemaban, aun a traves de los gruesos guantes. Trepo y se introdujo a traves de la portezuela hacia la parte de atras del enorme vehiculo.

Tibieza. Gloriosa, humedecedora y descongeladora tibieza. Le tomo media hora y una cafetera llena para volver a sentirse humano otra vez. Estaba solo, sentado en el compartimiento del conductor. Se habia quitado la parka y tenia los pies puestos directamente delante de la salida de la calefaccion. Finalizo su control de radio con McMurdo y se recosto en el amplio y acolchado asiento del conductor. Desde ahi podia ver a los geologos.

De repente todos ellos se unieron en un apretado grupo. Richards se sento erguido y observo a traves de los cristales en forma de salientes ojos de insecto del vehiculo oruga. Los geologos senalaban algo, y hablaban de eso. Demasiado animadamente; sus brazos se movian y gesticulaban. Uno de ellos senalo al vehiculo oruga y luego hacia el aserrado horizonte; se separo del grupo y corrio hacia Richards. Intrigado, Richards se levanto de donde estaba y paso por la portezuela hacia el compartimiento posterior, donde estaban las cuchetas y las mesas de trabajo.

La portezuela al exterior se abrio y dejo entrar un golpe de aire frio. El hombre era el mismo marinero que habia hablado con Richards anteriormente. Empujando su capucha hacia atras, dijo, excitado:

—?Capitan, senor, han encontrado una marca alli! Es metalica. Tiene inscripciones rusas.

—?Escrita en ruso?

—Si, senor. El doctor Carlati dice que parece que los rusos han estado aqui antes y reclaman este valle.

Richards arrugo el entrecejo.

—Dejese de hablar como si fuera una pelicula de cowboys, maldicion. Esto es territorio internacional. Nadie tiene el maldito derecho de reclamar nada.

El marinero se encogio de hombros. Richard busco su parka y se la coloco. Mientras cerraba las cremalleras, murmuro:

—Vamos, veamos que es eso. ?Algunos de los cientificos sabe leer ruso?

—Si. El doctor Carlati, senor.

Al bajar del vehiculo y poner un pie sobre el rocoso suelo nuevamente, Richards oyo al marinero que gritaba encima de el:

—?Eh, mire alla, senor! Otro oruga se acerca por el valle.

Richards lo vio. Era una mancha oscura que se movia a lo largo de las rocas grises. Miro escaleras arriba hacia el marinero que todavia estaba de pie en la portezuela.

—Saque una carabina del deposito y carguela. Traigala con usted.

—?Le aviso por radio a McMurdo, senor?

Atrapado por un momento entre dos prioridades, Richards sacudio la cabeza.

—No. Traiga la carabina. Se lo diremos a McMurdo despues de hablar con los rojos.

Cuando Richards y el marinero llegaron hasta el grupo de cientificos, el oruga ruso estaba lo suficientemente cerca como para que se pudiera ver su estrella roja.

—Es el deposito de carbon mas rico que jamas he visto —estaba diciendo uno de los geologos—. Asi deben haber sido los yacimientos de Montana antes de la decada del sesenta.

—Si —dijo otro hombre, arrebujado en su parka—. Pero aparentemente ellos llegaron primero.

—Hay suficiente para todos.

Estupido inocente, penso Richards.

El oruga avanzaba hacia ellos, mostrandose mas grande y amenazador con cada crujido de su andar. Richards permanecio inmovil, observandolo. Ya no sentia ni el frio ni el viento. Los cientificos parecian estar tensos tambien.

—?Crees que Podgorny estara entre ellos? —dijo uno.

—?Esta aqui este ano?

—Algo de eso he oido.

—No lo he visto desde la conferencia de Viena.

Richards intervino en la conversacion.

—Creo que sera mejor que los civiles vuelvan al vehiculo. Y usted, Jefferson, vaya y traiga dos carabinas mas.

El doctor Carlati se enfrento a el.

—Capitan, creo que esta dramatizando demasiado. ?Que problema puede haber?

—?Hagalo! —Richards mordio las palabras cuando las decia, luego paseo su mirada por sobre Carlati y la fijo en el oruga ruso que avanzaba.

Jefferson corrio hacia el vehiculo americano, desaparecio dentro de el, luego reaparecio con un par de carabinas entre los brazos. Corrio hacia el capitan Richards mientras los cientificos se movian incomodos alrededor.

El marinero tropezo con una piedra y cayo hacia adelante. Una de las armas se disparo. Fue un solo y agudo disparo.

Inmediatamente un tableteo respondio desde el oruga ruso. Trocitos de piedra revolotearon alrededor del marinero caido en el suelo. Richards vio a un hombre sentado en el techo del vehiculo ruso: estaba apuntando hacia ellos.

—?Al suelo! —les grito a los cientificos.

Le quito la carabina de las manos al sorprendido marinero que estaba junto a el, y apunto hacia el vehiculo que avanzaba. Se lo veia gris y enorme ahora, como un tanque de guerra. Richards cargo la carabina mientras oia otro disparo.

Una increible fuerza lo golpeo en el pecho y lo derribo. Nunca sintio el golpe contra el suelo; sin embargo, repentinamente estaba mirando el cielo. Cabezas encapuchadas se interponian en su linea de vision. Se veian borroneadas.

?El dolor! Su cuerpo estaba en llamas.

—?Dios mio, lo alcanzaron!

Era una voz distante que se desvanecia cada vez mas, y mas.

—Creo que esta muerto.

Kinsman se habia alejado de los grupos que estaban alrededor de la piscina. Acariciando.su tercera copa —?o era la cuarta?— estaba apartado de la gente que reia y charlaba, cerca de la base de la cupula transparente. Se volvio para mirar la muralla inmovil de Alphonsus, el guardian de la nada durante mil millones de anos.

A la distancia podia oir trozos de conversacion.

—…Takamara dice que no se han visto delfines en el Pacifico Norte en todo el ano. Parece que han seguido el destino de las ballenas.

—…volver a tiempo para hacer las compras de Navidad. Los ninos van a estar muy ansiosos…

—…simplemente rodearon el sitio y los llevaron a un campo de concentracion. Se asegura que estaban retrasando deliberadamente el desarrollo del nuevo gas pacificador.

—?El grupo completo?

—Dieciocho, entre hombres y mujeres. Se llevaron a sus familias tambien. Estan ahora en algun lugar de Nebraska. Los estan reeducando con electroshocks y correctores mentales. A todos sin excepciones, tanto hombres como mujeres.

—?Sin juicio? ?O proceso legal?

—?Ja!

—?No pueden hacer eso! Va contra la Constitucion …

—No lo digas tan fuerte. Puedes conseguirte unas vacaciones pagas en Nebraska tambien, ya lo sabes.

Hugh Harriman se acerco a Kinsman. Ahora el hombre pequeno y regordete estaba serio y silencioso. Con un movimiento de cejas pregunto:

—?Que es eso que acabo de oir, acerca de la alerta amarilla?

—Cristo —murmuro Kinsman—. ?Es que no hay ningun secreto en esta ciudad?

Hay uno. Pero quizas tambien lo descubran, penso.

—Ya se que nosotros los meros civiles no tenemos por que saberlo —dijo Harriman—, pero… ?que tan serio es? ?Leonov y Tu van a enfrentarse en una pulseada, o la cosa es real esta vez?

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