conectados por tuneles a guisa de rayos de una rueda. Las naves espaciales arribaban al cubo central. Vista a la distancia parecia algo asi como una docena de ruedas de bicicleta de diferentes medidas encajadas una dentro de otra, pero al acercarse uno podia darse cuenta de que las cosas no eran tan simples: antenas y capsulas para equipos y otras estructuras de extranas formas sobresalian de las ruedas cada pocos metros. Como todas las ciudades humanas, esta tambien padecia de expansion urbana.

La seccion militar de Alfa era comparativamente pequena. De la poblacion en constante cambio de la estacion solo unas cien personas eran personal de la Fuerza Aerea. Oficialmente pertenecian a la Fuerza Aeroespacial de los Estados Unidos, pero el viejo nombre se seguia usando y ellos se consideraban a si mismos como Fuerza Aerea. Se ocupaban de las instalaciones de amarre, del radar principal, de los centros de comunicaciones y de los sistemas de generacion y distribucion de la energia electrica. De modo que si bien habia cerca de un millar de cientificos, tecnicos, administradores y hasta turistas a bordo de Alfa, y estos provenian de todos los paises no comunistas del mundo, la Fuerza Aerea aun controlaba la estacion satelite.

Frank Colt estaba supervisando los trabajos de reparaciones en su nave espacial monoplaza. La nave estaba en el medio de un gran hangar repleto de otras naves semejantes y de hombres y mujeres que trabajaban en ellas. El hangar estaba junto al cubo de la rueda de la estacion, por lo tanto efectivamente no habia peso.

Tecnicos y equipos se deslizaban facilmente en una gravedad casi inexistente, suspendidos sobre las naves, erizadas de aparatos diversos. Estos bolidos habian sido alguna vez pulidos y brillantes. Ahora se los veia gastados, con su terminacion estropeada por las muchas horas de exposicion al bombardeo de particulas solares, y ennegrecidos alrededor de las toberas de los cohetes. Cada nave estaba anclada en medio del aire por medio de tirantes rigidos, de modo que los equipos tecnicos podian alcanzar cualquier parte de ellas. Algunos estaban orientados en una direccion y otros en otra. “Arriba” y “abajo” no tenian ningun sentido para los humanos ni para los equipos. Se usaba la totalidad del volumen del enorme hangar, y la gente entraba o salia del area a traves de portezuelas abiertas en el “techo”, en el “suelo” y en los cuatro tuneles.

Colt senalo con una mano y tomo el hombro de su tecnico con la otra.

—Ese es —grito sobre el ruido de las maquinarias que retumbaba en el hangar—. Ese es el cohete que se congela.

El tecnico era un blanco pelirrojo, con pecas. Era nuevo en Alfa. Se colgo de unas manijas instaladas en el exterior de la nave y desde alli observo el pequeno pico de escape del cohete de maniobras.

—A mi me parece que esta bien… —dijo, y luego agrego—: Senor.

Colt puso su cara junto a la del tecnico.

—Escuche, sargento…, me importa un cuerno lo que a usted le parece. Ese cohete se congelo. Saquelo y descubra que es lo que anda mal.

—?Sacar todo el sistema de empuje?

—Hagale una autopsia si quiere. Pero encuentre donde esta la falla y arreglela.

—Pero mi turno termina en diez min…

—Sargento, su turno terminara cuando yo este convencido de que ese cohete anda bien, ?entiende? Y el modo en que lo voy a probar es llevandomelo a usted en un vuelo de prueba. Asi que puede elegir entre quedarse y trabajar… o matarse en vuelo.

La cara del sargento se puso roja, pero antes de que pudiera decir nada uno de los altoparlantes anuncio:

—Mayor Colt, tiene una llamada urgente desde la Tierra. Responda inmediatamente.

Colt miro por sobre su hombro hacia el altoparlante ubicado en otro extremo. Luego volvio a mirar al tecnico.

—Volvere enseguida, sargento. Ninguno de los dos dormira hasta que este cohete funcione perfectamente.

Despues que Colt se alejo deslizandose hacia la portezuela mas proxima, el tecnico murmuro:

—Negro bastardo.

El area de los oficiales en Alfa habia sido disenada siguiendo el modelo de las salas de guardia de los submarinos. Compacta y funcional. Eso significaba pantorrillas golpeadas y codos lastimados hasta que se aprendiera a vivir con gracia dentro de una cabina telefonica totalmente amueblada.

Colt se dejo caer en su cucheta, agachandose automaticamente para eludir los estantes que habia arriba. Toco el boton que decia ON en el panel de comunicaciones que estaba junto a su cama. La pantalla visora junto al panel se ilumino.

Aparecio uno de los especialistas en comunicaciones, una joven rubia y bonita con la que habia salido ocasionalmente cuando estuvieron en Florida. Mucha gente se sorprendia de que Colt pudiera seguir saliendo con ella.

—El mensaje es del general Murdock —dijo ella, con exagerada formalidad—. Es personal y la linea esta confusa.

Colt se rasco la perilla.

—Muy bien, comunicame. Podrias sonreirme ademas, preciosa… —Ella sonrio—. Eso esta mejor.

En la pantalla se produjo una confusion de colores mientras Colt se inclinaba a todo lo ancho de su compartimiento —que no era mas que un brazo extendido— y tomo el libro de codigos que estaba sobre su escritorio.

—Malditas estupideces —murmuro, mientras buscaba la pagina exacta. Luego con un flaco dedo tipeo una secuencia en las teclas numeradas que habia debajo de la pantalla visora.

La imagen continuaba confusa, pero oyo la voz de un hombre que decia:

—Por favor, identifiquese para verificar su voz.

?La recepcion era confusa en la Tierra tambien? Colt estaba impresionado. Aun tratandose de Murdock, eso era demasiado.

—Franklin D. R. Colt, 051779, Mayor, Fuerza Aeroespacial de los Estados Unidos.

Una brevisima demora, luego:

—Gracias, Mayor Colt. Continue, por favor.

La imagen se aclaro, y vio al general Murdock sentado en su escritorio.

—Por fin —dijo el general.

—?Si, senor?

Murdock era rechoncho, calvo y nervioso. Colt jamas lo habia visto contento o satisfecho. El general tenia un pequeno bigote gris, ojos saltones y una aparentemente inagotable provision de temores. Sus manos nunca estaban quietas.

—Lo he hecho trasladar a Moonbase, Colt. El papelerio ya esta en camino. Quiero que parta en el primer vuelo disponible.

Colt penso inmediatamente en el tecnico que habia dejado trabajando en el cohete descompuesto de su nave.

—?Puedo preguntarle por que, senor?

—Es… —Murdock parecio mirar furtivamente a su alrededor, aun cuando estaba solo en su propia y muy segura oficina—. Es parte de las operaciones de refuerzo que estamos llevando a cabo… para proteger nuestra red ABM, y evitar que los rojos acaben la de ellos.

—?Y por que me envian a mi a Moonbase? Yo deberia estar volando en doble turno, derribando tantos satelites rojos como sea posible. Usted necesitara disponer de cuatro astro…

—Hemos enviado un grupo de relevo. Se han cancelado las licencias, se enviara a los nuevos antes de lo previsto. Habra mucho personal para las misiones orbitales.

Negando suavemente con la cabeza, Colt objeto:

—Pero… Vea senor, parecera un alarde decirlo, pero… ?demonios!, yo he derribado mas satelites que cualquiera de los otros astronautas aqui. Si usted quiere…

—?Maldicion! No quiero ninguna discusion. —La voz de tenor del general se hizo mas aguda, y en su cara comenzaron a aparecer manchas color purpura—. Ustedes los pilotos convierten cada orden en un debate. Quiero que vaya a Moonbase.

—Pero… no entiendo por que, senor.

—Usted sabe por que. No necesita que yo se lo explique.

Colt dirigio sus ojos hacia el cielo.

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