—Seguro que tu si puedes confiar en el —murmuro Baliagorev. Y agrego, con una sonrisa torcida que amenazaba convertirse en una mueca—: Admitelo, Jilyushka, te estabas abrazando con este barbudo bribon, ?verdad?
—Efectivamente, es asi —admitio Jill alegremente—. Y sera mejor que deje de bromear con eso, o le pondre solo enfermeros.
El ruso dudo apenas un instante.
—Hum. Pues… si son jovenes y tiernos…
—?No se puede tratar con usted!
Kinsman logro decir:
—Muy bien. Escuchenme, Jill, Alexei. ?Cuantos dias tendra que estar aqui el paciente?
—Por lo menos una semana —respondio Landau.
—Puedo organizar una recaida… —aseguro Baliagorev.
Kinsman levanto una mano.
—Dejemos las cosas como estan por una semana.
Y antes de que pudieran decir algo mas, se escabullo por la puerta y se apresuro por el corredor…, pero alcanzo a oir al maestro de baile que con su suave voz decia:
—Veamos entonces, Jilyushka. No hay ninguna razon para que no te conviertas en una excelente bailarina aqui en la Luna. Con la poca gravedad y conmigo para ensenarte se pueden hacer milagros.
Kinsman sacudio la cabeza y deseo haberse sentido lo suficientemente bien como para sonreir.
Las luces de los corredores acababan de adquirir la luminosidad del atardecer cuando Kinsman se deslizo desde su oficina a sus habitaciones.
—Chet, Chet, esperame, por favor…
Era Jill Myers, que corria detras de el. Tenia una enorme e infantil sonrisa dibujada en la cara. Chet le sonrio mientras ella corria para alcanzarlo y decia, casi sin aliento:
—?Me propuso matrimonio!
—?Ese viejo cochino?
—No. No fue Baliagorev —respondio, radiante—. ?Alexei! ?Nos casaremos!
Algo se helo dentro de Kinsman.
—Estas invitado a la fiesta —estaba diciendo Jill—. Ya ha comenzado, es en mis habitaciones…
—Casarse… —repitio el.
—?Si! Tan-tan-tatan y todas esas cosas. ?No te parece fantastico?
—?Por que?
La sonrisa de Jill se congelo.
—?Porque que?
—?Por que quiere casarse contigo?
Ella puso los brazos en jarras.
—Supongo que es porque no puede vivir sin mi, y quiere pasar el resto de su vida conmigo. Un compromiso para toda la vida… Pero tu no entiendes de eso, ?verdad? —sus ojos centelleaban.
—?Maldicion, Jill! Sabes bien que no es
—?Oh! Chet Kinsman, eres un estupido e insensible…
Chet estiro la mano y puso dos dedos sobre la boca de ella.
—Jill, nos conocemos desde hace mucho tiempo como para comenzar a insultarnos. Alexei te ama, eso esta muy bien. Le creo. Tu tambien lo amas. Perfecto. Pero ?que tiene que ver el matrimonio con todo eso? ?Acaso Alexei busca convertirse en ciudadano americano?
La muchacha le retiro la mano, pero su tono era mas tranquilo, menos enojado.
—Yo… no hemos siquiera hablado de eso. Crei mas bien que yo iria a vivir con el en Lunagrad.
—Aja. Pero supongamos que el intenta pedir asilo, como Baliagorev… ?O es que teme que los agentes de seguridad sovieticos lo acusen por la desercion del anciano?
—Chet, es una porqueria que digas eso.
—Lo se. Y yo soy un bastardo. Pero prefiero herir tus sentimientos antes de que el te destruya… El, o cualquier otro.
—Lo amo, Chet. Y quiero estar con el adonde quiera que vaya.
Un compromiso para toda la vida. Aunque eso signifique solo una semana mas.
—Jill, puedes
—?Dias? —repitio ella con los ojos muy abiertos—. ?Estamos hablando de dos vidas enteras!
—Pueden vivir juntos todo el tiempo que quieran —continuo Kinsman—, pero cuando se comienza a hablar de matrimonio… Bien, eso crea problemas politicos y legales.
—Chet, estas hablando como si fueras mi hermano mayor. Soy lo suficientemente grande como para tomar mis propias decisiones.
Esto lo hizo sacudir la cabeza.
—No te apresures, Jill, podria…
—No nos puedes detener —replico.
—Si que puedo detenerlos. O podria hacerlo Leonov. Tu lo sabes.
Jill apreto sus punos y dijo en un susurro apenas controlado:
—Chet, el hecho de que tu no puedas resolverte a adquirir un compromiso permanente con nada ni con nadie, no quiere decir que yo este tan atemorizada o confundida como tu. Estoy enamorada de Alexei, y me casare con el.
—Solo porque has estado viviendo unos dias con el…
—Nos conocemos desde hace tres anos, entre una cosa y otra. ?Por que crees que vino a Lunagrad? — Kinsman literalmente dio un paso atras al oir esto. Ella lo siguio. Era un furioso gorrioncillo persiguiendo a un gato confundido—. Seguramente crees que soy una nina tonta a la que tienes que cuidar y proteger. ?Pues bien, si alguien aqui necesita un protector, coronel Kinsman, ese eres tu! No tienes la sensatez de siquiera darte cuenta cuando alguien te ama. ?Pero yo si! Y voy a disfrutar de este amor tanto como pueda. ?Debes entender eso
Y repentinamente Kinsman se echo a reir.
—Muy bien, muy bien —dijo, levantando las manos como para defenderse de ella—. De modo que soy un viejo y desconfiado bastardo.
—Eres un idiota.
—Eso tambien.
—Y… y…
—Estoy tratando de protegerte —le explico.
—Me protegere sola, gracias. Y aun cuando lo que tu piensas sea verdad, prefiero enfrentar eso a pasar un minuto menos de lo que debo junto a Alexei.
—Muy bien —dijo Kinsman—. Mensaje recibido y comprendido.
—Bueno.
—Eh… ?aun estoy invitado a tu fiesta?
—?Te portaras bien? —comenzo a sonreir otra vez.
—Sere un modelo de conducta.
—?Nada de politica?
—Me quedare sentado en un rincon sin abrir la boca…, excepto para tomar un poco de conac medicinal.
—Entonces, puedes venir.
—Gracias, senora. Voy corriendo a ponerme mi mono para fiestas.
Jill hizo un gesto de desprecio…, pero luego subitamente le arrojo los brazos al cuello y lo abrazo con fuerza. Tuvo que ponerse en puntas de pie.