—?Oh, Chet, soy tan, tan feliz! No lo estropees…

—No lo hare —respondio el.

Pero ya se estaba preguntado si Pete Leonov estaria en la fiesta.

No estaba. Habia unos pocos medicos rusos amontonados con el resto del gentio, que llenaba las dos habitaciones de Jill. Pero Leonov y todo el personal militar y administrativo ruso brillaba por su ausencia.

El lugar no daba ya ni para una persona mas. La fiesta comenzaba a extenderse por el corredor cuando llego Kinsman; traia una botella de whisky de la Tierra. Todo el mundo traia sus propias botellas a esas fiestas. Cuando saco la botella de whisky del armario de su kitchenette vio que era la ultima que quedaba y se dijo: “Tengo que pedir a los muchachos que me traigan refuerzos en el proximo viaje con provisiones”. Luego se dio cuenta de que era muy posible que no hubiera otra mision de abastecimientos. Los viajes de la Tierra podian suspenderse en cualquier momento. ?No!, se dijo con furia. Les tomara unas pocas semanas lograr lo que quieren. Diez dias por lo menos.

Se deslizo por entre la gente llevando la botella en alto, pero se dio cuenta de que jamas encontraria a la pequena Jill en medio de ese gentio, de modo que decidio buscar a Landau. Lo encontro en el dormitorio, junto a un grupo un poco mas pequeno. Habia gente de pie, sentada en la cama o en otros muebles, o por el suelo, con las piernas cruzadas.

Jill estaba junto a Landau, como descubrio Kinsman cuando se abrio camino entre las conversaciones y las risas. Ella estaba de espaldas a la puerta, y no pudo ver que se acercaba. La abrazo con su brazo libre, la atrajo y la beso con fuerza.

—Felicitaciones —le dijo, finalmente—. No llegue a decirtelo antes—. La solto y extendio la mano a Landau—. Y tambien felicitaciones para usted. Se lleva a la mejor de las muchachas.

—Lo se —respondio—. Gracias.

De algun modo su expresion era al mismo tiempo de alegria y seriedad.

A los pocos minutos Kinsman estaba sentado en el suelo con un vaso plastico lleno de whisky en la mano, su espalda apoyada en las piernas de alguien y escuchando una discusion que se hacia menos coherente a medida que los interlocutores se ponian mas ebrios. A Ellen no se la veia por ninguna parte. Se pregunto si la habrian invitado a la fiesta. ?O estara de guardia en el centro de comunicaciones?

Frank Colt entro en el dormitorio. Por un instante se detuvo en la puerta mostrandose indeciso. Por lo menos no vino de uniforme, penso Kinsman. Landau comenzo a extender la mano hacia el. Jill se puso de puntillas y coloco una mano sobre su hombro.

—Deme un beso, yo soy la novia.

Colt lo hizo rapidamente, y dio la mano a Landau. Pero antes de que tomara asiento, un hombre moreno y de cara delgada que estaba sentado en el otro extremo de la cama dijo:

—Aqui llego el gran hablador.

Kinsman comenzo a decir algo, pero Colt se le adelanto:

—Vamos, esto es una fiesta… guarde toda esa agresividad para mas tarde.

El hombre estaba algo bebido. Kinsman lo conocia superficialmente: un ingeniero civil, uno del equipo de Ernie Waterman. Su nombre era… Kinsman forzo su memoria. Si, Jerry Perotti.

—Ha hablado mucho todo el dia, Colt. ?Por que sentirse timido ahora? Regalenos con los beneficios de su oratoria militar.

—Reviente, y metase lo que dice en… —dijo Colt.

Todo el mundo en la habitacion quedo en silencio. El cerebro de Kinsman parecia estar trabajando en camara lenta. Inspecciono las caras de todos los presentes: sorpresa, diversion, molestia. Perotti se veia enojado. Solo Dios sabia lo que Colt habria hecho ese dia. El mismo Frank estaba tenso pero totalmente sereno, casi sonriente. La pistola mas veloz del Oeste enfrentandose otra vez a un estupido desafiante.

Tengo que detener esto aqui y ahora.

—Pues no voy a reventar —estaba diciendo Perotti—. Usted y sus malditos galones dorados… ?Quien demonios se cree que es?

Colt se volvio abruptamente y en tres pasos llego al bano. Antes de que nadie tuviera la oportunidad de hacer o decir algo, volvio a salir y le arrojo un rollo de papel higienico a Perotti, quien involuntariamente lo atajo con una mano y lo apreto contra su pecho.

—Aqui tiene, eso es lo que usamos para la mierda —dijo Colt.

Hubo un brevisimo instante de sorprendido silencio, luego todo el mundo estallo en carcajadas. Todos reian… todos, menos Perotti. Se puso de pie en medio de toda esa gente que reia. Su tez se oscurecio aun mas. Arrojo el rollo de papel higienico sobre la cama y abandono el lugar hecho una fiera. Colt se aparto de la puerta y lo dejo pasar.

—Otra muesca en la culata de su pistola —murmuro Kinsman.

Se dio cuenta de que la combinacion de falta de sueno, tension y whisky lo habia emborrachado. Colt lo vio y se le acerco para sentarse en el suelo junto a el.

—?Que es lo que pasa contigo, que hace que alguna gente se sienta inmediatamente tentada de hacerte pasar un mal rato? —penso Kinsman en voz alta.

—Es el color de la piel, hombre —dijo Colt.

—Vamos, Frank… Hay por lo menos una docena de negros en Selene. Y el ano pasado tuvimos una delegacion entera del Chad. Nadie se sintio en la obligacion de atacarlos.

—Si, mi amo, pero ellos son gente buena —dijo Colt, imitando el acento de los campesinos del Mississippi —. Yo soy un hijo de puta. Si usted es blanco e hijo de puta nadie se da cuenta. Pero si uno es negro todo el mundo lo senala.

La fiesta continuo con normalidad. Kinsman bebia lenta y constantemente, manteniendo un suave calor que borroneaba lo suficiente las asperezas de la realidad como para que todo pareciera agradable.

En la sala principal de las habitaciones de Jill, las movedizas corrientes de humanidad habian empujado a Pat Kelly y Ernie Waterman hacia el mismo rincon. Formaban un par incongruente: el alto ingeniero con cara de sabueso triste y el rechoncho oficial con aspecto de conejito.

—?Hasta que punto es seria esta alerta amarilla? —preguntaba Waterman.

Kelly se froto la nariz con una mano helada por haber estado sosteniendo un vaso con una bebida con hielo.

—Tan seria como parece. He estado trabajando todo el dia en la programacion logistica.

—Quiero decir… ?no deberiamos ser muchisimo mas cautelosos con estos rusos? ?Por el amor de Dios, si los tenemos sentados en las rodillas!

—Lo se —dijo Kelly—. Se lo dije ya a Chet. Pero el los mete en nuestro hospital, y los deja casarse con nuestra gente.

Waterman sacudio la cabeza con tristeza.

—?Sabes lo que me dijo? Que aqui no habria lucha.

—?Dijo eso?

—Esas fueron sus palabras. Pero, ?como puede evitar la lucha aqui? Si llega la orden, el tendra que obedecerla, ?verdad?

—Es claro —dijo Kelly—; o alguien lo hara en su lugar. Por eso es que mandaron a Colt… el super patriota. Solo se necesita un mensaje de una sola linea para sacar a Chet y poner a Frank al frente de este lugar.

—Esa no seria una mala idea —reflexiono Waterman.

—Yo no me preocuparia por el asunto —dijo Kelly, aunque parecia preocupado—. Chet es un gran tipo y muy bonachon. Es estupendo trabajar con el. Le gusta que todo el mundo sea amistoso y viva tranquilo. Pero cuando lleguen las ordenes, las obedecera. No puede hacer otra cosa. Cuando llegue el momento, los americanos reaccionaran como americanos y los rusos como rusos. Las amistades se terminan cuando comienzan a volar los proyectiles.

—?Te parece?

—?A ti no?

Waterman se encogio de hombros.

—Parecia tan decidido a que la produccion de la maldita fabrica de agua llegara al punto en que los rusos pudieran usarla… ?Crees que es posible que este planeando dejarlos venir y que se hagan cargo de todo?

—?Como? —Kelly se sorprendio.

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