—No… Supongo que no.

—?Por que no?

—No lo se —dijo vagamente—. Uno espera encontrar hombres en la lucha, supongo. Es diferente… mas equilibrado.

—Puros cuentos, para usar una palabra masculina —Ellen se sento—. Chet, ?hace cuanto que llevas esta angustia contigo?

Se encogio de hombros.

—Unos quince anos… diecisiete, precisamente.

—Es bastante tiempo —dijo ella con firmeza—. Ahora se termino. Es un asunto acabado. No puedes revivirla. Ademas no fue culpa tuya, para com…

—Ya he oido todas las razones psicologicas —replico Chet—. Fue mi culpa. De nadie mas.

—De modo que ya tienes la excusa lista para protegerte y no correr el riesgo de que te hieran otra vez.

—?Herirme? ?A mi?

—?Si, a ti! No estas preocupado por una mujer rusa a quien nunca conociste… Estas preocupado por Chester Arthur Kinsman, preocupado de que la gente no te quiera si se enteran de que has matado a alguien. Preocupado porque Leonov ya no seria tu amiguito. Eso es lo que te tortura, no ella. Ella ha estado muerta por diecisiete anos.

—?No me digas a mi lo que me tortura!

—?Por que no? —ataco nuevamente Ellen—. Estas tan sumergido en la autocompasion que crees que debes salvar al mundo entero para compensar tu unico error.

—No es autocompasion.

—Sea lo que fuere —y la voz de Ellen de pronto se habia vuelto suave, calma y mesurada—, sea lo que fuere, Chet…, tienes que decirselo a Leonov.

Sintio un vacio adentro. Ya no era furia. Ni siquiera miedo. Vacio. No habia nada, solo un opaco y distante dolor.

—No se si podre —dijo Kinsman.

—Puedes.

—No es tan facil. Y decirselo no exorcizara completamente al demonio.

Ellen le puso la mano en la mejilla. La sintio suave y fria.

—Eso siempre lo tendras contigo, Chet —dijo ella—. Nunca desaparecera completamente. Pero no debes permitir que se interponga en tu camino.

Supo que ella tenia razon. Sin embargo, lo asustaba.

El pedido de Pierce para su traslado a la Tierra estaba sobre el escritorio de Kinsman cuando llego a su oficina a la manana siguiente. Llamo al jefe de comunicaciones y trato breve y superficialmente de persuadirlo para que retirara el pedido. Con delicadeza Pierce se nego y recomendo a Ellen Berger para que lo reemplazara.

Con los labios apretados Kinsman acepto. Pierce le agradecio y sonrio.

Echado sobre el respaldo del sillon de su escritorio, Kinsman apreto un boton sobre el panel de controles, y un boletin informativo cubrio la pantalla mural mas grande. La escena mostraba el podio de los oradores en la sala de la Asamblea General del edificio de las Naciones Unidas en Nueva York. El delegado ruso fulminaba con la mirada a los americanos que estaban sentados en primera fila. Gesticulaba ampliamente con los brazos, y tenia la frente arrugada en un gesto de enojo. La version en ingles se expresaba con voz tranquila y sin emocion, semejante a la de la computadora de Selene:

—… los capitalistas imperialistas fueron obviamente culpables al invadir territorio que habia sido claramente marcado por oficiales de la Union Sovietica , provocando el incidente deliberadamente. Esta agresion fue justamente repelida, tal como todos los pueblos amantes de la libertad han repelido la agresion americana en todo el orbe.

Se produjo una conmocion y las camaras de la television enfocaron a los americanos. El jefe de la delegacion estaba de pie y gritaba:

—Senor presidente, ?hasta cuando deberemos escuchar esta serie de mentiras y distorsiones? No se podra llegar a una resolucion sensata…

El orador ruso golpeo con los punos sobre el podio y grito algo ininteligible. La delegacion americana completa se puso de pie a los gritos.

Atontado, Kinsman observaba mientras las camaras mostraban la inmensa sala. Parecia que estaba por desencadenarse un desorden mayor. Gritos, aullidos, brazos amenazadores. La unica persona que permanecia en su asiento era el presidente, alla arriba y mas atras del podio. Era un latinoamericano delgado y moreno, con grandes ojos tristes. Estaba simplemente sentado alli, sacudiendo la cabeza.

La ultima y mas grande esperanza para la humanidad. Kinsman interrumpio la transmision. Por un momento se quedo sentado con la vista fija en la pantalla vacia. Luego se levanto.

Mejor comienzo las inspecciones, se dijo a si mismo.

Sabia que comenzaria por la planta de agua. Paso la mitad de la manana alli, oyendo las quejas de Ernie Waterman sobre todas las dificultades que habia. Tenian que alzar la voz para poder oirse sobre los ruidos de la construccion. Sin embargo, se estaban haciendo considerables progresos. El ingeniero de severo rostro era cauteloso hasta el punto de ser descortes, pero Kinsman sabia que Selene tendria abundante agua para satisfacer todas sus necesidades aun cuando la poblacion se duplicara repentinamente.

La fabrica era en realidad una planta de procesamiento de minerales, y una instalacion para purificar el agua. Los trituradores de rocas eran gigantescos, y recibian los cargamentos de minerales que venian en los carros mineros desde lugares tan distantes como la Muralla a Pico al sur y Fra Mauro al norte.

Kinsman trepo sobre los grandes trituradores y sintio las vibraciones de sus pesadas maquinarias en los huecos. Era este el equipamiento mas caro que habia en Selene. Habia sido traido desde la Tierra a lo largo de un periodo de diez anos. Los tecnicos de Selene podian repararlo y mantenerlo, pero pasaria otra decada antes de que pudieran siquiera intentar construirlo independientemente.

Kinsman siguio las cintas sin fin que conducian las rocas trituradas y llego asi hasta los arcos electricos que murmuraban constantemente dentro de sus cubiertas de acero inoxidable. De aqui en adelante, la fabrica era una madeja de plomo: canerias arriba y abajo, cubriendo kilometros de tuneles y transpirando gotitas de preciosa agua helada por mas que los ingenieros intentaban aislarlas completamente.

Kinsman se agacho, salto y paso por entre las canerias que llevaban la sangre vital de Selene. Waterman lo siguio todo el tiempo, machacando sus problemas reales y exagerados a traves de la fabrica. Finalmente, mientras caminaban por los relativamente tranquilos corredores del area de oficinas y controles de la fabrica, Waterman dijo:

—No veo cual es el apuro en todo esto. Me gustaria que me dejara trabajar con mas tranquilidad. Algunos de los muchachos estan casi exhaustos.

Kinsman se detuvo frente a la ventana que daba a la seccion de control de computadoras. Mientras observaba las casi solitarias luces de las maquinas que se encendian y apagaban siguiendo un orden solo comprensible internamente, respondio:

—Ernie, estamos en alerta amarilla. Tenemos que estar preparados para una emergencia. La Tierra puede necesitar repentinamente el doble o el triple del combustible para cohetes del que necesita ahora.

—Entonces tendriamos que estar reforzando las instalaciones para electrolisis, no la produccion de agua.

—Paso a paso —dijo Kinsman—. El hidrogeno y oxigeno salen del agua. Si queremos mayor cantidad de combustible para cohetes necesitamos aumentar el abastecimiento basico de agua.

—Si, es correcto, pero en una emergencia…

—Paso a paso —repitio Kinsman. Era el manual del tautologo: cuando este en duda use slogans.

—Pero… ?por que entonces las interconexiones con Lunagrad? —pregunto Waterman—. ?Por que demonios tenemos una cuadrilla completa trabajando para conectarlos a nuestras lineas de abastecimiento reforzadas, cuando habra que desconectarlos cuando comience la lucha?

—No habra lucha —dijo Kinsman con firmeza—. No aqui.

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