holocausto y luego comenzaremos un nuevo mundo… desde cero, por el camino correcto, el camino que hizo que esta fuera una gran nacion.
El general Hofstader se aclaro la garganta.
—Tendria que estar en Cheyenne Mountain si el ataque es inminente…
—Es importante que el Estado Mayor este completo para esta reunion. Personalmente. Maxima seguridad. —Volvio sus ojos llameantes hacia Murdock—. Y usted. Quiero oir los ultimos informes de sus genios en la Luna.
Murdock trago con fuerza.
—Parece que estan tomando la crisis mucho mas en serio ahora. Aparentemente han pasado a un estado de maxima seguridad…
—?Aparentemente?
—Segun… segun… los ultimos informes, esta tarde.
—?Y los rusos?
—No lo se —Murdock se sintio desamparado—. No tengo acceso a esa clase de informacion.
—Supongo que tampoco sabe que los rusos estan colocando armas atomicas en orbita.
—?Oh, Dios mio!
—Asi es. Ahora digame, ?cual es su juicio personal sobre el comandante de Moonbase?
—?Kinsman?
—Si, ese es el nombre. Tengo entendido que es un factor dudoso.
—Bueno, es…
—?Si?
Sus ojos perforaban a Murdock. Sintiendose espantosamente mal, Murdock respondio:
—Ha sido un buen administrador, pero no estoy seguro de que sea el hombre indicado para ese cargo en una situacion de emergencia.
—Entonces deshagase de el. —Murdock se volvio hacia Hofstader—. Reemplacelo —dijo el general de cuatro estrellas—. ?Tiene un segundo jefe de confianza?
—?Oh, si, senor! ?De absoluta confianza!
—Pongalo a cargo. Y haga volver a ese Kinsman.
—No puede. Tiene problemas de salud.
El otro hombre se inclino hacia adelante y puso una pesada mano sobre la rodilla de Murdock.
—Saquelo de alli. Aun cuando tenga que arrestarlo o ponerlo en una capsula de superviviencia por el resto de sus dias, ?saquelo de alli!
—Si, senor. Inmediatamente —chillo Murdock.
Era cerca de las dos de la manana cuando Kinsman termino sus giras de inspeccion en Moonbase. Todo estaba perfecto. La lanzadera llego, y no se moveria hasta que el lo decidiera. Estaba satisfecho. La base estaba tan segura como lo deseaba. Los hombres de confianza estaban de guardia. No habia habido pedidos de auxilio por parte de Leonov.
Caminaba en ese momento por un corredor de la seccion residencial de la base. La mayor parte de la gente estaba durmiendo, como si esa noche fuera igual a todas las noches. Giro en una interseccion y se dirigio a las habitaciones de Ellen.
Dejo de lado todas sus dudas y apuro el paso en el corredor, pasando de la misteriosa luz azulina de un grupo de lamparas fluorescentes a la penumbra entre luces y luego otra vez a la luz. En este nivel la temperatura era agradablemente tibia, pero Kinsman todavia sentia un pegajoso sudor frio que hacia adherir el traje enterizo a su pecho, sus brazos y su espalda.
Golpeo a la puerta de Ellen. No hubo respuesta. Golpeo otra vez, luego puso su oreja sobre la delgada puerta de plastico. Ruido de pasos en el interior. Murmullos.
La puerta se abrio con un crujido.
—Ah. Como estas… —dijo Ellen. Su voz era pastosa, estaba despeinada y tenia los ojos hinchados.
—?Puedo entrar un momento?
Ellen abrio la puerta totalmente para que Chet pudiera pasar. Llevaba una camisa de dormir hasta los tobillos. Habia sido rosada, pero se veia considerablemente destenida. No tenia ningun adorno, solo un cuello chino, alto.
—?Algun inconveniente? —murmuro Ellen—. Estuve en el centro de comunicaciones hasta la una y media…
De pie sobre el suelo cubierto de hierba el inspecciono la habitacion. La puerta del dormitorio estaba cerrada.
—Si, hay un inconveniente —respondio Kinsman.
—?Cual?
—No has respondido a mis llamadas. Me has estado evitando.
—No ahora, Chet. No puedo…
—Si, ahora. Quiero saber por que. —Ellen se restrego los ojos—. ?Por que? —Kinsman tomo la muneca de ella con su mano—. Me haces contarte la maldita historia de mi vida, y luego me das la espalda. ?Porque?
—Porque me das miedo —respondio Ellen.
—?Te doy…
La voz de ella temblaba y sus ojos trataban de evitar los de el.
—No me di cuenta… no aquella noche, no me di cuenta hasta que esta absurda alerta roja fue declarada… ?Hablabas en serio! ?Realmente lo vas a intentar!
—Por supuesto que si. Te lo dije.
Retiro su mano de la de el.
—No quiero saber nada de eso. Lo unico que vas a conseguir es que te maten. Te estas suicidando, Chet, por culpa de una mujer que murio hace diecisiete anos.
—Eso es ridiculo.
—Por supuesto que es ridiculo. Y aterrador. —Ellen retrocedio un paso, alejandose de el—. No quiero verme envuelta. Haras que te maten.
—Por cierto que no.
—Si, lo haras. Seguiras adelante hasta que te maten. Es lo mismo.
—Todo el mundo tiene que morir alguna vez —dijo Kinsman.
—Seguro. Conviertete en heroe. —Se paso la mano por el pelo—. Salva al mundo si quieres. No puedo detenerte. Ni siquiera lo intentare…, porque me arrastraras contigo si me acerco. ?No puedo aceptar eso, Chet! Yo no soy una heroina. No quiero morir. Tampoco quiero que tu mueras.
—Entonces, ?te escaparas y te esconderas?
—?Que otra cosa puedo hacer?
Estaba desesperada. Pero Kinsman apenas si oyo su respuesta.
—Va a haber muertos —dijo, pensando en voz alta—. Frank Colt no me permitira quitarle Moonbase a los americanos sin luchar. Leonov tendra que abrirse camino hacia la independencia a disparos. Luego tenemos que apoderarnos de los satelites tripulados: mas muertes. Es inevitable. Tenemos que matar para evitar la matanza. Es una broma cosmica.
—No tiene nada de gracioso.
—Lo se.
—No puedo acompanarte, Chet. Tendras que hacerlo tu solo.
—Lo se.
Lo habia sabido todo el tiempo.
Pat Kelly se mostraba asustado.
Habia pasado la manana revisando todos los planes de emergencia para repeler un ataque a Moonbase y mantener segura la base. Junto con Kelly habian controlado por medio de los telefonos visuales cada una de las areas vitales. Habian llamado, una por una, a todas las personas claves, tanto militares como civiles: al jefe de comunicaciones, al jefe de ingenieros, al director del hospital, al oficial del dia, a cada hombre o mujer a cargo de