antes separadas habian sido unidas. Y en una demostracion de amistad permanente, la mayor parte de las canerias vitales y los cables electricos pasaban por ese tunel.

Nunca alcanzo a llegar.

Mientras corria por el corredor que llevaba al tunel principal, los altoparlantes instalados en el techo de roca aspera comenzaron a llamar:

—?Chet… Chet Kinsman!

Resbalo hasta detenerse bajo uno de los altoparlantes. Mientras lo miraba fijamente —estaba instalado entre dos luces y algunos canos— reconocio la voz de Frank Colt.

—Chet, escuchame. Hemos tomado la fabrica de agua. Ernie Waterman esta aqui, y tambien Pat Kelly y muchos otros oficiales leales. Cortaremos el suministro de agua de Moonbase exactamente en una hora, salvo que te entregues a nosotros. Si tratas de atacarnos, volaremos la fabrica entera.

SABADO 11 DE DICIEMBRE DE 1999, 15:20 HT

La hora casi se habia cumplido.

Kinsman estaba junto al antepecho del balcon que daba sobre el centro de comunicaciones. ?Todo parecia ser tan condenadamente normal!

Abajo, en el nivel principal del centro, los tecnicos estaban inclinados sobre sus consolas y sus pantallas. Todo en Moonbase parecia sereno y seguro. Todo, excepto la planta de agua. Y desde hacia mas de seis horas no habia habido comunicaciones con Lunagrad.

Chris Perry se acerco a Chet. Era mas alto y mas corpulento que Kinsman, con su amplio rostro de vikingo, de grandes huesos. Sus ojos eran del color de un cielo de verano.

—Hemos controlado tres veces a cada persona en la base —informo, con su voz de joven tenor—. Solo faltan treinta y dos, la mayoria temporarios de la Fuerza Aerea. Deben ser los que estan en la fabrica de agua.

—?Treinta y dos? —repitio Kinsman.

De modo que los disidentes mas recalcitrantes son pocos. Pero mas que suficiente para detenernos.

Ellen estaba sentada en un escritorio, no lejos de el. Tambien ella habia trabajado sin cesar. Pero ahora se levanto y camino lentamente hacia Kinsman, con una tarjeta plastica para mensajes en sus manos.

—Mensaje prioritario del general Murdock —dijo, mirando directamente a los ojos de Kinsman—. Acabamos de descifrarlo. Has sido destituido del comando. Frank Colt es el nuevo comandante de Moonbase. Se te ordena que te presentes en Washington inmediatamente.

Kinsman estiro la mano y tomo la tarjeta plastica de sus dedos. Habia sido usada tantas veces, que las letras formadas por electrostatica se veian borroneadas y confusas. ?O eran sus ojos, que estaban comenzando a fallar? Kinsman sentia que la nuca se le habia anudado; su pecho le dolia y le molestaba.

Se volvio a Perry y le dijo:

—El Gran Padre Blanco me ha quitado el mando. ?Como crees que reaccionaran los indios?

El joven capitan encogio sus rudos hombros.

—Ya no aceptamos ordenes de Washington. Seguimos tus ordenes ahora.

Kinsman miro fijo al rubio joven.

—?Estas seguro de que te das cuenta de lo que dices? Puedes evitarte muchos problemas. Si fracasamos…

—No fracasaremos —dijo Perry, con una rapida sonrisa.

?Sera mejor que asi sea!

—Muy bien, Chris. Esto es lo que quiero que hagas…

Faltaban cinco minutos para que se cumpliera el plazo impuesto por Colt cuando Kinsman llego a la entrada de la fabrica de agua.

Salto de la escalera mecanica y vio que la entrada —un espacio abierto que habia sido una caverna natural— estaba ahora custodiada por dos hombres desarmados. Las armas estaban cuidadosamente guardadas en Selene. Solo habia unas pocas disponibles al mismo tiempo, y Kinsman tenia la mayoria bajo su control.

Reconocio a uno de los hombres: un contador de mediana edad que trabajaba en el grupo administrativo. Era asmatico, y toda esta excitacion no lo ayudaba a respirar bien. El otro hombre era mas joven, un recien llegado, probablemente uno de los temporarios. Kinsman sabia que lo habia visto antes, pero no recordaba donde. Llevaba uniforme de fajina gris sin insignias ni colores que lo identificaran.

Sin hablar, lo condujeron a traves de la camara de asperas paredes. Las luces fluorescentes brillaban en el techo, y el suelo rocoso era frio para los pies ligeramente calzados de Kinsman. Kinsman forzo una sonrisa y les dijo:

—Tranquilicense. Nadie sufrira dano alguno.

No le respondieron. Al final de la camara estaba, muy tensa, la pelirroja de la fiesta de Jill. Detras de ella estaban las puertas que conducian al sector de oficinas de la fabrica. Tenia aspecto de estar enojada.

—No esperaba verte aqui —le dijo Kinsman.

Ahora no llevaba un vestido de fiesta, sino simplemente un traje de fajina color verde que la identificaba como miembro del grupo que atendia los suministros vitales.

—Sigueme.

Abrio la puerta y lo condujo en silencio por el corredor curvo. Kinsman no pudo evitar advertir el movimiento de sus nalgas dentro de los pantalones. Atravesaron el area de computadoras y miro con intensidad a traves de la larga ventana mientras pasaban junto a ella. Las luces de la computadora se encendian y apagaban normalmente, si bien no habia nadie sentado en los escritorios de control. Aun no han cerrado nada, todavia no.

—No pude oir bien tu nombre en la fiesta —le dijo a la pelirroja.

—No importa.

Se adelanto para caminar junto a ella.

—Oh, vamos… La politica es una cosa, pero no hay que ser inhumano, no es necesario.

En un tono frio y preciso la pelirroja dijo:

—Lo que ocurrio en la fiesta fue estrictamente profesional.

—?Profesional? —Mientras lo decia se dio cuenta—. ?Cristo! ?Agencia de Seguridad Interna!

Pronto salieron del corredor y entraron al area de la fabrica propiamente dicha. La pelirroja lo condujo a traves de una madeja de canerias, y subieron hacia los altos pasajes metalicos que se abrian paso a traves de los arcos electricos y las bombas principales. Podia sentir las pulsaciones de la maquinaria, que hacia vibrar el metal por donde iban caminando. A la distancia se oia el apagado trueno de las trituradoras de rocas, que trabajaban sin cesar.

Pat Kelly estaba de pie en una plataforma, en un nivel mas alto. Bajo las duras luces Kinsman pudo observar que Kelly se movia nerviosamente. Su cara de conejo era la imagen de la preocupacion. Y llevaba una pistola en un estuche ajustado a la cadera.

La pelirroja se detuvo al pie de la escalera que conducia a la plataforma.

—El mayor Kelly se hara cargo de usted —dijo la muchacha.

—Dime una cosa —le dijo Kinsman.

Ella se puso en guardia.

—?Que?

—?Todavia piensas que soy mono?

Roja de furia, ella se dio vuelta y se alejo tan rapidamente que su pelo largo hasta el hombro revoloteo sobre su cara por un momento. Kinsman la vio trotar de vuelta por el pasaje metalico durante unos segundos y luego, de mala gana, se volvio hacia la escalera y comenzo a subir.

Kelly estaba autenticamente asustado. No podia mirar a Kinsman de frente.

—Vamos —dijo, haciendo un gesto hacia otro pasaje metalico—. No tenemos mucho tiempo.

—No esperaba que estuvieras con ellos —dijo Kinsman, caminando detras del oficial mas joven. El pasaje era demasiado estrecho como para caminar uno junto al otro.

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