vacaciones que sonamos toda la vida, y esto cuesta mucho. Permitame…

Kinsman lo hizo callar con un gesto.

—Usted volvera a su casa dentro de una hora. Sera mejor que vaya a preparar su equipaje.

—?Que? ?Despues de todo lo que gaste para llegar hasta aqui? Usted no puede…

—No tengo tiempo para discutir —dijo Kinsman—. ?Vaya a preparar su equipaje! Lamento que sus vacaciones se vean interrumpidas y que le hayan costado tanto, pero estara mucho mejor en su casa que aqui. —Se volvio hacia los otros tres—. Y eso vale tambien para todos ustedes. Cualquiera que desee volver a la Tierra puede hacerlo.

El turista se puso de pie de un salto, y grito con indignacion:

—?A los extranjeros les permite quedarse, pero un contribuyente americano es expulsado!

—Si asi lo desean, los cientificos pueden quedarse —respondio Kinsman—. Los civiles y los turistas sera mejor que regresen. Esta estacion ya no es territorio americano. Ahora forma parte de la nacion independiente de Selene.

El turista pestaneo sin comprender. El astronomo japones demostro su comprension con un suspiro.

—No entiendo —dijo el turista.

—Cuando llegue a la Tierra lo entendera —asevero Kinsman—. Ahora apurese, no tiene tiempo que perder.

Uno de los cientificos mas jovenes atrajo la atencion de Kinsman:

—Se nos mantiene incomunicados. Sus hombres no nos permiten llamar a la Tierra.

—Es solo por poco tiempo.

—?Y que ha hecho con el doctor Marrett? Desaparecio con uno de sus oficiales despues de una discusion, y desde entonces nadie lo ha visto.

—Esta en la seccion del observatorio, continuando con su experimento.

—?Quiere decir que le ha permitido establecer contacto por radio con la Tierra ?

Con un gesto de asentimiento, Kinsman explico:

—Solo con los puestos de observacion, y unicamente para hablar del experimento en el que esta trabajando. Tenemos un oficial con el para asegurarnos de que no haga… politica.

—Esto es una locura —argumento el joven; su acento era decididamente britanico—. La mitad de las tropas de los Estados Unidos se lanzaran sobre este lugar apenas se den cuenta de lo que ha ocurrido. Sera como el tiro al blanco de una feria.

—Es posible —dijo Kinsman, inexpresivamente.

—Pero aun mas importante que eso —dijo con suavidad el astronomo japones—, es la posibilidad de que America lance sus fuerzas nucleares de ataque por temor de que esta situacion haya sido causada por los sovieticos.

Cuando se dieron cuenta de lo que habia dicho el anciano, todos se volvieron hacia Kinsman. Pero este no tenia ninguna respuesta que darles.

El capitan Ryan cerro su libro de codigos con un chasquido. Los otros oficiales en la sala de guardia lo miraban fijamente. No habia ninguna sonrisa en las ocho caras. El libro de codigos personal del capitan era usado solo para los mensajes ultrasecretos, de esos que venian marcados con la leyenda: Para ser leido solo por el capitan. Todos los otros mensajes eran descifrados por la computadora del submarino.

—Efectivamente, es la alerta roja —dijo.

La tension de las caras se aflojo un poco. El miedo a lo que se conoce es siempre mas tolerable que lo desconocido.

—Ademas, un mensaje personal del Jefe de Estado mayor Conjunto —continuo—. Espera que cumplamos con nuestro deber y que nuestros hijos puedan estar orgullosos de nosotros.

Los hijos de Garcia vivian en un barrio residencial abierto al sur de San Diego. El capitan Ryan lo sabia. Diez minutos despues de apretado el boton desaparecerian. Recorrio con sus ojos las caras de sus colegas oficiales. Lo mismo ocurriria con Mattingly y Rizzo. Lo mismo con mis propios hijos… ?y mi nieto!

—Bueno —dijo apoyandose pesadamente sobre los codos contra la tapa de felpa verde del escritorio—, parece que esta vez las cosas han llegado al limite. Y nosotros tenemos trabajo. Escuchenme —dijo inexpresivamente—. Cuando esos proyectiles sean disparados, habra muchos americanos muertos. Nuestra tarea es perseguir y destruir submarinos enemigos. Hay dos de ellos en nuestra area, segun el informe del sonar de esta manana, y no andarian por aqui si no fueran a lanzar sus malditos proyectiles.

Se miraron los unos a los otros haciendo gestos de asentimiento. No hubo ninguna demostracion de impetuosidad. Era la respondabilidad del capitan infundir una alta moral en su tripulacion, especialmente en los oficiales. Los oficiales deben dar el ejemplo a la tropa y el capitan debe dar el ejemplo a los oficiales.

—Ahora bien, uno de esos submarinos tiene por lo menos un proyectil cuyo objetivo es San Diego — continuo. Eso los conmovio. Hubo gestos de tension. Se sentaron mas erguidos—. Tenemos que evitar que ese proyectil sea lanzado.

—Senor —dijo Garcia—, no se como podremos… Quiero decir, alerta roja no significa que se ha declarado la guerra.

—No habra declaracion de guerra, Mike —argumento Mattingly con su maldito acento nasal de Princeton—. Se aprieta el boton y se lanzan los proyectiles. Nada de papeleo ni delicadezas diplomaticas.

—Y entonces, ?como hacemos para evitar el lanzamiento?

El capitan Ryan dijo:

—Iremos en busca de esos submarinos ahora. No despues que hayan lanzado sus proyectiles. No despues de recibir la orden del Cuartel general de la Armada. ?Ahora!

—Pero…

—?Quieres esperar hasta que hayan borrado San Diego del mapa?

—No, pero… no podemos actuar sin ordenes.

—Una alerta roja da libertad al capitan de un buque de guerra para actuar por propia iniciativa en caso de una falla en las comunicaciones.

—Pero no tenemos ninguna falla en las comunicaciones —dijo Rizzo, con una voz que comenzaba a sonar cavernosa.

—Ya lo sabemos —dijo el capitan Ryan.

Ninguno se opuso.

El gimnasio se parecia cada vez mas a un puesto de comando. Constantemente entraban y salian hombres. Habian traido algunas mesas y sillas. Un terminal de computadora operaba sobre una mesa, y una consola de comunicaciones completa con cuatro pequenas pantallas visoras estaba sobre otra.

Kinsman estaba devorando rapidamente un bocadillo. Ya era mas de las 21. La nave espacial de la mision de evacuacion se habia llevado a la mayoria de los civiles de la estacion. Las noticias de los acontecimientos en la estacion Alfa debian estar volando ya hacia Washington.

—Senor, el coronel Leonov en la pantalla cuatro —dijo una de las operadoras, una muchacha que se habia ofrecido como voluntaria para permanecer junto a los luniks.

Trago el ultimo bocado de un indiscernible producto de soja con un poco de cafe sintetico y se dirigio a la consola de comunicaciones.

Leonov se veia asperamente triunfante en la pequena pantalla.

—Las estaciones orbitales rusas estan completamente en nuestras manos —informo—. Increiblemente, hubo muy pocos disparos. Sorpresa y mucho apoyo ante nuestros objetivos fueron las emociones dominantes. Fui muy elocuente. —Arqueo sus cejas, desafiando a Kinsman a que lo negara.

—Buen trabajo, Peter —fue todo lo que Kinsman pudo replicar—. Tuvimos algunos malos momentos por aqui, pero ahora todo esta en orden. Beta y Gamma estan aseguradas y tengo al capitan Perry inspeccionando los sistemas de control ABM en la Estacion Beta.

—Creia que el centro principal de control estaba en Alfa.

—Asi es —confirmo Kinsman—, pero aun tenemos a varios civiles y unos pocos prisioneros disidentes a bordo. Habria que transferirlos a la Tierra , pero no hubo suficiente espacio para todos ellos en la nave de evacuacion.

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