—No hay nada misterioso —replico Marrett—. No es mas misterioso que esa lluvia que esta cayendo.

Una hora mas tarde, un asistente golpeo discretamente a la puerta de la oficina para recordarle al secretario general que tenia una visita a las diez y quince. De Paolo le dijo que la cancelara. El telefono llamo una vez, y De Paolo hablo asperamente en portugues. No volvieron a ser interrumpidos hasta que el secretario general sugirio que comieran y bebieran algo.

La reunion del Consejo de Seguridad comenzo sin su presencia. A media tarde, De Paolo estaba diciendo:

—?Todo esto es realmente posible?

Marrett estaba masticando el desmenuzado extremo de su ultimo cigarro. Se habia apagado hacia ya varias horas.

—Si su pregunta significa si es tecnicamente posible, la respuesta es si. Naturalmente, pasara un tiempo antes de que podamos controlar cambios climaticos en pequena escala, pero por ahora sabemos lo suficiente como para arruinar la cosecha entera de cualquier pais en cualquier momento. Y hemos estado en condiciones de controlar los grandes sistemas de tormentas desde hace anos.

—Dentro de ciertos limites —agrego Noyon.

El secretario general se habia quitado la chaqueta. Se froto la frente nerviosamente.

—Esto es fantastico. ?Se dan cuenta del enorme potencial que tiene lo que me estan diciendo? ?Tienen alguna idea de lo que estan ofreciendo?

—Es aterrador —confirmo quedamente Noyon.

De Paolo se levanto de su asiento y camino hasta la ventana. Ya no llovia, pero el cielo permanecia gris.

—Desearia no haber querido oirlos —dijo, mirando hacia la ciudad decadente—. Ojala nunca hubiera escuchado una cosa semejante. La tentacion…

Marrett toco su reloj.

—Dentro de exactamente cinco minutos se podra ver un poco de cielo azul y aparecera el sol.

El secretario general echo una mirada por sobre el hombro al corpulento meteorologo.

—?Esta seguro de eso?

Con un gesto afirmativo respondio:

—Tan seguro de eso como de que las Naciones Unidas, o alguien, tiene que apoderarse de ese poder. No se lo puede mantener en secreto por mucho mas tiempo. Hay muchos pronosticadores y meteorologos que conocen este potencial. Una vez que admitan que el clima puede ser controlado en todo el mundo, pues… esa sera la proxima gran crisis internacional.

—Y este Kinsman —pregunto De Paolo—, ?es un hombre honorable? ?Se puede confiar en el?

—Creo que si. Quiere que su nueva nacion sea admitida en las Naciones Unidas. Quiere mantener la paz del mundo.

El secretario general sacudio la cabeza.

—Es aterrador. Demasiado tentador. —Sacudio la cabeza varias veces.

—?Se refiere al poderio potencial?

—Eso —asintio el anciano con un gesto—, y la responsabilidad. Todos nos hemos desesperado ante la impotencia politica de las Naciones Unidas. Pero… esto lo cambia todo. ?Todo!

—Eso es usar nuestro poderio tecnico para obtener poderio politico —dijo Marrett.

—No creo que sea correcto hacerlo. No estoy de ninguna manera seguro de estar preparado para una cosa asi. Es el uso pleno de la fuerza, tal vez un tipo de fuerza diferente, pero aun asi…

—La fuerza es el unico modo de mover un objeto —dijo Marrett.

—Fisica newtoniana —dijo el secretario general. Una sonrisa descolorida cruzo su cara—. ?Ve? No ignoro totalmente las ciencias.

Se volvio nuevamente hacia la ventana. Un rayo de sol atraveso las nubes grises. Se pudo ver un trozo azul.

—Su prediccion fue demasiado conservadora —le dijo a Marrett—. Todavia no han pasado los cinco minutos.

Marrett se encogio de hombros.

—Siempre soy un poco conservador.

—?Realmente? —El secretario general acomodo sus hombros como quien ha decidido aceptar la carga sin importarle el peso—. Muy bien. Supongo que debo reunirme con este Kinsman. ?Cree que aceptara venir a Nueva York?

El sol de la Florida era fuerte y brillante, y alumbraba desde un cielo tan azul que necesitaba ocasionales copos de cumulus blancos para hacer contraste. Frank Colt aparto la vista a pesar de sus cristales polarizados. El resplandor de los senderos de cemento y de los protectores de la pista era considerable. En verano seria muy dificil tolerarlo. Pero puedo adaptarme, se dijo Colt para si. A eso, y a cualquier otra cosa que decidan mandarme.

Los dos policias de la Fuerza Aerea caminaban juntos unos pocos pasos detras de el. Ambos median mas de un metro ochenta y cinco, con cuerpos de futbolistas y pistolas automaticas enfundadas en sus caderas. Seguian a Colt dondequiera que este dirigiera sus pasos. Tecnicamente estaba bajo arresto domiciliario, y confinado a su base hasta que los cerebros de Washington decidieran si se lo podia acusar de haber tenido alguna responsabilidad en la rebelion lunar.

Colt sonrio ironicamente. No cualquiera tiene sus propios guardaespaldas que lo siguen por todas partes. Es un simbolo de status.

Por sobre sus cabezas, un punto plateado comenzo a materializarse en un jetcoptero de ejecutivo, y Colt pudo oir el murmullo de sus enormes palas giratorias aun por sobre el agudo chillido de los motores de turbina.

Colt y sus dos guardias se detuvieron en un descanso de formacion sin advertirlo, al borde del circulo pintado de amarillo que demarcaba el area especial para descenso de helicopteros. Un vehiculo de servicio atravesaba velozmente a la distancia la superficie de concreto, acercandose para dar electricidad para las comunicaciones, las luces y el aire acondicionado del aparato.

El jetcoptero descendio sobre la plataforma de concreto en medio de una pequena tormenta de viento que hizo volar hollin y pequenos guijarros. Cuando la maquina se apoyo sobre sus elasticos soportes y las paletas giratorias comenzaron a detenerse, Colt miro y vio que no tenia ninguna insignia excepto la habitual estrella y el numero de identificacion H-003 de la USAF.

El “tres” de esa identificacion impresiono inmediatamente a Colt. Sabia que el numero uno era para el presidente y el dos para el vicepresidente. Estaba impresionado por el hombre que venia adentro, el hombre que habia venido a verlo.

La portezuela del aparato se abrio hacia arriba y en ella aparecio un teniente de impecable uniforme mientras las escalas metalicas se proyectaban hacia afuera hasta tocar el suelo de concreto. Miro a Colt y movio la cabeza, la cara palida, los ojos pequenos, de un modo muy profesional. Colt se acerco y subio a la maquina. Sus dos guardias quedaron afuera, al pie de la escalerilla, bajo el sol. Durante la semana que habian estado custodiando a Colt por todas partes no le habian dirigido la palabra.

Tuestense bien, companeros, les deseo silenciosamente Colt.

Adentro de la maquina hacia frio. El teniente era lo suficientemente alto como para tener que agachar la cabeza al atravesar una portezuela mas pequena instalada en un tabique pintado de gris. Colt entro a una especie de sala de conferencias. Realmente era un compartimiento muy amplio para un helicoptero, pero insuficiente para las tres personas que ya estaban sentadas alli.

Colt saludo en posicion de firmes. El general de dos estrellas de aspecto cansado que estaba sentado en un extremo de la mesa de conferencias le devolvio rapidamente el saludo. Estaba acompanado por un coronel de rostro obeso y por un civil. Era este un hombre vestido con un traje oscuro y estaba como encogido sobre si mismo: sus amplios hombros se movian extranamente dentro de la chaqueta de su traje. Su cara parecia tener una expresion de sufrimiento permanente.

Habia una liviana silla de plastico desocupada. El general le hizo un gesto y Colt se sento. El teniente permanecio en la portezuela, a espaldas de Colt. Habia advertido que el teniente llevaba la banda de la Policia Aerea , pero no estaba armado. Sin embargo, de pie detras de el, le seria posible matar a Colt de varios modos

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