—Pero lo intentaron —dijo ella.
Chet estiro su mano para cerrar la puerta, pero ella no se lo permitio.
—Hiciste un buen trabajo cuidando que todo marchara bien mientras yo estuve ausente.
—Gracias.
No era su intencion mantener una conversacion de cortesia. No queria hablar de nada, ni siquiera queria pensar. Ni sobre politica, ni sobre guerra, ni sobre muerte.
—Ellen… hagamos el amor.
—?Es eso lo que quieres? —pregunto ella, con voz neutra y sin emocion.
—Si.
—Y luego volveras manana a tu oficina y seras el administrador general.
Chet asintio con la cabeza.
Ellen solto la puerta y sacudio la cabeza.
—Tengo tanta fuerza de voluntad cuando no estas aqui… —con una triste sonrisa lo abrazo—. No estamos hechos el uno para el otro, lo sabes.
—No, no lo se. Dimelo.
Cerro la puerta y se dirigieron al dormitorio.
Jill Myers ocupo las primeras horas del nuevo dia examinando minuciosamente a Kinsman. Hizo una serie de ruidos y gestos con su boca y su cara mientras leia los resultados de los diferentes examenes que entregaba la computadora, que habia integrado todos los datos provenientes de los distintos aparatos medicos.
—Estas convencido de que estos murmullos cardiacos tuyos son solo una trampa para enganar a las autoridades de la Tierra —lo regano—. Pues bien, mira este electrocardiograma.
Le alcanzo una cinta de plastico por sobre su pequeno y desnudo escritorio. Kinsman examino la linea dentada.
—?Esta mal?
—No es una linea segura. ?No has estado sintiendo algunos dolores de pecho? ?Agudas punzadas en el brazo izquierdo, o en alguna otra parte?
Chet hizo un gesto con los hombros.
—Pues… una pequena molestia cuando estaba en la seccion de mucha gravedad de la estacion espacial, eso es todo.
—Eso es todo, dices…
La mirada de Jill echaba fuego. Dicto una receta para pildoras a la computadora, y luego lo hizo salir de su minuscula oficina con un movimiento de su mano. De un solo paso, Chet llego a la puerta.
—No eres inmortal —dijo Jill secamente—. Todos dependemos de ti, Chet. Pero muerto no nos serviras de nada. Actua con mas tranquilidad.
—Por supuesto —sonrio—. Lo peor ya ha pasado. De ahora en adelante todo ira pendiente abajo.
No fue hasta que llego a la mitad del corredor que llevaba hacia la fabrica de agua, que se dio cuenta de las muchas y diferentes implicaciones que la expresion “pendiente abajo” podia tener.
Ernie Waterman estaba incomodo cuando se volvio a enfrentar con Chet. La cara agria del ingeniero enrojecio cuando Kinsman aparecio en escena. Estaban junto a los trituradores de rocas, donde una explosion habia destrozado dos de las seis cintas sin fin que llevaban la roca pulverizada desde las gigantescas maquinarias hasta los arcos electricos.
Los cuatros trituradores que funcionaban marcaban un acompanamiento basso a los ruidos agudos. Waterman tartamudeo por sobre el griterio de los tecnicos llamandose los unos a los otros, y los ruidos del chisporroteo de los soldadores.
—Supuse… supuse que mientras estuviera aqui… Bueno… supuse que podria ayudar. Es mejor que estar sentado sin hacer nada, ?no?
—Esta muy bien, Ernie —dijo Kinsman, tratando de mantener su tono tranquilo al gritar por sobre el estrepito del equipo de reparaciones—. Agradezco su ayuda.
—?Cuando debo irme?
—?Irse?
Un compresor de aire entro en accion y Waterman levanto su penetrante voz aun mas y se inclino sobre el oido de Kinsman. Sus duros cascos se tocaron.
—?Cuando me hara embarcar para la Tierra ?
—Nadie volvera a la Tierra —grito Kinsman—, y nada de la Tierra vendra hacia aqui. Por lo menos, hasta que nos pongamos de acuerdo en varios puntos de politica. Por otra parte, si usted abandona o no Selene es una decision suya, Ernie. No puedo enviarlo de vuelta a una silla de ruedas. Si puede soportar lo que estamos haciendo aqui, o lo que seria mejor, si comienza a compartir nuestra manera de pensar, sera bienvenido y podra quedarse cuanto quiera.
La boca de Waterman se movio, pero Kinsman no pudo oir lo que dijo.
—Lo digo seriamente, Ernie —grito—. Mientras no haga nada en contra de nosotros queremos que se quede.
—Y… ?me tendria confianza?
—?Por que no? ?Acaso no es usted un hombre honesto?
Waterman simplemente sacudio asombrado su cabeza.
Kinsman paso la mayor parte de la tarde revisando las listas de personal y combinando los archivos americanos con los de Leonov. Ambos estaban trabajando en la oficina de personal de los rusos. Estaban solos, excepto por la terminal de computadora de Lunagrad que reposaba sobre una mesa en el centro de la amplia habitacion. La computadora de Moonbase no habia sido aun totalmente conectada con la maquina rusa.
Leonov tenia que traducir los caracteres cirilicos; Kinsman hizo que los archivos americanos fueran transmitidos por telefono al banco de datos ruso. Fruncio la frente cuando aparecio la ficha de Pat Kelly en la minuscula pantalla visora del telefono. Kelly todavia estaba confinado a sus habitaciones y bajo el cuidado de un psiquiatra. Habia solicitado el traslado inmediato a la Tierra junto con su familia.
Cuando regreso a sus propias habitaciones, un poco antes de la hora de la cena, encontro a Frank Colt que lo esperaba. Estaba solo.
—Me preguntaba cuando aparecerias —dijo Kinsman, mientras cerraba la puerta.
—Si. Me aleje de la fiesta anoche. Me imagine que te habias ganado la celebracion sin necesidad de que yo la estropeara.
—Te busque entre la gente. Queria agradecerte por no haber intentado nada mientras estuve ausente.
Kinsman atraveso la habitacion y se sento en la silla giratoria que estaba junto a Colt, quien se habia sentado tensamente en el sofa.
—Se necesitaba coraje para tener confianza en mi —dijo Colt, mirando cautelosamente a Kinsman.
—Se necesitaba coraje para aceptar esa responsabilidad sin estar de acuerdo con lo que estabamos haciendo.
—Si. Tal vez sea asi.
—?Sigues pensando de ese modo? ?Crees que lo que estamos haciendo es un error?
Colt no respondio inmediatamente. Y cuando lo hizo fue con una silenciosa afirmacion de su cabeza.
—?Aun cuando puedes ver que la gente de Lunagrad esta con nosotros, y que todos estamos actuando para salvar a los Estados Unidos y a Rusia?
Inclinando hacia adelante, con sus punos sobre las rodillas, Colt respondio:
—Esta bien, esta bien. Las intenciones de ustedes son buenas y han hecho suyos los mejores intereses de la humanidad, pero… no me convencen. Lo siento, Chet, pero las cosas son asi. Quiero irme. Quiero volver a la Tierra.
—Pero Frank, ?no puedes ver…?
—?Puedo ver todo el maldito asunto! Y se de que lado estoy. Y no es de tu lado. Lo siento, hombre. Es posible que yo este equivocado y tu tengas razon, pero mi actitud es esa.