marroqui delgado y de agudas facciones, lo llamo:

—Ted, aqui. Sientate con nosotros.

Marrett se acerco pesadamente a ellos y se sento junto al marroqui, a dos asientos de distancia de Kinsman.

—?Como estuvo el experimento?

—Muy bien. —Marrett tomo un gran trago de cafe caliente y lanzo un respingo. Luego tomo otro—. Perdimos dos de los factores de correlacion que estamos buscando, pero parece que todos los factores importantes coinciden. Dentro de un mes sabremos mas, y mas aun cuando termine el invierno.

—Si pudieran detener el avance del Sahara… —murmuro el marroqui meditativamente.

Marrett hizo una mueca.

—Podriamos hacer algo mejor que eso si nos autorizaran a operar en el Mediterraneo; es ahi donde esta la maldita clave del problema. Pero no nos permiten hacerlo. Temen que arruinemos su lindo cielo.

El marroqui se encogio de hombros.

—No debemos esperar mas de lo que se puede hacer. Como te decia antes, si tan solo un aumento del diez por ciento…

—?Diez por ciento! ?Maldito sea, podriamos detener al condenado Sahara totalmente si nos dejaran hacer las cosas correctamente!

Termino de beber su cafe, golpeo la taza sobre la mesa y estiro su mano hacia la otra. Fue entonces cuando advirtio la presencia de Kinsman. Levanto la taza a modo de brindis y pregunto:

—?Como va esa revolucion?

Kinsman alzo las cejas en un gesto que queria decir “estamos a la espera”.

—Hasta ahora todo va bien. Tuvimos algunos problemas anoche, pero ahora todo parece estar normalizado.

—Ah, si. Me entere. Mis colegas de la Tierra tenian interesantes preguntas que hacer. Recibi varias llamadas urgentes, hasta de Washington y Paris.

—?Paris?

Marrett llevo su mano hacia un bolsillo.

—?Maldicion! Se me acabaron los cigarros. Si, Paris. La Federacion Europea esta interesada en lo que ustedes estan haciendo. Y la UNESCO , por supuesto.

Kinsman lo penso un momento.

—Leonov y yo tendriamos que hacer una transmision para todo el mundo.

—Eso ayudaria a serenar muchos estomagos, le aseguro.

Kinsman asintio con la cabeza pensativamente; luego dirigio su atencion al desayuno que se le enfriaba. Marrett siguio hablando sin detenerse con el marroqui y otros dos jovenes que se habian unido a ellos.

Al poco rato, Kinsman se dio cuenta de que estaban hablando de vuelos: pequenos aviones, jets, planeadores y hasta cohetes planeadores. Se unio a la conversacion diciendo, simplemente:

—Nunca tuve posibilidad de volar en un cohete planeador. Aparecieron despues de que me converti en un lunik permanente.

Uno de los mas jovenes prorrumpio inmediatamente en exclamaciones:

—?Cristo, no hay nada como eso! Uno se lanza hasta los cincuenta kilometros y se detienen los motores…

Y todos se sintieron hermanados. Todos volaban. No importaba la nacionalidad, ni la raza, ni la religion. Lo importante era que todos compartian la emocion de volar.

—Puedes quedarte con esas cosas con cohetes —dijo Marrett, con un gesto de su carnosa mano—. Yo prefiero los planeadores: eso si que es volar. Lo que yo quiero es acariciar los gorditos cumulos, meterme dentro de esas estaciones termales. Quiero sentir las condenadas nubes. Sentirlas.

Kinsman decidio que ese hombre le gustaba. Le tenia confianza. ?Solo porque le gustaba volar? Sorprendido, se dio cuenta de que efectivamente era asi. Nada mas que por eso. Y era suficiente.

Con desgano se levanto y se retiro. Todavia falta mucho por hacer, ?maldicion!

Mientras se dirigia por el corredor hacia el tubo que conducia a su cuartel general oyo la voz de Marrett detras de el.

—?Tiene un minuto, coronel?

Se volvio.

—Mejor llameme Chet. Creo que mi grado en la Fuerza Aeroespacial no tiene mucho valor en este momento.

Marrett se rio. Era una risa fuerte, saludable, alegre. Era un hombre demasiado corpulento para ese corredor tan estrecho. Se necesitaba un escenario mas grande para acomodarlo.

—Muy bien, Chet. Vera, tengo una pregunta que hacerle. Es posible que sea un torpe, pero ya hace mucho tiempo que descubri que no existen preguntas estupidas sino solo respuestas estupidas.

Kinsman le devolvio una sonrisa.

—?Cual es la pregunta?

—?Puede usted decirme, por el amor de los siete cielos, que es lo que trata de conseguir con esta revolucion?

—?Quiere la respuesta en veinticinco palabras, o en menos?

—En menos.

Estaban de pie, uno frente al otro. El meteorologo tenia sus pesadas manos apoyadas en las caderas; Kinsman lo miraba desde su menor estatura. El resto del corredor estaba vacio, y tenia el aspecto de haber sido esterilizado. Era una fila de puertas de plastico instaladas entre paredes de plastico enmarcadas en aluminio.

—Bien, doctor Marrett…

—Ted.

—Muy bien. Ted. Lo que tratamos de conseguir es la paz. Nada de guerra. Nada de ataques con proyectiles intercontinentales. Nada de luchas entre rusos y americanos en la Tierra , por lo menos nada de guerra atomica. De ese modo no habra necesidad de luchas en la Luna.

—Eso es lo que pense. —Marrett senalo la portezuela del tubo—. ?Va arriba?

—Si. Al Nivel Tres.

—Bien. Yo me vuelvo al observatorio.

Comenzo a caminar hacia la portezuela. Kinsman lo siguio. Mientras trepaban por los escalones metalicos, dando vueltas por entre las delgadas paredes que los separaba del helado vacio, Marrett dijo:

—Tengo otra pregunta para usted.

En la penumbra del tubo, Kinsman no podia ver la cara de Marrett demasiado bien. Pero su voz era baja, seria, mientras resonaba a lo largo del tubo metalico.

—?Cual es? —pregunto Kinsman a su vez.

—?Su nueva nacion solicitara admision en las Naciones Unidas?

—Supongo que si. ?Por que?

—Escucheme, yo he trabajado para las Naciones Unidas durante mas de veinte anos y he visto como el mejor trabajo de modificacion del clima del mundo ha sido tirado al cesto de los papeles, simplemente porque una nacion u otra se opone.

—No parece ser usted tan viejo —dijo Kinsman.

Marrett le echo una triste mirada.

—?Como cree que me quede calvo? ?Por un tratamiento de rayos X?

—Esta bien —dijo Kinsman, mientras continuaban trepando por la escalera metalica en espiral—. De modo que su trabajo ha sido detenido por naciones individuales.

—Y por los bloques. EuroFed, Paraguay… todos. Cada uno de ellos piensa que son lo unico importante en el planeta, que los demas no cuentan. Y UNESCO, y toda la tambaleante organizacion de las Naciones Unidas se ve impotente, pues nada se puede hacer cuando alguna nacion se opone.

—?Y entonces?

Marrett se detuvo. Parecia suspendido en la penumbra, como una amenaza en un antiguo cuento gotico, dos escalones mas arriba de donde estaba Kinsman.

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