—No, no, no te preocupes por eso. Yo tampoco tengo nada para ti.

Chet gruno.

—Dos de los mas grandes romanticos de todos los tiempos, eso es lo que somos.

—Es una costumbre tonta, de todos modos.

El telefono llamo antes de que Kinsman pudiera replicar. Apreto el boton. La cara de Hugh Harriman aparecio en la pantalla, ubicada a un extremo del sofa. Tenia una candida expresion de picaro duende.

—?Interrumpo algo importante? —pregunto, mirando de reojo.

—Si. Estamos plantando muerdagos. ?Que quieres, Hugh?

—Mientras ustedes dos se han pasado el dia jugando a sus juegos infantiles —respondio Harriman—, yo he estado varias horas en directas y fructiferas conversaciones con mis colegas diplomaticos en la Tierra.

Kinsman se enderezo en su asiento.

—?El dia de Navidad?

—Pareces un predicador. Si, el dia de Navidad. No ha sido facil armar el rompecabezas, ya que nadie quiere hablar oficialmente del asunto. Todo ha sido dicho en secreto, muy extraoficialmente, y todas esas cosas…

—?Por el amor de Dios, Hugh, cada vez te pareces mas a un burocrata! ?De que demonios estas hablando?

—?Bueno! —Harriman adopto un aire ofendido, pero lo dejo pasar inmediatamente—. Mira, las cosas son asi. Primero: Marrett llamo esta manana temprano y me dijo que puedes esperar una invitacion personal del secretario general de las Naciones Unidas para hablar ante la Asamblea general en una sesion especial. Iras como individuo, por supuesto, no como jefe de estado. Pero te invitara oficialmente solo si sabe de antemano que aceptaras. No puede arriesgarse a un desaire, y todas esas cosas.

Kinsman sintio que su respiracion se aceleraba.

—?Cuando?

—Antes de que termine esta semana.

Ellen se acerco a Kinsman.

—?Permitira el gobierno americano que alguien de Selene aterrice alla?

—Hijo mio, ?que crees que he estado tratando de arreglar durante todo el dia? ?Crees que me perdi la comida y el jugueteo con las muchachas en esta ocasion festiva por pura falta de espiritu de companerismo?

—Deja de bromear, Hugh. ?Que conseguiste?

—Mucho, si puedo decirlo yo mismo. —Vacilo solo un momento—. Le explique a Marrett que nuestra posicion con los federales yanquis es mas bien delicada. Lo comprendio, y dijo que las Naciones Unidas ya han solicitado un salvoconducto para ti y tu comitiva.

—?Y entonces?

—Entonces, mientras me preguntaba si debia tratar de comunicarme con el Departamento de Estado, sabiendo que nadie de jerarquia suficiente como para tener autoridad estaria disponible el dia de Navidad, recibi una llamada de un viejo amigo tuyo: el coronel Franklin Delano Roosevelt Colt.

—?Coronel?

—Parece que Frank esta ascendiendo rapidamente en las jerarquias de la Tierra. Llevaba puestas las aguilas de coronel.

—?Esta en Patrick?

—Si. Aparentemente le han dado el lugar de Murdock.

?Hijo de puta!

—Ademas —continuo Harriman—, este pedido de las Naciones Unidas para recibir a un grupo de visitantes de Selene ha llegado ya a su nivel. Ha sido aprobado por nada menos que el presidente de los Estados Unidos de America personalmente.

—?Quieres decir que todo esta ya organizado?

Harriman asintio con la cabeza y se rasco la barbilla.

—No solo se han movido con una rapidez tal como nadie la ha visto en Washington desde la epoca de los desordenes del ochenta y cinco, sino que tambien parecen estar desesperados por tratarnos bien…

—?Que quieres decir?

—Piden permiso para enviarnos un vuelo con gente de todas partes del mundo que han solicitado inmigrar a Selene. Los ninos de Leonov tal vez esten en ese grupo.

Kinsman se reclino sobre el tapizado de espuma del sofa.

—No lo comprendo. ?Por que estan ahora tan complacientes, subitamente?

—Yo me hecho las mismas preguntas —replico Harriman—. Hay varias respuestas posibles.

—?Por ejemplo?

—Bien, por una parte, es probable que Colt esta ejerciendo alguna influencia. Seguramente les ha dicho que realmente no deseamos hacer ningun dano a los Estados Unidos, y que una Selene independiente amiga de los Estados Unidos es mejor que una Selene hostil. —Kinsman asintio con un gesto—. Luego, tambien es posible que los especialistas hayan pensado que podemos facilmente convertirnos en aliados de la Union Sovietica , lo cual seria desastroso para los americanos. Esa es otra razon para tratarnos con cautela.

—Continua.

Harriman se encogio de hombros.

—Tambien esta la opinion publica mundial: la grandota y malvada nacion americana ensanandose con una nueva, pequena e indefensa nacion. No es que crea que eso es demasiado importante, pero podria explicar el pedido de aceptacion de este grupo simbolico de inmigrantes.

?Un caballo de Troya? Fue como un chispazo en la mente de Kinsman.

—Quiero saber exactamente quienes son esos inmigrantes. Quiero informacion completa sobre cada uno de ellos.

—Muy bien.

—Has tenido un dia muy ajetreado.

Harriman sonrio con todos sus dientes.

—Si. Pero ha sido muy provechoso. Hable incluso con el embajador sovietico ante las Naciones Unidas. Marrett me dijo donde podria encontrarlo; habia cancelado unas vacaciones en su casa. Parece que los rusos no se opondrian a reconocer nuestra independencia, siempre y cuando les permitamos inspeccionar nuestras estaciones espaciales y los satelites ABM para asegurarse de que realmente somos independientes.

—Habla con Leonov acerca de esto. Y preguntale como podemos asegurarnos de que sus hijos esten a bordo de la lanzadera de inmigrantes.

—Muy bien.

—Todo esto me parece estupendo, Hugh.

—Si, da la sensacion de que han decidido dulcificar su actitud hacia nosotros. Tal vez es el espiritu de la Navidad.

—Puede ser, pero espero que sea algo mas profundo y permanente.

—Amen.

—?Algo mas? —pregunto Kinsman.

—Dos cosas. En cuanto a la invitacion para dirigirte a la Asamblea general, el punto es que quieren que lo hagas “tan pronto como resulte conveniente”. Pero no debe ser despues del jueves proximo.

—?El jueves? —repitio Ellen—. Es demasiado pronto.

—No podemos permitirnos dilaciones —dijo Harriman, completamente serio—. Todo esta a nuestro favor. Tenemos que aprovechar la marea antes de que ocurra algo que los haga cambiar de idea.

—De acuerdo —dijo Kinsman—. El jueves. ?Cual era la otra cosa?

—?La otra? ?Ah! —los ojos de Harriman brillaron—. Pase toda una hora, mi hora de descanso, tratando de comunicarme con el chacal que se llama a si mismo Maximo Lider Temporario de mi pais de origen. Finalmente lo consegui.

—?Para decirle que volvias a la Tierra con un salvoconducto de las Naciones Unidas?

—No. —Harriman sonrio con deleite beatifico—. Solo queria ver una vez mas su cara marcada de viruela y observar su expresion cuando le di mis saludos de Navidad.

—?Lo llamaste para desearle Feliz Navidad? —pregunto Ellen.

—No precisamente. Le dije que se fuera a la mierda.

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