De algun modo se encontro caminando hacia la seccion residencial junto con Ellen. La mujer iba en silencio mientras atravesaban el largo, rustico y serpenteante corredor. Era la ultima hora de la tarde. Casi todo el dia se habia pasado en organizar el viaje a la Tierra.

—?Te gustaria cenar en mis habitaciones? —pregunto Chet.

Ellen no lo miro.

—No, creo que es mejor asi.

Una familia venia caminando en direccion a ellos. Eran los padres con dos hijos, uno de ellos apenas si caminaba solo. Despues que pasaron, Kinsman le pregunto a Ellen:

—?Que te pasa?

Ella se detuvo y se volvio hacia el.

—Ya sabes lo que pasa. Vas a seguir haciendo estas cosas hasta que te mates, ?verdad?

—?Por el amor de Dios, Ellen! Tengo que hacerlo.

—Ya lo se —admitio ella—. Ese es el problema.

—No tendre ningun problema.

—Terminaras muerto.

—No seas melodramatica…

Ellen comenzo a caminar nuevamente. Chet la alcanzo y la tomo del brazo.

—Ellen, escuchame. No estarias tan tremendamente preocupada si…

—?No lo digas! —interrumpio ella separandose—. No permitas que todo este drama y autosacrificio te convierta en un romantico. Seguiras adelante hasta que mueras. De modo que continua, y muerete. Levantaran una estatua en tu memoria.

Se alejo por el corredor y lo dejo ahi, solo.

Frank Colt vestia su uniforme azul cuando se echo hacia atras en el asiento tapizado de la seccion de pasajeros del jetcoptero. Las butacas estaban puestas de dos en dos, unas frente a las otras. Junto a Colt se sento un mayor que era diez anos mas antiguo que el y ahora era su ayudante. Frente a ellos habia dos civiles: uno del Departamento de Estado y otro de la Agencia de Seguridad Interna.

—Hemos otorgado visas a todos los visitantes extranjeros que quieren emigrar a Moonbase —decia el hombre del Departamento de Estado. Era un funcionario profesional del Servicio Exterior, tenso y con experiencia—. Comenzaran a llegar a Nueva York el jueves por la manana. La delegacion lunar puede encontrarse con la mayoria de ellos esa misma noche.

El hombre de la Agencia de Seguridad Interna, pequeno, un poco gordo y con una calvicie incipiente, asintio sonriente.

—Eso deberia disipar cualquier sospecha que los luniks pudieran tener. Luego reunimos a los extranjeros en el espaciopuerto Kennedy, les decimos que hay dificultades tecnicas y los mantenemos incomunicados.

—Mientras tanto, las tropas ocupan sus lugares y se apoderan de las estaciones espaciales —concluyo el mayor—. Todo perfecto.

—El factor tiempo es critico —dijo Colt—. No hay margen para ninguna falla.

—Todo ha sido calculado hasta el ultimo segundo —replico el mayor presuntuosamente.

—Entonces calculelo de nuevo a la milesima de segundo —replico Colt—. Me reunire con el presidente esta noche, y quiero estar en condiciones de asegurarle que las estaciones espaciales estaran en nuestras manos cuando comience el nuevo ano.

El mayor asintio con un gesto mientras apretaba los labios y sus mejillas se ponian cada vez mas rojas. El hombre del Departamento de Estado paso un cuidado dedo sobre el pliegue de sus pantalones hasta la rodilla.

—Hay algo mas.

—?Que es? —pregunto Colt.

—Nuestros analistas de situacion han sometido una vez mas todo este plan a la computadora para ver si hay alguna falla que deba ser prevista.

—?Y?

—Han hecho una sugerencia. Piensan que usted, coronel, deberia estar en Nueva York con este tipo Kinsman en el momento en que el cohete sea lanzado.

Colt controlo su sorpresa con un reflejo que dominaba sus emociones. Mantuvo un tono de voz neutro.

—?Por que?

—Si Kinsman llegara a tener la mas minima sospecha acerca de una situacion al estilo caballo de Troya, su presencia en Nueva York aplacaria sus temores.

—O lo pondria en guardia.

—No. —El del Departamento de Estado sonrio—. Hemos analizado las caracteristicas de personalidad de Kinsman completamente. Tiende a confiar en la gente con mucha facilidad. Y usted era, o quiza siga siendo, su amigo. Considerara su presencia en Nueva York y en las Naciones Unidas como un gesto de amistad, y eso le hara bajar la guardia.

En efecto, confia facilmente en la gente, admitio Colt en silencio.

El hombre de la Agencia de Seguridad Interna emitio una risita.

—?Que hermosura! Ambos podran observar el lanzamiento por television.

—Las ultimas horas de la cuenta regresiva seran mas o menos automaticas —intervino el mayor—. Realmente no hay necesidad de su presencia fisica en el centro de lanzamientos Kennedy, asi como tampoco en Patrick.

—No me gusta —dijo Colt—. Prefiero estar donde esta la accion, en las instalaciones de lanzamiento.

—Pero las computadoras dicen que las posibilidades de exito de su plan aumentaran del ochenta y cinco al noventa y tres por ciento si usted esta con Kinsman en Nueva York —dijo el hombre del Departamento de Estado.

?No quieren que le de un beso en la mejilla tambien? Pero Colt disimulo su enojo y su temor, y miro a las tres caras blancas, una por vez.

—Muy bien —dijo finalmente—. Lo hare.

MIERCOLES 29 DE DICIEMBRE DE 1999, 05:25 HT

Kinsman se desperto subitamente.

Durante un momento no pudo recordar donde estaba. Luego su cabeza se aclaro: un compartimiento VIP en la seccion de baja gravedad de la Estacion Espacial Alfa.

Se levanto lentamente. Habia un tubo de plastico en su muslo, cuidadosamente envuelto en vendajes protectores. Miro el reloj digital instalado en la pared: dentro de una hora y media ese tubo estaria conectado a un marcapasos y a un motor electrico. Dentro de su pierna el tubo serpenteaba a traves de la arteria femoral hasta el torso, pasando luego a la aorta, donde reposaba la bomba de plastico ahora inactiva. Una vez que el marcapasos y la unidad de energia estuvieran conectados, el globo actuaria como un auxiliar, ayudando en el trabajo del bombeo de la sangre que su debilitado corazon natural seria incapaz de hacer en la Tierra.

Jill se habia mostrado preocupada durante todo el procedimiento quirurgico.

—La bomba no puede aliviar a tu corazon en mas de un cincuenta por ciento —habia dicho—. Aun con ella tendras problemas cuando llegues a la Tierra.

Kinsman arrastro sus pies hasta las instalaciones sanitarias y se bano en seco, abandonandose a las vibraciones sonicas que lo limpiaban y lo masajeaban. Era tonto, se dijo a si mismo, sabiendo que podria haber disfrutado de un bano con agua. Pero los habitos se imponen. Ademas, supongo que no debo mojar el vendaje. No queria admitir que un bano de agua podria arruinar demasiado el ritual de “la ultima posibilidad de mi vida”.

Se afeito cuidadosamente y luego comenzo a vestirse. Por un momento penso pedir una comunicacion con Ellen, que habia quedado en Selene…, pero sacudio la cabeza rechazando la idea. Es mejor dejar las cosas como estan. Si vuelvo, tal vez entonces podamos arreglar algo. Pero no ahora.

Se puso una camiseta, pantalones cortos y calcetines con suela. Nada mas. El vendaje se veia por debajo

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