—Supongo que si.

El se froto la cara, contemplando aturdido los contenedores.

—Diecisiete. Dios, Cordelia, ?que hago con ellos? El cirujano, claro, pero… —Se volvio hacia el fascinado secretario—. Trae al cirujano jefe, rapido. —Se giro hacia Cordelia, bajando la voz—. ?Cuanto tiempo funcionaran estas cosas?

—Los nueve meses enteros, si hace falta.

—?Puede devolverme la factura, almirante? —dijo el tecnomed en voz alta—. Tengo otros deberes que cumplir. —Miro con curiosidad a Cordelia, enfundada en su pijama naranja.

Ausente, Vorkosigan garabateo su nombre al pie de la factura con un lapiz optico, la marco con el pulgar y se la entrego, todavia ligeramente hipnotizado por la plataforma llena de contenedores. Cordelia, morbosamente curiosa, camino alrededor de ellos tambien, inspeccionando los indicadores.

—El mas joven parece tener unas ocho semanas. El mayor tiene mas de cuatro meses. Debe de haber sido justo despues de que empezara la guerra.

—?Pero que hago con ellos? —murmuro el de nuevo. Cordelia nunca lo habia visto tan perdido.

—?Que se suele hacer con los bastardos de los soldados? Sin duda que la situacion se habra planteado antes, aunque tal vez no a esta escala.

—Normalmente abortamos a los bastardos. En este caso, parece que ya se ha hecho, en cierto modo. Tantos problemas… ?Esperan que los mantengamos con vida? ?Fetos flotantes, bebes en lata…?

—No se. —Cordelia suspiro, pensativa—. Que grupito tan triste de seres humanos rechazados son. Excepto que… si no hubiera sido por la gracia de Dios y el sargento Bothari, uno de esos ninos en lata podria haber sido mio y de Vorrutyer. O mio y de Bothari, en todo caso.

A el parecio enfermarlo la idea. Redujo la voz a un susurro y empezo de nuevo:

—?Pero que hago… que quieres que haga con ellos?

—?Me estas pidiendo que de las ordenes?

—Yo nunca… Cordelia, por favor… que modo honorable…

Debe de ser toda una conmocion descubrir de repente que estas embarazado, diecisiete veces, y a tu edad, penso ella. Reprimio el humor negro (el estaba claramente desorientado), y se apiado de su confusion.

—Cuida de ellos, supongo. No tengo ni idea de que implicara eso, pero… bueno, has firmado por ellos.

El suspiro.

—Cierto. Di mi palabra, en cierto modo. —Trato de analizar el problema en terminos familiares y encontro el equilibrio—. Mi palabra como Vorkosigan, de hecho. Cierto. Bien. Objetivo definido, plan de ataque propuesto… ahora podemos actuar.

Llego el cirujano, y se quedo de una pieza al ver la plataforma flotante.

—Que demonios… Oh, ya se lo que son. Nunca crei que iba a ver uno… —Paso los dedos por un contenedor, con una especie de ansia tecnica—. ?Son nuestros?

—Todos nuestros, segun parece —replico Vorkosigan—. Los escobarianos los enviaron.

El cirujano se echo a reir.

—Que gesto tan obsceno. Aunque supongo que es comprensible. ?Pero por que no eliminarlos?

—Por alguna idea civil sobre el valor de la vida humana, tal vez —dijo Cordelia acaloradamente—. Algunas culturas la tienen.

El cirujano alzo una ceja, pero no dijo nada, tanto por la total falta de diversion en el rostro de su comandante como por las palabras de ella.

—Aqui estan las instrucciones. —Vorkosigan le entrego el disco.

—Oh, bien. ?Puedo vaciar uno y analizarlo?

—No, no puede —dijo Vorkosigan friamente—. Di mi palabra, como Vorkosigan, de que se cuidaria de ellos. De todos ellos.

—?Como demonios han conseguido meterlo en esto? Oh, bien, ya conseguire uno mas tarde, tal vez… — Continuo examinando la chispeante maquinaria.

—?Tiene las instalaciones necesarias para solventar cualquier problema que pueda plantearse? —pregunto Vorkosigan.

—Demonios, no. Mil Imp seria el unico lugar. Y ni siquiera tienen departamento de obstetricia. Pero apuesto a que en Exploracion les encantara echar mano a estos bebes…

Cordelia tardo un confuso instante en darse cuenta de que se referia a los replicadores uterinos y no a su contenido.

—Tienen que ser atendidos dentro de una semana. ?Puede hacerlo aqui?

—No creo… —El cirujano introdujo el disco en el monitor de la mesa del secretario y empezo a repasarlo—. Debe de haber diez kilometros de instrucciones escritas… ah. No. No tenemos… no. Lastima, almirante. Me temo que esta vez tendra que tragarse su palabra.

Vorkosigan hizo una mueca, lobuna y sin humor.

—?Recuerda lo que le paso al ultimo hombre que dudo de mi palabra?

La sonrisa del cirujano se difumino, insegura.

—Esas son sus ordenes, entonces —continuo Vorkosigan, tenso—. Dentro de treinta minutos usted, personalmente, se marchara con estas… estas cosas en el correo rapido. Y llegara a Vorbarr Sultana en menos de una semana. Ira al Hospital Militar Imperial y requisara, por todos los medios que sean precisos, a los hombres y el equipo necesarios para… para completar el proyecto. Consiga una orden imperial si hace falta. Estoy seguro de que nuestro amigo Negri lo pondra en contacto. Encarguese de que los instalan, los atienden, e informeme.

—?No podremos llegar en menos de una semana! ?Ni siquiera en el correo!

—Lo hara en cinco dias, con impulso de seis puntos sobre la emergencia maxima. Si el ingeniero ha estado haciendo su trabajo, los motores no estallaran hasta llegar al nivel ocho. Es seguro. —Vorkosigan miro por encima del hombro—. Couer, reuna a la tripulacion del correo, por favor. Y que se ponga su capitan: quiero darle las ordenes personalmente.

El comodoro Couer alzo las cejas, pero se dispuso a obedecer.

El cirujano bajo la voz, sin dejar de mirar a Cordelia.

—?Es sentimentalismo betano en accion, senor? Un poco raro al servicio del emperador, ?no cree?

Vorkosigan sonrio, los ojos entornados, y contesto en el mismo tono.

—?Insubordinacion betana, doctor? Sera mejor que dedique sus energias a cumplir las ordenes en vez de idear excusas de por que no puede.

—Sera mucho mas facil abrir los contenedores. ?Y que va a hacer con ellos una vez esten… completados, o hayan nacido, o como quiera llamarlos? ?Puedo entender su deseo de impresionar a su novia, pero piense con prevision, senor!

Vorkosigan fruncio el ceno y gruno. El cirujano retrocedio. Vorkosigan enterro el grunido en un ruido para aclararse la garganta, y tomo aliento.

—Ese sera mi problema. Palabra. Su responsabilidad terminara ahi. Veinticinco minutos, doctor. Si llega a tiempo puede que le deje viajar en el interior de la lanzadera. —Esbozo una sonrisita blanca, elocuentemente agresiva—. Puede disfrutar de tres dias de permiso despues de que los instalen en Mil Imp, si quiere.

El cirujano se encogio de hombros, derrotado, y desaparecio para recoger sus cosas.

Cordelia lo miro, vacilante.

—?Lo hara bien?

—Oh, si, siempre tarda un poco en darle la vuelta a sus pensamientos. Para cuando lleguen a Vorbarr Sultana actuara como si el hubiera inventado el proyecto y los… replicadores uterinos. —La mirada de Vorkosigan regreso a la plataforma flotante—. Son las cosas mas extranas…

Entro un guardia.

—Perdoneme, senor, pero el piloto de la lanzadera escobariana pregunta por la capitana Naismith. Estan listos para despegar.

Couer hablo desde el monitor de comunicaciones.

—Senor, tengo en linea al capitan del correo.

Cordelia dirigio a Vorkosigan una mirada de indefensa frustracion, a la que el respondio con una pequena

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