posible encontrar los restos de nuestro campamento, ?podrias hacer que tu gente marcara la tumba? Tengo todos sus numeros y fechas. Maneje sus impresos de personal con bastante frecuencia, y me los se de memoria.

—Me encargare personalmente.

—Espera. —El hizo una pausa y ella extendio una mano. Sus gruesos dedos abarcaron los de ella; su piel era calida y seca, y la quemo—. Antes de ir a recoger al pobre teniente Illyan…

La tomo en sus brazos y se besaron, por primera vez, durante largo rato.

—Oh —murmuro ella despues—. Tal vez eso haya sido un error. Duele mucho cuando te paras.

—Bueno, dejame…

Su mano le acaricio amablemente el pelo, y luego desesperadamente se enredo en un mechon. Se besaron de nuevo.

—Esto… ?senor? —El teniente Illyan, que subia por el sendero, se aclaro ruidosamente la garganta—. ?Ha olvidado la conferencia de Estado Mayor?

Vorkosigan se separo de ella con un suspiro.

—No, teniente. No la he olvidado.

—?Puedo felicitarlo, senor? —sonrio.

—No, teniente.

Illyan dejo de sonreir.

—Yo… no comprendo, senor.

—No importa, teniente.

Continuaron caminando, Cordelia con las manos en los bolsillos, Vorkosigan con las suyas cruzadas a la espalda.

La mayoria de las mujeres de Escobar ya se habian marchado en lanzadera hacia la nave que llego para transportarlas a casa, a ultima hora de la tarde anterior, cuando un delgado guardia barrayares aparecio en la puerta del refugio preguntando por la capitana Naismith.

—Con los saludos del almirante, senora. Desea saber si le importaria comprobar los datos de la tumba que ha mandado hacer para su oficial. Esta en su despacho.

—Si, por supuesto.

—Cordelia, por el amor de Dios —susurro la teniente Alfredi—, no vayas sola.

—No pasa nada —respondio ella, impaciente—. Vorkosigan no es un problema.

—?No? ?Y que queria ayer?

—Ya te lo he dicho, hablar de la tumba.

—Eso no requiere dos horas enteras. ?Te das cuenta del tiempo que estuviste fuera? Vi como te miraba. Y tu… tu volviste con cara de muerta.

Cordelia ignoro sus preocupadas protestas, irritada, y siguio al amabilisimo guardia hasta las cavernas deposito. Las oficinas administrativas de las fuerzas de Barrayar en el planeta se encontraban en una de las camaras laterales. Tenian un cuidadoso aire de trabajo que sugeria la cercana presencia de oficiales del Alto Mando, y de hecho, cuando entraron en el despacho de Vorkosigan, con su nombre y rango brillando sobre la mugre que habia pertenecido a su predecesor, lo encontraron dentro.

Illyan, un capitan y un comodoro se agrupaban con el en torno a un terminal de ordenador, evidentemente enfrascados en alguna especie de reunion informativa. El se interrumpio para saludarla con un cuidadoso gesto de cabeza, al que ella respondio de igual manera.

Me pregunto si mis ojos parecen tan ansiosos como los suyos, penso Cordelia. El minueto de modales que ensayamos para ocultar nuestra intimidad a la muchedumbre no servira para nada si no ocultamos mejor nuestras miradas.

—Esta en la mesa del secretario, Cor… capitana Naismith. —El la dirigio con un gesto de la mano—. Examinelo. —Devolvio su atencion a sus oficiales.

Era una sencilla tableta de acero, un articulo militar barrayares estandar, y la ortografia, los numeros y las fechas estaban en orden. Ella la acaricio un instante. Desde luego, parecia duradera. Vorkosigan termino su reunion y se le acerco.

—?Esta bien?

—Bien. —Ella le dirigio una sonrisa—. ?Pudiste encontrar la tumba?

—Si, tu campamento es todavia visible desde el aire a baja altura, aunque otra estacion de lluvias lo destruira y…

La voz del oficial de guardia llego desde la puerta, donde habia una conmocion.

—Eso es lo que usted dice. Por lo que se, podrian ser bombas. No puede entrar ahi.

Otra voz respondio:

—Tiene que firmarlo personalmente. Esas son mis ordenes. Actuan ustedes como si hubieran ganado la maldita guerra.

El segundo hablante, un hombre con el uniforme rojo oscuro de los tecnicos medicos de Escobar, retrocedio en la puerta, seguido de una plataforma flotante de control que parecia una especie de extrano globo. Estaba cargada con grandes recipientes, cada uno de medio metro de altura, repletos de paneles de control y aperturas de acceso. Cordelia los reconocio de inmediato y se envaro, sintiendose asqueada. Vorkosigan parecia inexpresivo.

El tecnico se quedo mirando.

—Tengo una factura que requiere la firma personal del almirante Vorkosigan. ?Esta aqui?

Vorkosigan dio un paso al frente.

—Yo soy Vorkosigan. ?Que es esto, un…?

—Tecnomed —susurro Cordelia.

—?Tecnomed? —Vorkosigan termino la frase, aunque la exasperada mirada que le dirigio sugeria que aquella no era la pista que queria.

El tecnomed sonrio agriamente.

—Los devolvemos al remitente.

Vorkosigan camino alrededor de la plataforma.

—Si, ?pero que son?

—Todos sus bastardos —dijo el tecnomed.

Cordelia, al captar la autentica perplejidad en la voz de Vorkosigan, anadio:

—Son replicadores uterinos, hum, almirante. Contenidos en si mismos, con energia independiente… aunque necesitan ser observados…

—Todas las semanas —coincidio el tecnomed, viciosamente cordial. Mostro un disco de datos—. Les enviaron instrucciones con ellos.

Vorkosigan parecia anonadado.

—?Y que demonios voy a hacer con ellos?

—Crei que iba a hacer que nuestras mujeres respondieran a esa pregunta —replico el tecnomed, tenso y sarcastico—. Personalmente, sugeriria que los colgaran del cuello de sus padres. Los complementos geneticos paternos estan marcados en cada uno, asi que no deberia tener problemas para identificar a quien pertenecen. Firme aqui.

Vorkosigan tomo el clasificador de la factura, y lo leyo dos veces. Camino de nuevo despacio alrededor de la plataforma flotante, contando, con aspecto profundamente preocupado. Llego junto a Cordelia tras completar el circuito y murmuro:

—No sabia que se pueden hacer esas cosas.

—En casa las usan constantemente, para emergencias medicas.

—Deben de ser extraordinariamente complejas.

—Y caras tambien. Me sorprende… Tal vez no querian discutir si llevarselos o no a casa con algunas de las madres. Un par de ellas tenian sus dudas respecto a abortar. Esto os carga la culpa a vosotros. —Sus palabras parecian entrar en el como balas, y ella deseo haberlo expresado de otra manera.

—?Estan vivos ahi dentro?

—Claro. ?Ves todas las luces verdes? Placentas y demas. Flotan en el liquido amniotico, como en casa.

—?Se mueven?

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