escobarianos aprovechando la ventaja?

—No pueden. Hemos cerrado la salida del agujero de gusano.

—?Cerrado? ?No bloqueado?

El asintio.

—?Como demonios se cierra un agujero de gusano?

—En cierto modo, es una idea muy antigua. Naves de combate.

—?Eh?

—Se envia una nave dentro, se prepara una gran explosion materia-antimateria en un punto intermedio entre los nodulos. Eso produce una resonancia… nada mas puede pasar durante semanas, hasta que se agota.

Cordelia silbo.

—Astuto… ?por que no se nos ocurrio eso? ?Como sacan de alli al piloto?

—Tal vez por eso no se les ocurrio. No lo sacamos.

—Dios, vaya muerte. —Su vision del caso fue clara.

—Eran voluntarios.

Ella sacudio la cabeza, aturdida.

—Solo un barrayares… —Busco un tema menos espeluznante—. ?Hicieron muchos prisioneros?

—No muchos. Tal vez un millar en total. Dejamos unos once mil soldados en Escobar. Eso hace que sean ustedes muy valiosos, si queremos intentar canjearlos diez a uno.

La lanzadera de prisioneros era un aparato sin ventanillas, y ella la compartio con solo dos personas mas, uno de sus ayudantes de ingeniero y la escobariana de pelo oscuro que estaba en su celda. Su tecnico estaba ansioso por intercambiar historias, aunque no tenia mucho que contar. Se habia pasado todo el tiempo encerrado en una celda con sus otros tres companeros de nave, que habian sido trasladados el dia anterior.

La hermosa escobariana, una joven alferez que habia sido capturada cuando su nave quedo danada durante la lucha por el punto de salto a la Colonia Beta hacia mas de dos meses, tenia aun menos que contar.

—He debido perder el sentido del tiempo —dijo, incomoda—. No es dificil en esa celda, sin ver a nadie. Pero me desperte en la enfermeria, ayer, y no pude recordar como habia llegado alli.

Y si el cirujano era tan bueno como parecia, nunca lo recordaras, penso Cordelia.

—?Recuerda al almirante Vorrutyer?

—?Quien?

—No importa.

La lanzadera aterrizo por fin, y la compuerta se abrio. Una punzada de luz y una brisa de aire veraniego la recorrieron, aire dulce y verde que los hizo advertir de pronto que habian estado respirando fetidez durante dias.

—Guau, ?donde estamos? —dijo el tecnico, asombrado, y atraveso la compuerta, empujado por los guardias—. Es precioso.

Cordelia lo siguio, y se rio con fuerza, aunque no con alegria, al reconocerlo inmediatamente.

El campamento de prisioneros era una triple fila de refugios barrayareses, feos semicilindros grises rodeados de una pantalla de fuerza, emplazado en el fondo de un anfiteatro de un kilometro de ancho formado por bosques secos y una cascada, bajo un cielo turquesa. La tarde calida y tranquila hizo que Cordelia se sintiera como si nunca se hubiera marchado de alli.

Si, ahi estaba incluso la entrada al deposito subterraneo, sin camuflar ya, ampliado con una gran zona pavimentada para aterrizaje y descarga situada delante, repleta de lanzaderas y actividad. La cascada y la laguna habian desaparecido. Cordelia se giro, mientras caminaban, contemplando su planeta. Ahora que lo pensaba, parecia inevitable que acabaran aqui, bastante logico en realidad. Sacudio la cabeza con tristeza.

Ella y su joven acompanante escobariana fueron registradas y las condujeron a un refugio situado a medio camino en la fila, junto a un guardia bien vestido y sin expresion. Entraron en el refugio y lo encontraron ocupado por once mujeres, aunque en el lugar cabian cincuenta. Eligieron cama.

Las prisioneras veteranas, ansiosas de noticias, se les echaron encima. Una mujer regordeta de unos cuarenta anos restauro el orden y se presento.

—Soy la teniente Marsha Alfredi. Soy la oficial de mas alto rango en este refugio. Mientras haya orden. ?Saben que demonios esta pasando?

—Soy la capitana Cordelia Naismith. Fuerza Expedicionaria Betana.

—Gracias a Dios. Puedo pasarle el muerto a usted.

—Oh, vaya. —Cordelia suspiro—. Informeme.

—Ha sido un infierno. Los guardias son unos cerdos. De pronto, ayer por la tarde llego un grupo de oficiales barrayareses de alto rango. Al principio pensamos que buscaban mujeres para violar, como los ultimos que vinieron. Pero esta manana aproximadamente la mitad de los guardias habian desaparecido, los peores de todos, y fueron sustituidos por una tripulacion que parecia salida de un desfile. Y al jefe del campamento… no podia creerlo. ?Lo llevaron a la pista de aterrizaje para lanzaderas esta manana y lo fusilaron! ?Delante de todo el mundo!

—Ya veo —dijo Cordelia, casi en voz baja. Se aclaro la garganta—. Esto… ?no se han enterado todavia? Los barrayareses han sido expulsados por completo del espacio local escobariano. Probablemente ahora mismo estaran buscando una tregua formal y algun tipo de acuerdo.

Se produjo un silencio aturdido, y luego una explosion de jubilo. Algunas rieron, otras lloraron, otras se abrazaron, y otras se sentaron a solas. Algunas se marcharon a difundir la noticia a los refugios vecinos y de alli a todo el campamento. Pidieron a Cordelia mas detalles. Ella ofrecio un breve resumen de la lucha, dejando aparte sus hazanas y la fuente de su informacion. La alegria de las demas la hizo sentirse un poco mas feliz, por primera vez en dias.

—Bueno, eso explica por que los barrayareses han cambiado de repente —dijo la teniente Alfredi—. Supongo que antes no esperaban tener que dar la cara.

—Tienen un nuevo comandante —explico Cordelia—. Le preocupan los prisioneros. Ganen o pierdan, habria habido cambios con el al mando.

Alfredi no parecia convencida.

—?Si? ?Y quien es?

—Un tal comodoro Vorkosigan —dijo Cordelia, sin ningun enfasis.

—?Vorkosigan, el Carnicero de Komarr? Dios mio, ahora si que estamos perdidas. —Alfredi parecia realmente preocupada.

—Yo diria que ha tenido una adecuada muestra de buena fe en la pista de aterrizaje esta manana.

—Yo diria que eso solo demuestra que es un lunatico —dijo Alfredi—. El comandante ni siquiera participo en los abusos. No era el peor ni con diferencia.

—Era el hombre al mando. Si estaba al tanto de los abusos, tendria que haberlos detenido. Si no lo sabia, era un incompetente. Fuera como fuese, era responsable. —Cordelia, al oirse defender una ejecucion barrayaresa, se detuvo bruscamente—. No se. —Sacudio la cabeza—. No soy la guardiana de Vorkosigan.

El ruido de algo que parecia un motin llego desde el exterior, y su refugio fue invadido por una representacion de prisioneros, todos ansiosos por oir la confirmacion de los rumores de paz. Los guardias se retiraron al perimetro y dejaron que el nerviosismo se agotara solo. Cordelia tuvo que repetir su narracion, dos veces. Los miembros de su propia tripulacion, liderados por Parnell, llegaron desde la zona de los hombres.

Parnell se subio a un camastro para dirigirse a la multitud, gritando por encima de la alegre algarabia.

—Esta senora no lo esta contando todo. Uno de los guardias barrayareses me conto toda la historia. Despues de que nos llevaran a bordo de la nave insignia, se escapo y asesino personalmente al comandante barrayares, el almirante Vorrutyer. Por eso su avance se desplomo. ?Que la propia capitana Naismith nos lo cuente!

—Esa no es la verdadera historia —objeto ella, pero los gritos y vitores ahogaron sus palabras—. Yo no mate a Vorrutyer. ?Eh! ?Bajenme!

Su tripulacion, dirigida por Parnell, la habia aupado a hombros para pasearla por todo el campamento.

—?No es verdad! ?Basta! ?Agh!

Fue como intentar detener la marea con una cucharilla. La historia tenia demasiado atractivo para los

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