—Casi empiezo a comprenderlo. ?Pero por que no eliminarlo sin llamar la atencion? Sin duda que el emperador y su capitan Negri podrian haberlo conseguido, mejor que nadie.

—Se discutio la idea. Dios me ayude, incluso me ofreci voluntario para hacerlo yo, como alternativa a este… bano de sangre.

Hizo una pausa.

—El emperador se esta muriendo. Se ha quedado sin tiempo para esperar a que el problema se resuelva solo. Para el, intentar dejar la casa en orden se ha convertido en una obsesion.

»El problema es el hijo del principe. Solo tiene cuatro anos. Dieciseis anos es mucho tiempo para un gobierno regente. Con el principe muerto, Grishnov y todo el partido ministerial se aprovecharian del vacio de poder.

»No era suficiente matar al principe. El emperador considero que tenia que destruir a todo el partido de la guerra, de manera tan efectiva que no volviera a alzarse durante otra generacion. Y alli estaba yo, sopesando los problemas estrategicos con Escobar. Luego la informacion sobre los espejos de plasma llego a traves de la red de inteligencia de Negri. La inteligencia militar no tenia ese dato. Luego otra vez yo de por medio, con la noticia de que se habia perdido la sorpresa. ?Sabe que suprimio tambien parte de eso? Solo podia ser un desastre. Y alli estaban Grishnov, y el partido de la guerra, y el principe, todos en busca de gloria. El solo tuvo que hacerse a un lado y dejarlos que corrieran a su perdicion. —Vorkosigan arrancaba ahora la hierba a punados.

—Todo encajo tan bien que resultaba hipnotizante de pura fascinacion. Pero dificil. Incluso existia la posibilidad, dejando que los acontecimientos se desarrollaran por su cuenta, de que murieran todos menos el principe. Me colocaron donde el guion decia que debia estar. Para retar al principe y asegurarme de que estuviera en primera linea en el momento adecuado. De ahi esa escena que vio usted en mi camarote. Nunca perdi los nervios. Simplemente, estaba clavando otro clavo en el ataud.

—Supongo que el otro agente era… el cirujano jefe.

—En efecto.

—Que encantador.

—Pero no lo fue. —El se tendio en la hierba, contemplando el cielo turquesa—. Ni siquiera pude ser un asesino honrado. ?Recuerda cuando dije que queria entrar en politica? Creo que estoy curado de esa ambicion.

—?Que hay de Vorrutyer? ?Tenia que matarlo tambien?

—No. En el guion original era el chivo expiatorio. Despues del desastre, a el le habria tocado pedir disculpas al emperador por el fracaso, en el pleno sentido japones antiguo del termino, como parte del desplome general del partido de la guerra. A fin de cuentas era el consejero espiritual del principe, asi que no le envidie su futuro. Mientras me ponia la zancadilla, yo podia ver que el suelo se derrumbaba bajo sus pies. Eso lo sacaba de quicio. Siempre conseguia que perdiera los nervios. Cuando eramos jovenes, eso era un gran deporte para el. No podia comprender por que habia perdido la habilidad. —Sus ojos permanecieron enfocados en algun lugar del cielo azul, sin mirar a los de ella.

—En cualquier caso, su muerte salvo muchas vidas. Habria intentado continuar la lucha, para salvar su pellejo politico. Eso fue lo que me convencio al final. Pense que si estaba en el lugar adecuado en el momento oportuno, podria dirigir mejor la retirada que ningun otro miembro del Alto Mando.

—Asi que todos nosotros no somos mas que herramientas de Ezar Vorbarra —dijo Cordelia lentamente, asqueada—. Mi convoy y yo, usted, los escobarianos… incluso el viejo Vorrutyer. Y luego hablan de fervor patriotico y de ira justa. Todo una charada.

—Asi es.

—Me deja helada. ?Tan malo era el principe?

—De eso no habia duda. No abundare en los detalles de los informes de Negri… Pero el emperador dijo que si no se hacia ahora, todos intentariamos hacerlo nosotros mismos, dentro de cinco o diez anos, y probablemente meteriamos la pata y hariamos que mataran a nuestros amigos, todo en medio de una guerra civil a escala planetaria. El ha vivido ya dos. Esa es la pesadilla que le acecha. Un Caligula, o un Yuri Vorbarra, puede gobernar durante mucho tiempo, mientras los hombres buenos vacilan en hacer lo que es necesario para detenerlo, y los malvados se aprovechan.

»El emperador no escatima nada. Lee los informes una y otra vez… se los sabia casi al pie de la letra. Esto no era algo que tomarse a la ligera, ni desenfadadamente. No queria que muriera rodeado de verguenza, ?sabe? Fue el ultimo regalo que pudo hacerle.

Ella permanecio sentada, abrazada a sus rodillas, memorizando su perfil, mientras las suaves brisas de la tarde se arremolinaban en el bosque y agitaban la hierba dorada.

Vorkosigan volvio la cara hacia ella.

—?Me equivoque, Cordelia, al entregarme a esto? Si no hubiera ido, el emperador habria utilizado a otro. Siempre he intentado recorrer el camino del honor. ?Pero que se hace cuando todas las opciones son malas? Accion vergonzante, inaccion vergonzante, todos los caminos conducen a un bosque de muerte.

—?Me esta pidiendo que lo juzgue?

—Alguien debe hacerlo.

—Lo siento. Puedo amarlo. Puedo sentir pena por usted, o con usted. Puedo compartir su dolor. Pero no puedo juzgarlo.

—Ah. —El se tumbo boca abajo y contemplo el campamento—. Hablo demasiado con usted. Si mi cerebro me librara alguna vez de la realidad, creo que seria un loco de los que charlan sin parar.

—No habla asi con nadie mas, ?verdad? —pregunto ella, alarmada.

—?Santo Dios, no! Usted es… usted es… no se lo que es. Pero lo necesito. ?Se casara conmigo?

Ella suspiro y apoyo la cabeza en sus rodillas, retorciendo un tallo de hierba entre los dedos.

—Te quiero. Supongo que lo sabes. Pero no puedo aceptar a Barrayar. Barrayar devora a sus hijos.

—No todos son esos malditos politicos. Algunas personas viven sus vidas practicamente ignorandolos.

—Si, pero tu no eres una de esas personas.

El se sento.

—No se si podria conseguir un visado para la Colonia Beta.

—Me temo que este ano no. Ni el siguiente. Todos los barrayareses son considerados criminales de guerra en este momento. Politicamente hablando, no hemos tenido tanto revuelo en anos. Todos estan un poco embriagados ahora mismo. Y luego esta lo de Komarr.

—Ya veo. Tendria problemas para conseguir trabajo como instructor de judo, entonces. Y dificilmente podria escribir mis memorias, considerando como estan las cosas.

—Ahora mismo creo que tendrias problemas para evitar que te lincharan. —Ella le miro a la cara. Un error: se le encogio el corazon—. Tengo… tengo que ir a casa, durante algun tiempo. Ver a mi familia, y pensar en paz y con tranquilidad. Tal vez podamos llegar a alguna solucion alternativa. Podemos escribirnos, de todas formas.

—Si, supongo que si.

El se incorporo y la ayudo a levantarse.

—?Donde estaras, despues de esto? Has recuperado tu rango.

—Bueno, voy a terminar de hacer todo este trabajo sucio. —Indico el campamento de prisioneros con un gesto de la mano, y por implicacion toda la aventura de Escobar—. Luego, creo que tambien me ire a casa. Y me emborrachare. Ya no puedo seguir sirviendolo. Me ha usado hasta el fondo con esta historia. La muerte de su hijo, y de los cinco mil hombres que lo escoltaron hasta el infierno, ya siempre se interpondra entre nosotros. Vorhalas, Gottyan…

—No te olvides de los escobarianos. Y de unos pocos betanos tambien.

—Los recordare.

Caminaron juntos sendero abajo.

—?Hay algo que necesites en el campamento? He intentado encargarme de que se proporcionara de todo, dentro de nuestro limite de suministros, pero puede que se me haya pasado algo por alto.

—El campamento parece estar bien ahora. No necesito nada especial. Lo unico que nos hace falta de verdad es irnos a casa. No, ahora que lo pienso, quiero un favor.

—Pidelo —dijo el ansiosamente.

—La tumba del teniente Rosemont. No tiene lapida. Puede que yo nunca regrese alli. Mientras aun sea

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