con ella, ?verdad, Cordelia?
Cordelia hizo una mueca, helada.
—Permitame que lo deje claro. Lo que me estan diciendo es que, si no puedo contentar a mi loquero, nunca volvere a poner un pie en una nave de Exploracion. Ni puesto de ma-mando… ni trabajo.
—Es… una forma muy brusca de expresarlo. Pero ya sabe que para trabajar en Exploracion, con pequenos grupos de personas aisladas juntas durante largos periodos de tiempo, los perfiles psiquicos son de absoluta importancia.
—Si, lo se… —Forzo sus labios a ofrecer una sonrisa—. Co-cooperare. Cla-claro.
13
—Bien —dijo la doctora Mehta, colocando su caja sobre una mesa del apartamento de los Naismith—, esto es un metodo de monitorizacion en absoluto molesto. No sentira usted nada, no le hara nada, excepto darme a mi las pistas sobre que temas son de importancia subconsciente para usted. —Hizo una pausa para tragar una capsula, y anadio—: Alergia. Disculpeme. Considerelo como un zahori emocional en busca de las corrientes enterradas de la experiencia.
—Para decirle donde tiene que cavar el pozo, ?eh?
—Exactamente. ?Le importa si fumo?
—Adelante.
Mehta encendio un cigarrillo aromatico y lo deposito con desenfado en un cenicero que habia traido consigo. El humo revoloteo hacia Cordelia; ella entorno los ojos al percibir su olor acre.
—Empecemos por una base de datos —dijo Mehta—. Julio.
—?Se supone que tengo que decir agosto o algo?
—No, no es un test de asociacion libre: la maquina hara el trabajo. Pero puede hacerlo, si lo desea.
—Esta bien.
—Doce.
—Muerte.
—Nacimiento.
Mehta movio el cenicero un poco a la izquierda. No sirvio de nada: el malestar empeoro, de hecho.
—Sexo.
—Diecisiete.
La doctora Mehta fruncio el ceno ante sus indicadores, dubitativa.
—?Diecisiete? —repitio.
—Almirante Vorrutyer.
Mehta ajusto otro dial, fruncio de nuevo el ceno, lo volvio.
—Almirante Vorkosigan.
Mehta miro su cronometro, y se inclino hacia delante con gran atencion.
—Hablemos del almirante Vorkosigan.
—?Que pasa con el?
—Trabaja mucho en su seccion de Inteligencia, ?lo sabe?
—No lo creo. Su especialidad principal parece ser la de tactico de Estado Mayor… cuando no esta en patrulla de servicio.
—El Carnicero de Komarr.
—Eso es una maldita mentira —dijo Cordelia automaticamente, y deseo de inmediato no haber hablado.
—?Quien le ha dicho eso? —pregunto Mehta.
—El.
—El. Ah.
—?Que prueba le ofrecio?
—Su palabra, supongo. Su honor.
—Bastante intangible. —Tomo nota otra vez—. ?Y le creyo usted?
—Si.
—?Por que?
—Parecia… coherente con lo que vi de su caracter.
—Fue usted prisionera suya durante seis dias en aquella mision de Exploracion, ?verdad?
—Eso es.
Mehta dio un golpecito con su lapiz optico y dijo «mm», de modo ausente, mirando a traves de ella.
—Parece bastante convencida de la sinceridad de ese Vorkosigan. ?No cree que le haya mentido nunca, entonces?
—Bueno… si, pero despues de todo, yo era una oficial enemiga.
—Sin embargo, parece aceptar sus palabras sin cuestionar nada.
Cordelia trato de explicarse.
—La palabra de un hombre es en Barrayar algo mas que una vaga promesa, al menos para los tipos a la antigua usanza. Cielos, es incluso la base de su gobierno, juramentos de fidelidad y todo eso.
Mehta silbo sin sonido.
—?Aprueba usted su forma de gobierno ahora?
Cordelia se agito, incomoda.
—No exactamente. Estoy empezando a comprenderla un poco, eso es todo. Podria funcionar, supongo.
—Asi que ese asunto de la palabra de honor… ?cree que el nunca la rompe?
—Bueno…
—La rompe, entonces.
—Lo he visto hacerlo. Pero el coste fue enorme.
—La rompe por un precio, entonces.