haciendo oscilar las piernas con golpes ausentes contra el costado del sofa, hasta que su madre llego a casa con la cena. Al dia siguiente dejo el apartamento temprano y dio un paseo al azar por la ciudad, y no regreso hasta por la noche, muy tarde.

Esa noche, en su cansancio y soledad, se sento a escribir su primera carta a Vorkosigan. Rompio a la mitad el primer borrador, cuando se dio cuenta de que su correo probablemente seria leido por otros ojos, quiza los de Illyan. El segundo borrador fue mas neutral. Lo escribio a mano, en papel, y como estaba sola lo beso antes de sellarlo, y luego sonrio sin alegria por haberlo hecho. Enviar una carta en papel a Barrayar costaba mucho mas que una electronica, pero el la apreciaria, como ella. Era lo mas cercano a una caricia que podian conseguir.

A la manana siguiente Mehta la llamo temprano a la comconsola para decirle a Cordelia alegremente que podia relajarse; habia ocurrido algo y su sesion de la tarde quedaba cancelada. No hizo ninguna referencia a la escapada de Cordelia de la tarde anterior.

Cordelia se sintio aliviada al principio, hasta que empezo a pensar al respecto. Solo para asegurarse, volvio a ausentarse de casa. El dia podria haber sido agradable, a excepcion de un encontronazo con algunos periodistas que acechaban en torno al apartamento, y el descubrimiento a media tarde de que la seguian dos hombres con sarong civil muy sospechosos. Los sarongs eran la ultima moda del ano anterior; aquel ano era la pintura corporal exotica y caprichosa. Cordelia, vestida con su viejo uniforme pardo de Exploracion los perdio colandose en un sensoespectaculo porno. Pero volvieron a aparecer mas tarde cuando visitaba el Zoo de Silicio.

A la hora que Mehta senalo, la tarde siguiente, llamaron a la puerta. Cordelia se levanto a abrirla, reacia. ?Como voy a enfrentarme a ella hoy?, se pregunto. Me estoy quedando sin inspiracion. Estoy tan cansada…

El estomago se le vino a los pies. ?Y ahora que? En la puerta estaban Mehta, el comodoro Tailor y un fornido tecnomed. Este tipo, penso Cordelia, observandolo, si que parece capaz de manejar a Bothari. Retrocediendo un poco, los dejo entrar en el saloncito de su madre, quien se retiro a la cocina a preparar cafe.

El comodoro Tailor se sento y se aclaro nervioso la garganta.

—Cordelia, tengo que decirle algo que me temo sera un poco doloroso.

Cordelia se sento sobre el brazo de un sillon e hizo oscilar la pierna de un lado a otro, mostrando los dientes con lo que esperaba que fuera una sonrisa apacible.

—Si-sigue con el trabajo sucio, ?eh? Una de las alegrias del mando. Adelante.

—Vamos a tener que pedirle que acceda a ser hospitalizada para ser sometida a nueva terapia.

?Santo Dios, alla vamos! Los musculos de su vientre temblaron bajo la camisa; era una camisa suelta, tal vez no se dieran cuenta.

—?Si? ?Por que? —pregunto con indiferencia.

—Nos tememos… nos tememos muy mucho que la programacion mental a la que la sometieron los barrayareses fue mucho mas extensa de lo que nadie esperaba. Nosotros creemos, de hecho… —Hizo una pausa y tomo aliento—. Han intentado convertirla en su agente.

?Era un «nosotros» editorial o imperial, Bill?

—?Lo intentaron o tuvieron exito?

—Nuestra opinion esta dividida en ese…

Advertid, ninos, como evita capciosamente el uso del «yo» de la responsabilidad personal; sugiere el peor «nosotros» de todos, el «nosotros» culpable… ?Que demonios estan planeando?

—… pero esa carta que envio usted anteayer al almirante barrayares, Vorkosigan… Pensamos que deberia tener una oportunidad para explicarse, primero.

—Y-ya veo.

?Se han atrevido!

—No es una ca-carta oficial. ?Como podria serlo? Saben que Vorkosigan esta retirado ahora. Pero tal vez —su mirada taladro a Tailor—, puedan explicarme con que derecho estan interceptando y leyendo mi correo privado.

—Emergencia de seguridad. Por la guerra.

—La guerra ha terminado.

El parecio incomodo por eso.

—Pero el espionaje continua.

Probablemente era cierto. Ella se habia preguntado a menudo como llego a enterarse Ezar Vorbarra de la existencia de los espejos de plasma, que hasta la guerra era el secreto armamentistico mejor guardado del arsenal betano. Su pie daba golpecitos nerviosamente. Lo detuvo.

—Mi carta. —Mi corazon, en papel, el papel envuelve a la piedra… Mantuvo la voz fria—. ?Y que descubrieron por mi carta, Bill?

—Bueno, ese es el problema. Hicimos que nuestros mejores criptografos y nuestros mas avanzados programas informaticos trabajaran durante casi dos dias enteros. Analizaron hasta la estructura molecular del papel. Sinceramente —miro irritado a Mehta—, no estoy convencido de que encontraran nada.

No, penso Cordelia, no lo encontraran. El secreto estaba en el beso. Algo no sujeto al analisis molecular. Suspiro sombria.

—?La enviaron, despues de terminar?

—Bueno… me temo que no quedo gran cosa.

Las tijeras cortan el papel…

—No soy ninguna agente. Le do-doy mi palabra.

Mehta alzo la cabeza, alerta.

—A mi me cuesta trabajo creerlo —dijo Taylor.

Cordelia trato de sostener su mirada; el aparto la suya. Lo crees, penso ella.

—?Que pasa si me niego a ser ingresada?

—Entonces, como oficial en jefe, debo ordenarle que lo haga.

Te vere en el infierno primero… no. Debo permanecer tranquila, seguir hablando, tal vez pueda salir de esta.

—?Aunque vaya en contra de mis consideraciones privadas?

—Se trata de un serio asunto de seguridad. Me temo que no admite consideraciones privadas.

—?Oh, venga ya! Incluso el capitan Negri ha admitido consideraciones privadas, segun dicen.

Habia dicho algo equivocado. La temperatura de la habitacion bajo de golpe.

—?Como conoce al capitan Negri? —dijo Tailor, con voz helada.

—Todo el mundo ha oido hablar del capitan Negri. —Ellos la estaban mirando—. ?Oh, ve-venga ya! Si yo fuera una agente de Negri, ustedes nunca lo sabrian. ?No es tan inepto!

—Al contrario —dijo Mehta con tono entrecortado—, creemos que es tan bueno que usted nunca lo sabria.

—?Chorradas! —dijo Cordelia, disgustada—. ?Como ha llegado a esa conclusion?

Mehta contesto literalmente.

—Mi hipotesis es que esta usted siendo controlada, inconscientemente, tal vez, por ese siniestro y enigmatico almirante Vorkosigan. Que su programacion comenzo durante su primer cautiverio y fue completada, probablemente, durante la ultima guerra. Estaba usted destinada a ser la cabecilla de una nueva red de inteligencia barrayaresa aqui, para sustituir a la que fue desmantelada. Un topo, tal vez, puesto en su sitio y que permanecera desactivado durante anos, hasta que se presente una situacion critica…

—?Siniestro? —interrumpio Cordelia—, ?Enigmatico? Aral. Me dan ganas de reir.

Me dan ganas de llorar…

—Obviamente es su control —dijo Mehta, complaciente—. Al parecer ha sido programada para obedecerle sin discusion.

—No soy un ordenador. —Tump, tump, hizo su pie—. Y Aral es la unica persona que nunca me ha constrenido. Una cuestion de honor, creo.

—?Ve? —dijo Mehta. A Tailor, no a Cordelia—. Todas las pruebas senalan en una direccion.

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