—Ahora. ?Cuantos? ?Donde?

—?No, de verdad!

—Beba un poco mas.

En su siguiente inspiracion, Mehta jadeo:

—?No sera capaz de matarme!

—Diagnostique, doctora —susurro Cordelia—. ?Soy una mujer cuerda haciendose pasar por loca, o soy una loca fingiendo estar cuerda? ?Desarrolle agallas!

Su voz se alzo incontrolablemente. Empujo de nuevo a Mehta al agua y descubrio que ella misma contenia la respiracion. ?Y si tiene razon y yo estoy equivocada? ?Y si soy una agente y no lo se? ?Como se distingue una copia del original? La piedra aplasta las tijeras…

Tuvo una vision, los dedos temblando, en la que sujetaba la cabeza de la mujer bajo el agua hasta que su resistencia se agotaba, hasta que la inconsciencia se apoderaba de ella y era imposible rescatarla de la muerte cerebral. Poder, oportunidad, voluntad… no carecia de nada. Asi que esto es lo que Aral sintio en Komarr, penso. Ahora comprendo… no. Ahora se.

—?Cuantos? ?Donde?

—Cuatro —croo Mehta. Cordelia se derritio de alivio—. Dos ante el vestibulo. Dos en el garaje.

—Gracias —dijo Cordelia, automaticamente cortes; pero su garganta era apenas una rendija y apretujaba sus palabras hasta convertirlas en una mancha de sonido—. Lo siento…

No pudo decir si Mehta, livida, oyo o comprendio. El papel envuelve la piedra…

La ato y la amordazo como habia visto a Vorkosigan hacerle a Gottyan. La empujo detras de la cama, donde no pudieran verla desde la puerta. Se metio en los bolsillos tarjetas bancarias, carnets de identidad, dinero. Abrio la ducha.

Se acerco de puntillas a la puerta del dormitorio, respirando entrecortadamente por la boca. Vacilo un minuto, solo un minuto, para recuperar la compostura, pero Tailor y el tecnomed se habian ido. A la cocina a por cafe, probablemente. No se atrevio a arriesgarse a asomarse para oir sus pasos.

?No, Dios…! Tailor estaba de pie en la puerta de la cocina, llevandose una taza de cafe a los labios. Ella se quedo inmovil, el se detuvo y se miraron mutuamente.

Cordelia advirtio que sus ojos debian de ser tan grandes como los de un animal nocturno. Nunca podia controlar sus ojos.

La boca de Tailor se retorcio extranamente, observandola. Luego, despacio, alzo la mano izquierda y la saludo. La mano incorrecta, pero con la otra sujetaba el cafe. Tomo un sorbo, la mirada fija en el borde de la taza.

Cordelia se puso gravemente firmes, devolvio el saludo y salio silenciosa del apartamento.

Encontro a un periodista y su vidman en el pasillo, uno de los mas persistentes y molestos, advirtio con terror, el mismo que habia expulsado el dia anterior del edificio. Le sonrio, mareada por la ansiedad, como un paracaidista que salta al aire.

—?Todavia quiere hacer esa entrevista?

El pico el anzuelo.

—Tranquilo. Aqui no. Me estan vigilando. —Bajo la voz, en tono conspirador—. El Gobierno ha preparado una tapadera. Lo que se podria hacer volar por los aires la Administracion. Cosas sobre las prisioneras. Usted podria… labrarse una reputacion.

—?Donde, entonces? —El estaba ansioso.

—?Que tal en el espaciopuerto? Tienen un bar tranquilo. Lo invitare a una copa, y podremos… planear nuestra campana.

El tiempo se marcaba en su cerebro. Esperaba que la puerta del apartamento de su madre se abriera de un momento a otro.

—Pero es peligroso. Hay dos agentes del Gobierno en el vestibulo y otros dos en el garaje. Tengo que salir sin que me vean. Si supieran que estoy hablando con usted, tal vez no tenga una oportunidad para una segunda entrevista. Nada espectacular: solo una tranquila desaparicion en la noche, y un rumor sobre «pruebas medicas». ?Sabe lo que quiero decir?

Estaba bastante segura de que no: sus noticias en los medios trataban principalmente de fantasias sexuales, pero pudo ver la vision de la gloria periodistica creciendo en su rostro.

El se volvio hacia el vidman.

—Jon, dale tu chaqueta, tu sombrero y tu holovid.

Ella se recogio el pelo por dentro del sombrero de ala ancha, oculto su uniforme bajo la chaqueta, y cargo con el vid. Subieron en el tubo elevador hasta el garaje.

Habia dos hombres con uniformes azules esperando junto a la salida. Cordelia se coloco el vid al hombro, medio ocultando su rostro con el brazo, cuando pasaron ante ellos camino del vehiculo de tierra del periodista.

En el bar del espaciopuerto ella pidio las bebidas y le dio un largo sorbo a la suya.

—Ahora mismo vuelvo —prometio, y lo dejo alli sentado con el licor sin pagar delante.

La siguiente parada fue el ordenador de los billetes. Pulso solicitando el horario. No salian naves de pasajeros con destino a Escobar durante al menos seis horas. Demasiado tiempo. El espaciopuerto seria sin duda uno de los primeros sitios donde buscarian. Una mujer con el uniforme del espaciopuerto paso ante ella. Cordelia la abordo.

—Perdoneme. ?Podria ayudarme a encontrar informacion sobre los horarios de los cargueros privados, o alguna otra nave privada que vaya a partir pronto?

La mujer fruncio el ceno y luego sonrio al reconocerla de repente.

—?Usted es la capitana Naismith!

El corazon le dio un brinco y redoblo con fuerza. No… tranquila…

—Si. Hum… La prensa me lo ha estado poniendo dificil. Estoy segura de que me entiende. —Cordelia le dirigio a la mujer una mirada que la ascendia a un circulo intimo—. Quiero hacerlo sin llamar la atencion. ?Podemos ir a una oficina? Se que usted no es como ellos. Respeta la intimidad. Puedo verlo en su cara.

—?Puede? —La mujer estaba halagada y nerviosa, y guio a Cordelia. En su oficina, tuvo acceso a los horarios de control de trafico, y Cordelia los estudio rapidamente.

—Mm. Esta parece bien. Parte para Escobar dentro de una hora. ?Sabe usted si el piloto ha subido ya a bordo?

—Ese carguero no puede llevar pasajeros.

—Eso es. Solo quiero hablar con el piloto. Personalmente. Y en privado. ?Puede llamarlo por mi?

—Lo intentare.

Y tuvo exito.

—Se reunira con usted en el Muelle de Atraque 21. Pero tendra que darse prisa.

—Gracias. Um… Sabe, los periodistas me han estado haciendo la vida imposible. No se detienen ante nada. Incluso hay una pareja que ha llegado a ponerse el uniforme de la Fuerza Expedicionaria para intentar abordarme. Se hacen llamar capitana Mehta y comodoro Tailor. Una autentica lata. Si alguno de ellos viene husmeando, ?cree que podria olvidar que me ha visto?

—Vaya, claro, capitana Naismith.

—Llameme Cordelia. ?Es usted de primera! ?Gracias!

El piloto era muy joven, dedicado a adquirir experiencia con los cargueros antes de pasar a las responsabilidades mayores de las naves de pasajeros. Tambien la reconocio, y enseguida le pidio un autografo.

—Supongo que se estara preguntando por que ha sido elegido —empezo a decir Cordelia mientras se lo firmaba, sin la menor idea de adonde iba a parar, pero con la impresion de que parecia el tipo de persona que nunca ha ganado un premio en la vida.

—?Yo, senora?

—Creame, los de seguridad revisaron su vida de cabo a rabo. Es usted digno de confianza. Eso es lo que es. Realmente digno de confianza.

—Oh… ?No pueden haber descubierto lo de la cordolita! —El sentido de la alarma lucho con la respuesta a

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