— Es duro ser nadie en un sitio como este — observo Miles —. Todo el mundo tiene un numero, todo el mundo tiene un lugar asignado; no hay muchos intersicios para ser nadie. Debe de requerir mucho esfuerzo e ingenio.

— Tu lo has dicho — contesto Baz con la boca llena de carpa —. Este es el peor lugar que jamas he visto, uno tiene que estar mudandose todo el tiempo.

— Ciertamente sabras — dijo Miles con indecision — que la Embajada de Barrayar te ayudara a volver a casa, si asi lo quieres. Por supuesto, tendras que pagar el viaje despues, y son sumamente estrictos en cuanto al cobro, no estan en el negocio de brindarles paseos gratis a los autoestopistas; pero si realmente estas en problemas…

— ?No! — Fue casi un grito que provoco un debil eco por todo el enorme solar. Baz bajo la voz, avergonzado —. No, no quiero volver a casa. Tarde o temprano conseguire algun trabajo en el puerto de transbordadores y me embarcare a un sitio mejor. Tiene que aparecer algo pronto.

— Si quieres trabajo — dijo Hathaway ansiosamente —, todo lo que tienes que hacer es registrarte en…

— Conseguire algo por mis propios medios — le interrumpio asperamente Baz.

Las piezas estaban poniendose en su lugar.

— Baz no desea registrarse en ningun lado — le explico Miles a Hathaway con un tono friamente didactico —. Hasta el momento, Baz es algo que crei imposible en Colonia Beta. Es un hombre que no esta aqui. Paso los radares cruzo la red de informacion sin una sola senal de presencia. Nunca llego, nunca paso por la aduana y apuesto a que utilizo un truco endiabladamente habil; en lo que concierne a los ordenadores, no ha comido, dormido o comprado nada ni esta registrado ni tiene credito… y preferiria morirse de hambre antes que arreglar su situacion.

— Por el amor de Dios, ?por que? — pregunto Hathaway.

— Desertor — dijo laconicamente Bothari desde lo alto —. He visto antes esa pinta.

Miles asintio.

— Creo que ha dado en el clavo, sargento.

Baz se levanto de un salto.

— ?Eres del Servicio de Seguridad! ?Bastardo retordico…!

— Sientate — le invalido Miles, sin perturbarse —. Yo no soy nadie, ni siquiera soy tan bueno en eso como tu.

Baz vacilo. Miles le estudio con gesto serio; todo el placer de la excursion se diluyo en un bano de fria ambiguedad, de golpe.

— No me imagino… ?Asistente?, no. ?Teniente?

— Si — contesto hoscamente el hombre.

— Un oficial. Si. — Miles se mordio el labio, turbado ahora —. ?Fue en plena batalla?

Baz hizo una mueca y contesto esquivo:

— Tecnicamente.

— Hm.

Un desertor. Extrano, mas alla de toda comprension, el que un hombre cambiase el envidiado esplendor del Servicio por el gusano del miedo, instalado en su vientre como un parasito. ?Escapaba de un acto de cobardia?, ?de algun otro delito?, ?o de un error, de alguna horrible, fatal equivocacion? Tecnicamente, Miles tenia el deber de ayudar al Servicio de Seguridad en la captura del sujeto; pero no habia venido aqui esta noche para ayudar al hombre, no para destruirle…

— No entiendo — dijo Hathaway —. ?Cometio algun delito?

— Si, uno muy grave: desercion en el fragor de la batalla — contesto Miles —. Si le extraditan, la pena sera de confinamiento.

— No parece tan terrible — comento Hathaway, encogiendo los hombros —. Ha estado en mi centro de reciclaje durante dos meses. Dificilmente seria peor…

— No seria para encerrarle — continuo Miles —, sino para descuartizarle. Cortarle en cuatro.

Hathaway le miro azorado.

— ?Pero eso le mataria! — Miro a su alrededor y languidecio ante la exasperada y unificada mirada de los tres barrayanos.

— Betanos — dijo Baz con disgusto —. No aguanto a los betanos.

Hathaway murmuro algo en voz baja; Miles alcanzo a oir «barbaros sedientos de sangre».

— Entonces, si no sois del Servicio de Seguridad — concluyo Baz, sentandose nuevamente —, bien podeis marcharos. No hay nada que podais hacer por mi.

— Voy a tener que hacer algo — dijo Miles.

— ?Por que?

— Me… me temo que, sin darme cuenta, te he hecho un flaco favor, senor…, senor… Podrias decirme tu nombre, de paso.

— Jesek.

— Senor Jesek. Mira, yo mismo estoy bajo vigilancia de Seguridad; al venir, he puesto tu situacion en peligro. Lo siento.

Jesek palidecio.

— ?Por que te vigila a ti el Servicio de Seguridad?

— No es el Servicio de Seguridad Imperial, me temo.

El desertor perdio el aliento; su rostro se agoto completamente. Se inclino hacia adelante y apoyo la cabeza en las rodillas, como para contrarrestar el desvanecimiento. Un sordo susurro:

— Por Dios… — Miro a Miles —. ?Que has hecho tu, muchacho?

Miles dijo asperamente:

— ?No le he hecho a usted esa pregunta, senor Jesek!

El desertor mascullo una disculpa. No puedo dejar que sepa quien soy, penso Miles, o se ira disparado y correra directo a mi supuesta red de Seguridad; incluso, tal como es, el teniente Croye o sus serviles del equipo de Seguridad de la Embajada van a empezar a investigar a este hombre. Se pondran locos cuando descubran que es el hombre invisible. A mas tardar manana, si le practican el control de rutina. Habre matado a este hombre; ?no!

— ?Que hacias antes en el Servicio? — tanteo Miles para ganar tiempo y pensar.

— Era asistente de un ingeniero.

— ?Construcciones? ?Sistemas de armamento?

La voz del hombre se afianzo.

— No, motores de naves de salto. Algunos sistemas de armamentos. Intento conseguir un trabajo tecnico en cargueros privados, pero la mayor parte del equipamiento en el que estoy entrenado es obsoleto en este sector. Motores de impulso armonico, por color Necklin; dificil de obtener. Tengo que alejarme de los principales centros economicos.

Un sonoro «?Hm!» escapo de los labios de Miles.

— ?Entiendes algo de cargueros RG?

— Seguro. Trabaje en un par de ellos, pero ahora ya no quedan.

— No exactamente. — Una disonante agitacion estremecio a Miles —. Conozco uno. Estara realizando un vuelo pronto, si puedo conseguir cargamento y tripulacion.

Jesek le miro suspicazmente.

— ?Vas a algun lugar que no tenga tratado de extradicion con Barrayar?

— Tal vez.

— Mi Senor — la voz de Bothari temblaba de agitacion —, no estara considerando asilar a este desertor, ?no?

— Bueno… — La voz de Miles era suave —. Tecnicamente, yo no se que el es un desertor; solo he oido algunos argumentos.

— El lo ha admitido.

— Una bravata, quizas. Esnobismo a la inversa.

— ?Quiere convertirse en otro lord Vorloupulous? — pregunto friamente Bothari.

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