Miles giro la cabeza, mirando del reves el rostro preocupado de Elena, y sonrio debilmente como para tranquilizarla. Remolinos brillantes, negros y purpuras, le nublaban la vision.

La risa de Mayhew se evaporo.

— Dios mio — dijo consternado —, ?quiere decir que es asi todo el tiempo?

8

Miles apago el soldador y se quito las gafas de proteccion. Hecho. Miro otra vez con orgullo la prolija soldadura que sellaba el ultimo falso tabique. Si no puedo ser soldado, penso, puedo tener futuro como asistente de ingeniero. Por el momento, ser enano tiene su utilidad… Grito por detras de su hombro:

— Ya puedes sacarme.

Unas manos aferraron sus botas por los tobillos y le sacaron fuera del incomodo espacio.

— Prueba tu caja negra ahora, Baz — sugirio, sentandose y estirando sus musculos acalambrados.

Daum miro ansiosamente por encima del hombro del ingeniero cuando este empezo, una vez mas, a imitar los procedimientos de inspeccion. Jesek caminaba de una punta a otra junto al compartimiento, controlando. Al fin, por primera vez en siete ensayos, todas las luces del instrumento permanecieron verdes.

Una sonrisa ilumino su rostro fatigado.

— Creo que lo hemos logrado. Segun esto, detras de esta pared no hay nada, salvo otra pared.

Miles sonrio a Daum.

— Le di mi palabra de que juntos lo hariamos a tiempo, ?no?

Daum devolvio otra sonrisa, aliviado.

— Tiene suerte de no ser dueno de una nave mas veloz.

Sono el intercomunicador de la bodega.

— E, mi senor — llamo Mayhew. Tenia un matiz que sobresalto instantaneamente a Miles.

— ?Problemas, Arde?

— Estaremos llegando al salto de Tau Verde en unas dos horas. Aqui fuera hay algo que creo que el mayor y usted deberian ver.

— ?Mercenarios? ?De este lado de la salida? No tienen autoridad legal…

— No, es una baliza, de algun tipo. — Mayhew parecia claramente descontento —. Si esperaban esto, creo que podian habermelo dicho…

— Vuelvo en unos minutos, Baz — prometio Miles —, y te ayudaremos a reordenar la carga mas artisticamente. Tal vez podriamos apilar algo contra la primera soldadura que hice.

— No esta tan mal — le aseguro Jesek —. He visto trabajos profesionales menos prolijos.

En la sala de navegacion, Miles y Daum encontraron a Mayhew mirando, aflligido, un mensaje en la pantalla.

— ?Que es, Arde? — pregunto Miles.

— Una baliza oserana de advertencia. Tienen que ponerla para las rutas mercantes regulares, se supone que para prevenir accidentes y malentendidos en caso de que alguien no sepa lo que esta pasando al otro lado…, pero esta vez hay un impreviso. Escuchen esto.

Conecto el audio.

— Atencion. Atencion. A todas las naves comerciales, militares o diplomaticas que proyectan entrar al espacio local de Tau Verde, advertencia. Estan entrando a un area milita restringida. Todo el trafico que entre, sin excepcion, esta sujeto a registro y embargo por contrabando. La no cooperacion sera interpretada como hostil; y la nave, sujeta a confiscacion o destruccion sin mas aviso. Proceden a su propio riesgo.

»Al llegar al espacio local de Tau Verde, todas las naves seran abordadas para inspeccion. Los pilotos de salto quedaran detenidos, desde ese momento, hasta que la nave finalice su contacto con Tau Verde IV y retorne al punto de salto. Los pilotos obtendran el permiso de volver a su nave al finalizar la inspeccion de salida…

— Rehenes, maldita sea — gruno Daum —. Ahora estan haciendose con rehenes.

— Y una eleccion muy astuta de rehenes — agrego Miles entre dientes —. Especialmente, para un cul-de-sac como Tau Verde, al retener a los pilotos de salto le deja a uno atrapado como un bicho en una botella. Si no eres un buen turista, podrian no permitirte volver a casa. ?Es esto nuevo, dice usted?

— Cinco meses atras no lo hacian — respondio Daum —. No he oido una palabra de casa desde que sali, pero esto significa que la lucha aun continua, al menos. — Miro intensamente la pantalla, como si a traves de la entrada invisible pudiera ver su pais.

El mensaje continuaba con especificaciones tecnicas y terminaba:

— Por orden del almirante Yuan Oser, comandante, Flota de Mercenarios Libres Oseranos, bajo contrato con el gobierno legal de pelias, Tau Verde IV.

— ?Gobierno legal! — senalo colericamente Daum —. ?Pelianoa! Malditos criminales autoengrandecidos…

Miles silbo sin sonido y miro hacia la pared. Si yo fuera realmente un empresario nervioso tratando de descargar alli ese extrano lote, ?que haria?, se pregunto. No me haria feliz el dejar a mi piloto, pero… estando amordazado, ciertamente no discutiria. Dociles.

— Vamos a ser dociles — dijo Miles energicamente.

Se demoraron medio dia en las cercanias de la salida para dar los ultimos toques a los arreglos del cargamento y ensayar sus papeles. Miles llevo aparte a Mayhew para un debate intimo, presenciado unicamente por Bothari. Empezo con franqueza, estudiando el rostro contrariado del piloto.

— Bien, Arde, ?quieres desistir?

— ?Puedo? — pregunto el piloto, esperanzado.

— No voy a ordenarte que seas un rehen. Si eliges ofrecerte voluntariamente, juro no abandonarte en esa situacion. Bueno, ya lo he jurado, como tu senor, pero no espero que conozcas…

— ?Que pasa si no me ofrezco voluntariamente?

— Una vez que saltemos al espacio local de Tau Verde, no tendriamos manera efectiva de resistirnos a una peticion de que te entregases; asi que, si no quieres hacerlo, supongo que nos disculparemos con Daum por haber gastado su tiempo y su dinero, y volveremos a casa. — Miles suspiro —. Si Calhoun estaba en la embajada cuando partimos por la razon que yo creo, probablemente a estas alturas habra iniciado un proceso legal para recuperar la nave. — Trato de alegrar algo la voz —. Espero que terminemos de vuelta donde empezamos cuando nos conocimos, solo que mas pobres. Quizas encuentre alguna forma de compensarle a Daum por sus perdidas… — Miles fue arrastrando por pensamientos de arrepentimiento.

— ?Que hay si…? — empezo decir Mayhew. Miro a Miles con curiosidad —. ?Que hay si ellos quisieran, digamos, al sargento Bothari en vez de a mi? ?Que hubieras hecho entonces?

— Oh, entraria — contesto Miles automaticamente; luego se detuvo. El aire parecia vacio, en espera de una explicacion —. Eso es diferente. El sargento es… mi vasallo.

— ?Y yo no? — pregunto ironicamente Mayhew —. El Departamento de Estado se sentira aliviado.

Hubo un silencio.

— Yo soy tu senor — replico Miles al fin, sobriamente —. Lo que tu eres es una cuestion que solo tu puedes responder.

Mayhew miro su regazo y se froto la frente con aire cansado; un dedo acariciaba inconscientemente un circulo plateado de su injerto. Miro a Miles despues, con un deseo extrano en su mirada que le recordo a Miles, por un inquietante momento, la nostalgia de Baz Jesek.

— Yo ya no se quien soy — dij Mayhew finalmente —. Pero hare esto por ti. Y el resto de la comedia.

Un vertigo, un mareo con nauseas, unos segundos de estatica en la mente, y el salto a Tau Verde estuvo hecho. Miles rondaba impaciente en la sala de navegacion y comunicaciones esperando que Mayhew, cuyos segundos habian sido bioquimicamente estirados a horas subjetivas, resurgiera de entre sus auriculares. Una vez

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