— ?Bien? — pregunto desafiante, dirigiendose a la tripulacion de Miles. Silencio y quietud; todos miraron a Bothari, quien podria haber sido de piedra.
Auson, decepcionado, escupio con desagrado — o no estaba apuntando a Miles, o fallo- y murmuro:
— Ah, al diablo con esto. De todas maneras no vale la pena confiscar esta banera. Un piojoso rendimiento de combustible… — Alzo la voz, dirigiendose a sus hombres —. Esta bien, cargad las cosas, nos vamos. Ven, querida — le dijo a Elena, tomandola rudamente del brazo. Los cinco mercenarios se sacudieron de sus languidas posturas y se dispusieron a seguir a su capitan hacia la puerta.
Elena espio por encima de su hombro y advirtio los ojos en llamas de Miles, abrio los labios en un breve «ah» de entendimiento y miro a Auson con fria deliberacion.
— ?Ahora, sargento! — grito Miles, y se arrojo sobre el mercenario que habia elegido. Conmocionado todavia por su encuentro con el capitan, en un rapto de rara prudencia, escogio al que antes habia visto apuntalando la pared. El lugar parecio explotar.
Una silla, a la que el sargento habia quitado la sujecion sin que nadie lo hubiera notado, volo por la sala para aplastar al mercenario armado con el inhibidor nervioso, antes de que empezara siquiera a desenfundarlo. Miles, ocupado en su propio ataque, oyo pero no vio caer a la segunda victima del sargento, que cayo profiriendo un carnoso y resonante «?ugh!». Tambien Daum reacciono instantaneamente; desarmo limpiamente a su hombre y le arrojo el inmovilizador a un Mayhew azorado. Mayhew miro el arma un segundo, se espabilo, apunto a tientas y disparo. Lamentablemente, no estaba cargado.
Una de las armas explosiono salvajemente contra una pared alejada. Miles metio con toda su fuerza el codo en el estomago de su hombre y confirmo su temprana hipotesis cuando el sujeto se doblo, vomitando y con arcadas. Incuestionablemente borracho. Miles esquivo el vomito y, finalmente, logro una llave de estrangulamiento. Hizo presion con el maximo de sus Fuerzas por primera vez en la vida. Para asombro suyo, el hombre se sacudio apenas unas veces y se quedo quieto. ?Se estara rindiendo?, se pregunto confundido. Le giro la cabeza agarrandole por el cabello para mirarle el rostro; el sujeto estaba inconsciente.
Un mercenario, rebotado por Bothari, tropezo con Mayhew, quien, al fin, hallo uso para el inmovilizador. Usando el arma como un baston, golpeo al hombre en las rodillas; le golpeo luego un par de veces mas, mas bien experimentalmente. Bothari, que pasaba raudo, se detuvo y dijo con tono disgustado:
— ?Asi no! — Tomo el inmovilizador y le metio al hombre desinflado un unico y certero impacto.
El sargento procedio luego a asistir a Daum con su segundo mercenario, y todo termino, salvo por unos alaridos junto a la puerta que acompanaban a un sordo crujido. El capitan mercenario, con la nariz sangrando, yacia en el suelo debajo de Elena.
— Es suficiente — dijo Bothari, y apoyo el canon de un inhibidor nervioso contra la sien del hombre.
— ?No, sargento! — grito Miles. El alarido ceso abruptamente y Auson miro aterrorizado el arma reluciente.
— ?Quiero romperle las piernas tambien! — grito Elena, enfurecida —. ?Quiero romperle todos los huesos del cuerpo! ?Le voy a dejar «bajito» a el! ?Cuando termine va a medir un metro de alto!
— Luego — prometio Bothari. Daum encontro un inmovilizador que funcionaba y el sargento puso al capitan mercenario a su cuidado, librandole provisionalmente de su desgracia. Reviso sistematicamente la sala despues, para asegurarse del estado de los otros —. Tenemos otros tres ahi fuera, mi senor — le recordo a Miles.
— Es cierto — reconocio Miles, mientras se ponia de pie. Y los once o doce en la otra nave, penso —. ?Crees que Daum y tu podeis emboscarlos e inmovilizarlos?
— Si, pero… — Bothari sopeso el inhibidor nervioso en su mano —. ?Puedo sugerir, mi senor, que quiza sea preferible matar soldados en la batalla que matar prisioneros mas tarde?
— Tal vez no lleguemos a eso, sargento — dijo Miles asperamente. Estaba tomando conciencia de todas las caoticas implicaciones de la situacion —. Inmovilicelos. Luego…, decidiremos alguna otra cosa.
— Piense rapido, mi senor — sugirio Bothari; y desaparecio por la puerta, alejandose misteriosamente silencioso. Daum se mordio el labio con preocupacion Y le siguio.
Miles ya estaba empezando a pensar.
— ?Sargento! — le grito quedamente —. ?Deje uno consciente para mi!
— Muy bien, mi senor — llego por el pasillo la respuesta.
Miles se volvio, resbalando un poco por una mancha de sangre de la nariz de Auson, y contemplo el inesperado matadero.
— Dios — murmuro —, ?que hago con ellos ahora?
9
Elena y Mayhew aguardaban de pie, mirandole expectantes. Miles se dio cuenta de pronto de que no habia visto a Baz Jesek durante la pelea… espera, ahi estaba, clavado en la pared mas lejana. Los ojos oscuros parecian agujeros en la cara lechosa, la respiracion era entrecortada.
— ?Estas herido, Baz? — grito Miles, preocupado. EI maquinista sacudio la cabeza, pero no dijo palabra. Sus miradas se cruzaron, y Jesek desvio los ojos. Miles supo entonces por que no le habia visto.
Estamos en desventaja de dos o tres a uno, penso Miles. No puedo permitirme el lujo de que un combatiente entrenado se ande con miedo. Tengo que hacer algo ahora mismo…
— Elena, Arde, id al pasillo y cerrad la puerta hasta que os llame. — Obedecieron, confundidos.
Miles se acerco a Jesek. ?Como hago un trasplante de corazon en la oscuridad, al tacto, sin anestesia?, se pregunto. Se humedecio los labios y hablo con calma.
— No tenemos opcion, debemos capturar su nave ahora. La mejor jugada es llevarnosla y hacerles creer que es su propia gente que regresa. Eso solo puede hacerse en los proximos minutos. La unica posibilidad de escapar, para cualquiera de nosotros, es atraparlos antes de que puedan dar la alarma. Voy a asignar al sargento y a Daum para que tomen la sala de navegacion y comunicaciones y, de este modo, lo impidan.
La siguiente seccion vital es el cuarto de maquinas, con las supresiones que hagan falta.
Jesek volvio la cara a un lado, como un hombre dolorido o afligido. Miles continuo implacablemente:
— Tu eres el hombre para eso, claramente. Asi que te asigno a ti y a… — Miles tomo aliento — Elena.
El maquinista miro entonces a Miles, mas consumido que antes, si es que eso era posible.
— Oh, no…
— Mayhew y yo rondaremos, inmovilizando todo lo que se mueva. De aqui a treinta minutos, todo habra terminado, a favor o en contra.
Jesek sacudio la cabeza.
— No puedo — murmuro.
— Mira, no eres el unico que esta aterrado; yo estoy loco de miedo.
Jesek hizo un gesto con la boca.
— Tu no pareces asustado. Ni siquiera re asustaste cuando ese mercenario cerdo te desafio.
— Eso es porque tengo un impulso natural hacia delante. No hay ninguna virtud en ello, es solo un acto de equilibrio. No me atrevo a detenerme.
El maquinista volvio a sacudir la cabeza, desesperanzado, y hablo en voz baja:
— No puedo. Lo he intentado.
Miles apenas logro evitar un gesto de frustracion. Feroces amenazas le pasaron por la mente… No, eso no era conveniente. Seguramente, la cura para el miedo no seria provocar mas miedo.
— Te recluto — anuncio de repente Miles.
— ?Que?
— Te reclamo. Te… te confisco. Me apodero de tu propiedad, de tu adiestramiento, eso es, por exigencias de la guerra. Esto es absolutamente ilegal, pero ya que, de todas maneras, estas bajo sentencia de muerte, ?que importa? Arrodillate y pon tus manos entre las mias.
Jesek se quedo boquiabierto.
— No puedes… yo no soy… Nadie, sino un oficial designado por el emperador puede tomar juramento a un vasallo y yo ya le preste juramento a el cuando obtuve mi nombramiento… y lo rompi cuando… — se interrumpio.